Cartas de José Martí a un jiguanicero

El Dr. Dellundé  Prado proviene de una familia muy vinculada a las conspiraciones independentistas desde antes de la contienda de 1868, y durante el desarrollo de éstas, muchos de sus miembros  se incorporaron al Ejército Libertador; se destacan los casos  de su tío Carlos Prado que alcanzó los grados de Capitán y sus hermanos Porfirio y Santiago que terminaron la guerra en 1898 con los grados de Teniente; éste último ejerció como juez municipal en Jiguaní en los primeros años de la República. Por su parte Ulpiano apoyó secretamente el movimiento revolucionario desde sus inicios , manteniendo estrechos vínculos con el Generalísimo Máximo Gómez Báez, que tenía en Jiguaní, un importante teatro de operaciones militares.

Al concluir las hostilidades de esa primera etapa independentista, Dellundé continúa conspirando hasta que, descubierto entre los complotados de la Guerra Chiquita, es deportado a Barahona, República Dominicana; poco tiempo después se estableció con su familia en Santiago de los Caballeros, donde seguiría aportando a la causa cubana. Inmerso en estos trajines, conoció a José Marti, el que una vez fundado el Partido Revolucionario Cubano (PRC), el 10 de abril de 1892, y ser proclamado Delegado del mismo, dirige toda su actividad política a las emigraciones revolucionarias para continuar recabando de su apoyo a la ‘’guerra necesaria’’ que  preparaba, por tal razón, desde el 31 de agosto hasta el 13 de octubre de 1892 ,  realiza un nuevo periplo por varios países de Las Antillas, el que le permitió contactar con representantes, funcionarios y jefes de gobierno, así como con figuras representativas de la conspiración cubana asentada en esa zona tan cercana a la Isla; sería esa la ocasión propicia para que en fecha 13 de septiembre de ese año, el Dr. Dellundé se encontrara con José Marti en la casa del médico cubano Nicolás Ramírez, de allí saldría con el imperativo de representante del PRC en Haití y Santo Domingo.

Entre el Dr. y el Maestro se iniciaría aquella noche una relación que iría más allá de una simple amistad, para convertirse en una verdadera alianza patriótico-revolucionaria, con lo que se patentizaba el pensamiento del Apóstol respecto al papel que venían desempeñando los galenos cubanos en la preparación de la insurrección,”Los médicos son los más apropiados, y por tanto, los mejores delegados. Sus pasos en ninguna hora, ni en ninguna parte llaman la atención; siempre son bien recibidos. Todos le deben algo: unos la vida; otro dinero. El médico es quien mejor conoce los secretos de todos: por eso,  esta será la revolución de los médicos’’ (3)

Durante el  mes de marzo de 1895 permaneció Martí en territorio dominicano preparando su salida para Cuba, en ese corto período de tiempo el Dr. Dellundé sigue recibiendo  cartas firmadas por el Delegado del Partido Revolucionario Cubano, en carta fechada el 12, le agradece:” Antes hubiera querido escribirle, y decirle mis cariños y agradecimiento, pero ya ve que no me he olvidado de UD. “(4)

El médico jiguanicero fue uno de los participantes en las conversaciones efectuadas en Montecristi,  entre  Marti y Gómez, durante los días 3 y 4 de junio de 1893.

Dada la confianza que en él habían depositado los máximos jefes del movimiento, su casa se convirtió en un verdadero laboratorio conspirativo; allí  se recepcionaban las  comunicaciones que llegaban desde Cuba, se recibía y embalaba el armamento, término  que  Marti enmascaraba a los servicios de  inteligencia españoles como ‘’provisiones delicadas” ‘’golosinas’’ o “regalos”, así como se gestionaban y se le daba salida a las guarniciones con que contaría la expedición que llevaría a Marti y Gómez a costas cubanas.

En la tercera misiva, escrita el 20 de marzo del mismo año muestra el maestro nuevamente su agradecimiento, evalúa positivamente el proceder de aquel y nos revela el prolífero carteo entre ambos así como los temores de Dellundé de verle envuelto en aquella cruenta contienda que se avecinaba, la respuesta clara y firme del maestro no se hace esperar: “El más afectuoso agradecimiento le escriben estas líneas, no sólo por el fino regalo, que llegó bien, y ha sido estimadísimo, sino por su carta de alarma (…).De UD. Y de su amigo podemos decir, y diremos: “Esos son hombres”.  Es gusto grande el de dar cima a algo difícil, en compañía de quienes, como nosotros acá, sabemos estimarlo. ‘’De Cuba; no se reciben felizmente malas noticias. Por el eco medimos los golpes ’’ (…) tendrá un placer vivo, sean cualesquiera sus angustias y ansiedad, este agradecido huésped…”  (5)                                                                                

El 25 de marzo de 1895, Martí redactó el Manifiesto de Montecristi, en el que se exponían al mundo los propósitos que animaban a los revolucionarios cubanos para desencadenar una nueva contienda bélica por la independencia ; ese día, todavía tuvo tiempo el Apóstol para escribir, entre otras, su última carta al amigo, de quien espera recibir noticias de Cuba: “El portador de ésta carta, Camilo Borrero, va en la delicada comisión de recibir ahí de UD.  y traer en persona, las comunicaciones de Cuba, que, según se nos anuncia por aviso de ayer, deben llegar ahí en estos días, y nos son inmediatamente necesarias”. (…) Sólo me queda un instante para saludarle mucho y  a toda su casa, en nombre del General, y en el de su amigo agradecido que quiere oír que la salud de UD. es buena” (6)

Al ser rescatadas estas cartas de la papelera de Marti, años después, Gonzalo de Quesada y Arostegui se las mostró al Dr. Dellundé, el que escribió la siguiente nota, en la carta fechada con el 20 de marzo de 1895:’’Lo que me tenía enfermo y triste era el peligro en que veía entrar a mis queridos amigos Gómez y Marti y los horrores de la cruenta guerra que desolaría mi idolatrada patria. ’’ (7)

Por una de esas increíbles ironías de la historia, lejos estuvo de imaginar el doctor Ulpiano Dellundé  Prado que en un punto de la tierra que le vio nacer se concretarían las preocupaciones, que por la vida de su amigo, había expresado en esa ocasión; en Dos Ríos, Jiguaní, cayó combatiendo José Marti Pérez, el 19 de mayo de 1895.  

Citas y Notas:

(1)– Marti Pérez, José: Carta inconclusa a Manuel Mercado, ‘’Obras Completas’’.Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1991. Tomo 4. Pág. 82
(2)– Marti Pérez, José: ‘’Obras Completas’’.Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1991. Tomo 4. Pág. 82
(3)– Marti Pérez, José: ‘’Obras Completas’’.Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1991. Tomo 4. Pág. 97
(4)– Marti Pérez, José: ‘’Obras Completas’’.Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1991. Tomo 4. Pág. 86
(5)– Marti Pérez, José: ‘’Obras Completas’’.Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1991. Tomo 4. Pág. 88
(6)– Marti Pérez, José: ‘’Obras Completas’’.Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1991. Tomo 4. Pág. 105
(7)– Marti Pérez, José: ‘’Obras Completas’’.Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1991. Tomo 4. Pág. 88

 

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