Se vieron precisados a emigrar por los graves problemas políticos, económicos y sociales que se padecían en la Isla, entonces colonia española.
En Tampa y Cayo Hueso los tabaqueros demostraron que la cultura general adquirida durante años con las lecturas diarias mientras trabajaban, maduraron su pensamiento, y de esta forma el sentido de integración y patriotismo.
Fue tal la solidez del gremio que José Martí, cuando preparaba en el exilio la contienda independentista cubana, llegó a considerarlo el de mayor sostén de la causa independentista.
Con el tiempo se corroboró que el sector, uno de los más importantes de la economía nacional, contribuyó notablemente al desarrollo del movimiento obrero cubano, cuyas razones principales están en los lectores de tabaquería, aún vigentes.
Conversar con alguno de ellos es un privilegio porque son como manantiales de sabiduría que riegan la hoja tan conocida en el mundo.
Odalys Lara Reyes hace 16 años es lectora de la fábrica Miguel Fernández Roig -conocida como La Corona- la mayor de tabaco torcido del país, con 600 trabajadores.
El centro es, junto al Acueducto de Albear y el estadio Latinoamericano, lo más distintivo del habanero municipio del Cerro.
De la labor que desempeña, ella siente orgullo y ratifica cuán feliz la hace.
¿Alguna influencia familiar le motivó a escoger la profesión?
No, pero como siempre me llamó la atención la locución, tomé un curso de perfeccionamiento de las técnicas con tres grandes maestros: Manolo Ortega, Ángel Hernández y Antonio Pera.
Luego trabajé un tiempo en Radio Ciudad Bandera, en Cárdenas, Matanzas; y en Radio Enciclopedia, en la capital; hasta que supe de la convocatoria abierta en la fábrica.
¿Se mantiene la tradición que son los trabajadores quienes eligen al lector?
Sí, junto conmigo se presentaron dos hombres. Estuvimos leyendo durante 20 días, en horarios diferentes, hasta que la masa decidió por mí atendiendo a la dicción, la entonación y el estilo que empleo.
¿Y los materiales, también son elegidos por ellos?
Bueno, hay una comisión de lectura creada que se reúne cada 15 ó 20 días para analizar los materiales que llevan los trabajadores, o los que yo recopilo de las bibliotecas o compro en librerías y estanquillos, y vamos priorizándolos de acuerdo a los temas. Así se logra un balance.
En el caso de las novelas, se les da la sinopsis de varias y se pasa puesto por puesto haciendo una encuesta y se escoge para leer la que más votos obtiene.
¿Qué lecturas prefieren?
Novelas policíacas, testimonios, versos, consejos para la familia, temas de sexualidad, psicología y de medicina verde.
¿Gustan de autores específicos?
De quienes más solicitan obras son de Víctor Hugo, William Shakespeare, Miguel Barnet, Leonardo Padura, Daniel Chavarría y Dulce María Loynaz.
¿Introduce temas relacionados con el lenguaje?
Por supuesto. Todos los días les leo algo relacionado con el lenguaje, y creamos una sección sobre el buen hablar, donde hago énfasis en palabras que no se usan correctamente o no se pronuncian bien.
A veces ellos se me acercan y me preguntan sobre una u otra frase, y si puedo en ese momento les satisfago sus inquietudes; sino busco en los libros y cuando encuentro la respuesta, es para todos, por eso siempre tengo que estar bien preparada y revisar mucha bibliografía.
¿Cómo es un día de trabajo suyo?
Bueno, mira, se lee dos veces en la mañana. De 8:15 a 8:30 y de 10:00 a 10:30.
Incluyo una frase, el cumpleaños de los trabajadores, el menú del comedor, algunas de esas materias que te comenté, y los planes de producción del centro. Después leo la prensa del día. Cuando hay un acontecimiento importante tanto nacional como internacional, estoy al tanto por todos los medios de difusión, y le doy seguimiento al suceso.
Si hay fenómenos atmosféricos se actualizan sistemáticamente con los partes meteorológicos, se les pone la radio, la televisión. Para eso no hay un horario fijo. Lo que importa es tenerlos bien informados.
La tarde, de 1:30 a 2:00, se destina a las novelas.
¿Cuáles son las mayores satisfacciones que ha tenido en su desempeño?
Ante todo haber conocido a personas a las que he respetado y querido muchísimo que me han apoyado siempre para que mi trabajo tenga la mejor calidad.
Este sector me ha enseñado muchos valores como la laboriosidad, la sencillez, la honestidad, la solidaridad y el compañerismo, que agradezco enormemente.
Me gusta que sea de utilidad lo que hago. Incluso, como empleamos audio, algunos vecinos de la fábrica me escuchan y se interesan por los distintos temas que abordo, y a la salida, me lo comentan. De todo esto me retroalimento.
Además de su autopreparación, ¿recibe ayuda institucional?
Sí, los lectores de La Habana, por ejemplo, tenemos una reunión mensual en el Museo del Tabaco, que es único en América. Pertenece a la Oficina del Historiador de la Ciudad.
Allí recibimos conferencias y cursos de superación que enriquecen nuestros conocimientos.
Su labor es educativa y conoce la responsabilidad que esto entraña, ¿ve los frutos de sus sacrificios?
Sí, y mucho, es una práctica que no existe en otro renglón productivo.
La lectura de tabaquería es una conquista que debe mantenerse porque los operarios están constantemente elevando su nivel cultural; la visión integradora que tienen de la vida se ve en su proyección cotidiana con sus compañeros, con la familia.
Yo los instruyo con mi lectura, pero aprendo de ellos siempre.
Siento que estos momentos nos unen y hacen del colectivo una gran familia.
Odalys Lara Reyes sabe que su trabajo también contribuye a elevar la producción de La Corona de marcas tan codiciadas en el mercado mundial como Hoyo de Monterrey, San Cristóbal de La Habana, Montecristo, Romeo y Julieta y Diplomático.
Pero por encima de todo, a esta lectora de tabaquería la mueve el orgullo de desempeñar una profesión que es joya de la cultura cubana.