Miriam Labrada, una leyenda entre cintas sonoras

Miriam Labrada García habita los espacios que por 35 años se colmaron de esa suerte de gracia con la que llegó siempre primera a cada desempeño, o cita con la radio, el público, su pueblo.

Pudiera decirse que fueron los 18 años de los inicios quienes hicieron el milagro de pegarla al alma del medio radial manzanillero, por los bríos de juventud; pero su acople al engranaje mayor llegó en esencia por esa capacidad propia de asirse al momento, en broma o en serio, de trabajar con profesionalidad y disciplina para que cada cosa estuviera en su lugar.

En la recepción de la otrora sede en lo alto de la Fortuna, en José Miguel Gómez, y de la actual en calle Martí; en la planta para establecer comunicación con Santiago de Cuba; entre cintas y sonidos de todos los tipos y colores, en la asistencia a programas y como jefa de planta en los horarios nocturnos, brilló con su destreza para inscribirse en lo imborrable de este medio de comunicación en Manzanillo.

«Todo eso representó para mí, la vida entera; la experiencia más feliz después del nacimiento de mi hija ha sido el trabajar en Radio Granma. Allí aprendí tanto, en tantos puestos de trabajo, especialmente guardo las relaciones con mis compañeros en el colectivo maravilloso, que hoy sigue aunque hay gente nueva, voces muy jóvenes que elogio».

Por eso, «siempre que vengo a la ciudad tengo la necesidad de ir allí, de ver a mis compañeros, de caminar por la emisora, y por Manzanillo, todo eso me hace muy feliz», comenta a quien le raptó de su sueño para adentrarse en el recuerdo de las más de tres décadas como integrante del colectivo.

«Aprendí mucho, de la amistad, la solidaridad, la hermandad que hubo y hay, porque muchas personas están lejos y cada vez que recibimos noticias de ellos pues nos alegramos. Aprendí de todo un poquito y eso me sirvió para la vida. Hubo muchos momentos lindos, como cuando fuimos Vanguardia Nacional, en la dirección de Ernesto Martínez. Siempre me sentí muy orgullosa de mi emisora, comunitaria, porque tiene un prestigio muy grande, y lo digo donde quiera que esté».

Ello, le valió ganar consideraciones como las de Tomás Ernesto Martínez Robles, Premio Nacional de Radio (2018): «una trabajadora con un incesante espíritu de superación, quien llegó a hacer locución y una de las buenas fonotecarias de la emisora con un conocimiento extraordinario de la labor, y que tenía una disciplina ejemplar. Digna de admiración porque no solamente exigía por el cumplimiento de lo establecido, sino de esas gentes que diariamente se autoexigía para ser ejemplo ante los demás».

«Todo ese tiempo en cada puesto que ocupé dejé un pedacito de Mirian porque me sentía satisfecha de lo que estaba haciendo, y como optaba por otras plazas, pues siempre sentía nostalgia, sobre todo por esa fonoteca en la que pasé 17 años. Yo me sabía cada número de cinta, cada tarjetero de los artistas, mi memoria era prodigiosa, digo era porque los años…», dice con la sonrisa que no le abandona, a pesar de la seriedad que le caracteriza.

«Ellos me lo recuerdan, porque yo oía el radio y alguien pedía, por ejemplo, La vida sigue igual, de Julio Iglesias, y cuando iba ligero el director a buscarlo ya yo se lo tenía en la puerta, porque sabía; y antes no teníamos las computadoras y todos los adelantos de ahora. Los programas en vivo eran un corre corre, pero estaba Miriam Labrada».

Sus palabras provistas de modestia, juegan entre las plantas de la terraza donde reposa durante los viajes de regreso a su raíz. Y vuelan hasta el ahora reducido espacio que acaudala esa memoria sonora donde sentó pautas. «Allí en la fonoteca dejé a compañeras como Anita Diez, Idania Acosta, Leyanné Beritán, muy eficientes; la experiencia mía se las transmití y ellas cumplen con la máxima de hacer su trabajo bien».

“Así mismo es», refiere Idania Acosta Machado. «Porque a ella le gustaba educar y enseñar a todo el que estaba en la emisora, muy humana y seguida, preocupada por el bienestar de todos, porque cada cosa funcionara bien, sin ser jefa de nada. Y fue mi profesora, la mejor. Si hoy soy una buena trabajadora y tengo una formación laboral se lo debo a Mirian. Si soy disciplinada, cumplidora, puntual, fue lo que siempre me enseñó, porque era exigente y la primera en cumplir».

«Es bonito sentir eso. Ese grupo pasamos momentos difíciles, hubo sucesos que nos marcaron mucho pero supimos superar todo y que la emisora siguiera adelante, por eso digo que ese fue un colectivo guerrillero, el de mi tiempo, al igual que pienso lo sea el actual, y el de tantos jóvenes», afirma Labrada García.

Fundadora de espacios como Hogar y luego Para ti mujer; productora, locutora y directora de dos dedicados a la difusión de las melodías instrumentales como Música de sobremesa, y Selecciones, pensados por José Luis García Barbán y Rafael Terrero, respectivamente, es de las que hacía la radio por mera pasión, «porque me gustaba».

Al igual que la atención a los niños y niñas del círculo de interés, del que emergieron radialistas como el director de programas Eduardo Bertot, el periodista Luis Miguel Cabrera, y la locutora Nilda Baños.

«Se extraña la radio, y cuando llego de La Habana, enseguida sintonizo la emisora, y escucho los de la noche cuando me acuesto. Son recuerdos que nunca se irán y cuando pasa un año tengo que venir, lo necesito. Yo digo: voy a refrescar, a oxigenarme con el aire de mi pueblo, y cada año vuelvo a Radio Granma».

Vuelve porque es cosa de familia, porque forma parte de sus entrañas, porque siguen allí sus recuerdos y los amigos; porque en el embrujo del sonido para ver desde la radio manzanillera Miriam Labrada sigue junto al pueblo también.

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