Porque el timbre podrá ser llamativo desde el punto de vista estético pero no determinante.
En el diapasón de voces existen todo tipo de timbres, tonos y ritmos que ofrecen un arco iris de opciones, las más eficaces son aquellas que desprenden afectos, envueltas de ternura como una magia imantada resultado de la necesaria dicción, articulación y autopreparación del locutor, periodista o comunicador.
Las exigencias para un cantante se acercan a las características que se exigen al comunicador de radio o TV, pero no son las mismas, por ejemplo en la música clásica se requiere de la llamada zona apta o tesitura porque en la pronunciación las frecuencias generan un tracto vocal. Discriminar en la radio aquellos adultos que ostenta voces agudas es una práctica que debiera reconsiderarse.
En la adolescencia la voz se transforma tanto en los hombres como en las mujeres, todas las voces cambian de un ámbito agudo a un ámbito más grave, debido al cambio hormonal. Esa mutación es más marcada en voces masculinas que en femeninas.
En el argot musical se sabe que mientras una voz femenina muta alrededor de una tercia mayor, la voz varonil muta comúnmente alrededor de una octava. No podemos olvidar que el dulce de una voz de niño encanta el éter. No importa que un periodista, mujer u hombre tenga una voz infantil, si lo que dice lleva la profundidad de contenido, la elocuencia de la comunicación y la sinceridad de los niños, bienvenida sea.