La locución cautelosa

Tratándose de hablar, sobre todo si leemos en voz alta, nunca faltan motivos para hacerlo con «precaución y reserva»; con la prudencia que aconseja el temor a expresar algo incorrecto si de dirigirse a un gran público se trata, mucho más cuando es una primera lectura. Eso es lógico y, por tanto, normal.

Para visualizar la idea que deseo compartir, imaginemos una persona que camina con los ojos vendados, advertida de que por el suelo hay varios huevos dispersos y debe evitar aplastarlos. Muy parecido a eso es la «locución cautelosa» de marras.

Cada vez se hace más común en programas de radio -insólitamente en los que se graban, porque en ellos menos se justifica- esa forma de leer que denota imprecisión por parte de locutores (as) y que psicológicamente deja en el radioyente una sensación de ignorancia por parte de quien habla.

Los locutores son comunicadores, y su primera cualidad -más que la modulación y proyección vocal, necesarias sí, pero pertenecientes a la forma y no al fondo- es que al transmitir una idea sean ellos y ellas sus más firmes conocedores, y demostrarlo.

¿Por qué muchas veces oímos locuciones en las que se percibe duda, temor a equivocarse, «masticación» de las palabras, casi silabeándolas, convencidos de que son leídas y pronunciadas por primera vez? Al hacer una primera lectura, es natural; pero si estamos transmitiendo ideas, permitirnos hacerlo eso se cae en un disparatado e imperdonable error.

En un programa «en vivo» puede que la pifia pase, aunque tampoco se justifica, pero en un espacio previamente grabado resulta inconcebible.

Sin mencionar casos particulares, la «locución cautelosa» se debe a la ausencia de un ensayo de mesa, la lectura previa de los textos antes de su grabación o salida al aire. El ensayo de mesa es condición «sine qua non» para la calidad del programa y por ende, la «claridad» del mensaje.

Todo el equipo de realizaciónde un programa debe leer previamente y ensayar lo que va a salir al aire; es la ocasión propicia para aclarar dudas, significados y objetivos.

Los locutores -en primerísimo lugar- deben conocer en profundidad el contenido y asimismo apropiarlo, incorporarlo como parte de sí porque ellos son quienes lo darán a conocer.

Deben exigir una redacción limpia, clara, legible, sintácticamente traducible y potencialmente interpretable por quienes los escucharán, cuando de lenguaje escrito se convierta en sus voces en lenguaje hablado.

Impedir la «locución cautelosa» es obligación de todos y cada uno de quienes participan en la realización de cualquier espacio radiofónico; en primer lugar de directores y asesores,que deben conocer el guion o libretoy los significados de cada término por novedoso que pueda ser.

Obviamente, los locutores deben estar convencidos de que el programa es también de ellos y ellas; les incumbe un sentido de pertenencia sumado al respeto propio, ya que son la imagen sonora de un programa y cualquier error aunque sea de otros, se les atribuye a ellos, lo mismo que se les arrogan los aciertos de aquellos y aquellas a quienes no se les oyen sus voces. 

La calidad de un programa, su propósito de comunicar empieza por una exposición clara del contenido, sea noticioso o meramente informativo.

Ese contenido es preciso conocerlo profundamente, apropiarlo al intelecto de quien lo emite, metabolizarlo en las neuronas para que de esa manera sea inteligible a oídos y mentes una vez que llegue el momento de su decodificación.

La «locución cautelosa» debe ser erradicada por ser enemiga número uno de la calidad de cualquier programa y de la credibilidad de sus contenidos. No queda otra opción al respecto.

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