Ismary, vocación y amor

Eran los años más difíciles del período especial, la ocasión precisa para demostrar cómo los seres humanos somos capaces de crecer y superarnos a nosotros mismos.

Conservo el recuerdo de esta muchacha rubia y simpática sentada en su silla de redacción, que lo mismo conducía un programa informativo, ejercía la locución de un espacio musical o escribía un guión.

Pasaron unos años hasta que nació Perlavisión, el canal televisivo de la provincia de Cienfuegos. Ismary partió hacia allá y muchos experimentamos un doble sentir: se nos iba de la radio una profesional valiosa, pero qué bueno verla ir hacia una actividad que le atraía y donde pronto se vieron los buenos resultados.

En esta jornada de la Prensa Cubana sentí la necesidad de conversar con ella y dar a conocer cuánto me dijo; sé que muchos profesionales de la prensa la han entrevistado, pero en ningún momento fue inhibidor para mí que así fuese.

En resumen esta es mi conversación con ella, nuestro diálogo, y me satisfizo tenerlo.  Siento la satisfacción de cumplir más que un deber -de hecho por ella merecerlo sí lo es- una satisfacción. A renglón seguido, nuestra plática.

AC: ¿En qué momento descubriste la periodista que habita en ti?

IB: Cuando tenía 10 años, estaba en cuarto grado, supe que quería ser periodista. Por ese entonces había unos cuantos periodistas en mi familia. Entonces me eligen corresponsal pioneril del colectivo y comienzo a enviar pequeñas noticias a Radio Ciudad del Mar. Tenía  incluso como una planillita mimeografiada que me hizo mi mamá y ahí  plasmaba mis notas y las dejaba en un buzón en la emisora. Así comencé a cultivar lo que fue una orientación vocacional incipiente.

AC: ¿Cuándo y dónde comenzaste a ejercer esta profesión? Por favor, un breve cronología de medios donde has laborado.

IB: Me gradué de Periodismo en la Universidad de La Habana en 1992. Por un  programa que tenía el Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC) para los mejores expedientes, fui al Escambray, como mis condiscípulos de Sancti Spiritus y Pinar del Río. Reportábamos para la Agencia  de Información Nacional (AIN).  Fue muy duro, en pleno período especial. Y anduve un año por aquellas lomas, sola, a pie, buscando cosas interesantes qué decir.

Luego bajé, en 1993,  y la única plaza que había era para Radio Ciudad del Mar, como redactora del Noticiero y boletines. A mí no me gustaba la radio, o eso creía. Las prácticas  durante la época de estudiantes, no fueron muy provechosas, y desestimularon mi afinidad con el medio; pero acepté, sin remedio.

AC: ¿Qué significaron para ti los años en la radio?

IB: En la radio hice de todo, además. Guiones de programas musicales, locución, me habilité como tal y como directora, escribía un programa de la Asociación Hermanos Saíz, hice la locución de la discoteca, de varios programas culturales, por sustitución, incluso hasta pequeños papeles en los dramatizados, de todo, lo que pudiera, se presentara o fuera una necesidad; y eso me enseñó, me curtió.

Dirigir a equipos de locutores consagrados, a diseñadores de sonido y reporteros experimentados; lograr que ellos se sumaran en ese carro de transformaciones del lenguaje radial, más contemporáneo, más ágil, fue enriquecedor en todos los sentidos. De ellos aprendí mucho, las destrezas del reportero radial, su pericia para sacar noticias de debajo de la manga, como decimos, para sacarle lasca a todo, dicho en buen cubano. Y tuve muchos maestros: Octavio Pérez Valladares, Héctor Castillo Toledo, Ramón Lobaina, jefes de redacción, de información, del departamento informativo, que me ayudaron a crecer,  a cambiar las cosas.

AC: ¿Cambió de alguna manera tu percepción inicial sobre la radio?

IB: Mis años en la radio, lejos de  lo que yo inicialmente pude pensar, fueron maravillosos. Siempre digo, que lo que logré después en la televisión, se lo debo en gran medida a la radio. Cuando yo llegué, el entonces director, Armando Sáez, me dio la encomienda de dirigir el Noticiero Provincial, y fue un desafío muy grande, porque yo recién graduada entre personas que llevaban años, además de mi poca experiencia. Recuerdo que era un trabajo agotador.

Escoger  las noticias, dárselas a la redactora, pero confeccionar cada bocadillo, determinar la prioridad de las noticias, cambiar secciones, hacer un nuevo diseño musical y dramatúrgico, -lo que incluía cambiar formas de hacer anquilosadas, y enamorar a la gente, pedirles siempre más-, fue arduo, pero muy agradecido. Tener que  virarle notas a periodistas de muchos años y pedirles que buscaran algo interesante para no repetir fórmulas gastadas, animales en ingenio, me traía no pocas tensiones, pero ellos fueron magníficos profesionales, comprensivos, y la química funcionó. El noticiero triunfó en un Festival Nacional y rescató su audiencia, y mis colegas de la radio, siempre lo digo, siguen siendo las amistades que conservo de esos años, los colegas más genuinos que he tenido.

