Tiempo21: 15 años haciendo camino al andar

Y sí, el milagro se hizo. Ya el Periódico 26 había comenzado a andar, apenas cinco días antes  y la radio seguía los pasos, aunque para bien, con un rumbo propio y maneras muy suyas: ambiciosas, persistentes, intensísimas.

Se convertía Las Tunas así, ante los ojos atónitos, incluso, de algunos avezados, en la primera emisora provincial de Cuba en tener un sitio digital propio; en el país,  solo superada por las experiencias de las nacionales Radio Habana Cuba, Radio Rebelde y Radio Reloj.

Ahora sus primeros hacedores sonríen ante las trabas y el desconocimiento de la primera etapa; aquellos tiempos en los que las actualizaciones diarias se hacían en las tardes, solo en el CIGET, caminando como locos y sin entender bien por qué pasaban algunas cosas, como la vez en la que la foto importante de cierto dirigente de la Revolución Cubana salía cambiada en portada por la del futbolista mediático de turno y aquello se repetía y se repetía, no había manera de poder remendarlo: ¡parecía mal capricho divino!

Después llegaron otras etapas, creció el colectivo, se concretó la versión en idioma Inglés, fueron sumándose reporteros, amigos, redactores, colaboradores y así, poco a poco, como son las cosas buenas y sudando bastante, como son las cosas que de verdad se disfrutan, el paso se ha ido haciendo firme y los resultados han ido llegando de la mano de la entrega y la confianza.

Quince  años después del primer día Tiempo21 sigue siendo un hervidero de ideas, un laboratorio constante, un espacio fiel y desenfadado en el que cada mañana la gente llega a aprender haciendo; claro, con un concepto definido: la responsabilidad mayor es reflejar la realidad de Las Tunas, la vida y la obra de la gente sencilla que en este espacio del Balcón del Oriente Cubano crea, ama y lucha.

Parece sencillo, pero solo “parece”, porque los dilemas de la tecnología, los males del transporte,  el reto del diarismo informativo y muchas otras cosas ponen trabas, contrarían y, a veces, quitan el aliento del que llega con múltiples ganas de hacer.

Y ahí, en ese justo momento, es en el que de verdad se hace la magia, aparece la esencia; ahí te das cuenta de cuánto vale tener un buen colectivo y respetas y agradeces y aprendes lo valioso del éxito cuando es de todos,  del susto, cuando se comparte y por qué no, del “regaño del  jefe”, exigente y locuaz, regaño repartido, toca a menos y enseña más.

Así llegamos a los quince años, la edad bonita de la vida y sabemos, tenemos la certeza, falta mucho camino por andar pero, estamos felices de lo alcanzado, satisfechos con el empeño y dispuestos, muy dispuestos a seguir, por otros quince años, adelante.

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