Aleidita, como la llamaba el mítico luchador internacionalista, dijo que aprendió a conocer al Che junto al pueblo cubano, experiencia que calificó de una de las más hermosas.
Muchas veces en situaciones difíciles siempre he tenido la sensación de que no estoy sola, de estar en una gran familia, reveló.
Recordó la única vez que estuvo en Bolivia por esta fecha, acompañada por médicos cubanos en misión internacionalista en ese país latinoamericano, de quienes dijo sentir un apoyo y una calidez reconfortante.
Una vez, en una visita a la provincia de Guantánamo, mientras conocía a un grupo de niños que se hace llamar Los Ernesticos, se me acerca una niña pequeñita y me pregunta: ¿No te pones brava si yo digo que tu papá también es mío?
Le respondí que no me molestaba, que podíamos compartirlo, que era suyo, de todos, contó emocionada.
Aleida manifestó sentirse conmovida por las muestras de cariño y de respeto hacia la figura de su padre, al tiempo que declaró sentirlo reflejado en las obras y los hechos de quienes siguen su ejemplo.