AC: Recuerdo que en el 2000 comenzaste en Perlavisión.

IB: Siete años después, cuando  abrió el telecentro Polavisión, me presenté, y fui aprobada. Allí trabajé 16 años, la mayoría como Corresponsal del Sistema Informativo de la Televisión Cubana. De manera que llegué a la televisión solo con el barniz de las clases y unas prácticas hechas durante la carrera, pero con las ganas  de ejercer en ese medio  que venían desde la Universidad, y realizarlas fue lo que me impulsó a cambiar el confort que ya sentía en la radio.

Fue difícil  tomar la decisión, porque ya para entonces la radio era mi vida, pero quería realizar ese sueño, probar suerte.  Por suerte tenía la experiencia del medio  radiofónico, eso me ayudó a incluirle la imagen y adaptarme al discurso ahora audiovisual, lo cual de otro modo, sin esos precedentes, me hubiera sido más difícil.

AC: Aunque un medio distinto, caigo en la cuenta de que el rigor de la radio siguió presente en ti.

IB: También el espíritu de consagración, las rutinas productivas de la radio me dieron herramientas y fuerzas para entregarme, porque es un medio más exigente en cuanto al tiempo que demanda de ti. Pero tuve la suerte que en aquellos primeros momentos, todos los que llegábamos, con la excepción de Omar George y algunos camarógrafos, nadie más sabía de televisión, también tener un director, un equipo que se entregó completamente, con sensibilidad,  que vivía para el telecentro, me ayudaron a saber que había tomado  una  sabia decisión. Ah claro, tuve que esforzarme mucho,  y yo que decía que «la radio es una máquina de moler gente», no sabía lo que decía. La televisión era peor.

AC: Con la televisión te llegó la maternidad y todo se te hizo algo más complicado, ¿no fue así?

IB: Acababa de tener un niño y comenzaba a construir, y si no llega a ser por la ayuda incondicional de mi esposo, todos esos años, no hubiera logrado nada.

AC: Y has recibido muchos premios, muchos reconocimientos. ¿Me revelas la fórmula?

IB: Yo digo que trabajar, trabajar, trabajar es la única fórmula. Trabajando uno se equivoca y aprende de los errores, pero también acierta. Así que cada uno de los premios recibidos no es más que  una de las veces que acerté por encima de mis propios errores, porque soy muy autocrítica, extremadamente exigente con lo que hago, perfeccionista, me han criticado algunos colegas.

Los premios confortan, pero no son currículo acomodaticio, zona de confort, son eso sí, un impulso para seguir, una manera de saber que se está bien o que hay que corregir el camino. Suelo decirles a muchos  colegas jóvenes del país, que cuando me ganan y cojo  la mención o el segundo lugar en un concurso, me siento bien, porque digo «aún estoy  en la pelea», y lejos de sentirme fracasada, me siento confortada, es parte de esa lucha con uno misma para no dejarse envejecer, para no claudicar entre los muchos avatares con que te empiedra el camino una profesión como esta.

AC: Reiteradas veces te vi a través de la imagen y el sonido poner en alto el nombre del periodismo y la mujer cubana en misiones internacionalistas, aunque actualmente no estás en Perlavisión.

IB: Hace unos meses decidí dejar el canal donde transcurrieron 16 años de mi carrera.

AC: Sé que el excelente colectivo del periódico «Cinco de Septiembre», conocedores de tu valía, se acercaron a ti.

IB: Por fortuna me he integrado al periódico «Cinco de Septiembre» como  colaboradora, con muchos temores, porque  hay allí muchas plumas  e intelectos, y yo soy una mujer del audiovisual, pero me han dado la oportunidad de aprender con ellos, de manera que me siento acogida, y aprendiendo de nuevo, una oportunidad  que no pienso dejar, aun cuando estoy en medio de trámites para la apertura de una corresponsalía para el nuevo canal de TV.

AC: Me consta la habitual acogida allí. Muchas veces he colaborado con el periódico y siempre abundan manos solidarias para apoyar. Quisiera, para concluir, pedirte algo, como siempre con la vista hacia el horizonte: como mujer periodista y a la vez profesional experimentada, pues creo que esas cualidades resultan valiosas al aconsejar a nuevos profesionales, incluyendo a quienes hoy se preparan. ¿Qué les sugieres?

IB: A los que empiezan les  aconsejo no cansarse: de hacer menos pesada la existencia de los otros, luchar por ellos, de registrar  la epopeya cotidiana del cubano, burlándose de la obsolescencia tecnológica, inventándose sus propios recursos, derribando cada traba, no contentarse con discursos manidos ni temas cómodos, ni fórmulas rendidas y por el contrario dar a diario historias conmovedoras, profundas; eso es no cansarse y legitimar el buen periodismo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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