Buscar la noticia

Ciertamente que Indolencio era un tipo complaciente ¡y caía muy bien!, pues para él todo marchaba perfecto. Sentado en su mesa esperaba con paciencia eternal que se le enviara donde había algún evento para informar, hacer alguna entrevista y regresar con la rimbomba y complacencia que le caracterizaban. ¡Todo era una maravilla, de ahí al cielo! ¡Qué bien, qué belleza! Se conformaba con lo dicho por el jefe del establecimiento, y hasta le preguntaba con su acostumbrado afecto: – ¿Tienes algo más de tu interés que decir? En definitiva eres tú quien le sabes al negocio – . Como recompensa, Indolencio recibía algún que otro regalito, una bolsita con golosinas y de cuando en vez su “buchito” de combustible para echárselo a su motorcito. A todas luces Indolencio era un formidable periodista, al extremo que él no necesitaba moverse de su redacción para buscar noticias: muchos reclamaban su presencia.

Espero coincidan conmigo en que la acomodaticia complacencia de Indolencio Lentino en nada cuadra con lo que debe ser un profesional de la información. Nuestra sociedad reclama la actuación de periodistas que como detectives hurguen hasta en los más mínimos detalles a la hora de realizar su labor. No basta oír la opinión del jefe, ni siquiera del resto del colectivo, mucho menos repetir en la noticia el texto del informe a las asambleas, pues ¡a lo mejor…! No quieren buscarse problemas con su superior o son salpicados con algún beneficio y, tal vez, se les pase por alto cualquier indisciplina.

Un buen periodista, sea de prensa plana, televisión o radio no debe conformarse con lo que le digan, ni siquiera con lo que vea, mucho menos anunciar su visita. Por eso la noticia hay que salir a buscarla, y eso quiere decir muchas cosas.

Salir en busca de la noticia es NO esperar que se nos diga que vayamos a tal o cual fábrica, granja o taller porque ese día celebran el foro tal o se cumple tal o mas cual cosa. Es en su mejor sentido “olfatear” las realidades que nos rodean. En los ambientes que se visitan hay que oír todo lo que se dice, pero también hay que descifrar gestos, detalles y, sobre todo, confrontar porqué muchas veces los resultados que se proclaman no se palpan en la cotidianidad.

Las salas de redacción no son refugios para la hibernación y la espera. Son plataformas de lanzamiento desde donde salen disparados los profesionales de la información para “encontrar” la noticia donde quiera que esté. ¿Que sí se cumplió el plan de producción? ¡Qué bien! Pero… ¿a qué costo? ¿Valió la pena hacer cuanto se hizo? El resultado real no es el número ni el más que manido y aburridor por ciento de cumplimiento, es la correlación entre lo invertido y lo logrado, cuánto costó hacer esto o aquello y de qué modo la población se beneficia y disfruta de los bienes materiales o espirituales que se han creado.

Muchas veces las explicaciones certeras – en ocasiones más interesantes que una noticia en sí misma – son como raíces ocultas en lo hondo de la tierra. El periodista, incluyendo al de radio y televisión, debe tener algo de rayos X para retratar esas raicitas que, a fin de cuentas, son las más fieles portadoras de la verdad.

Por suerte se agotan los “profesionales” a la usanza de Indolencio Lentino. ¡Y eso sí es una buena noticia para todos!

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