Hondo dolor ante la muerte de un amigo querido

El talento revolucionario de Niemeyer, su constancia y su sabiduría, marcaron el estilo inconfundible de su obra y le mantuvieron activo y creador hasta el último momento de su existencia. Las líneas curvas de sus construcciones -audaces, abiertas, nítidas, blancas, optimistas-, pueblan el paisaje de Brasilia la ciudad que “inventó” junto al urbanista Lucio Costa, para que se convirtiera en la modernísima capital de Brasil.

Brasilia, más que un sueño, fue la gran metáfora del siglo XX.En cierta ocasión, cuando le preguntaron qué significó Brasilia en su vida, Niemeyer respondió:

“Construir una ciudad ha sido fantástico. Le dio al pueblo brasileño la idea clara de que podía lograr lo que se propusiera. Pude hacer una arquitectura que sorprendía. Pero luego el sueño se acabó, precisamente en el día de la inauguración. No subí al palco de las autoridades: me quedé abajo, con los peones que habían trabajado para construir una ciudad donde no podrían vivir. El mundo soñado era imposible. Dejábamos de ser iguales”
Luego agregó:

“Los camiones y operarios venían de todo Brasil queriendo colaborar, pensando que allí encontrarían la tierra prometida, pero ahí están hoy las llamadas ‘ciudades satélites’, tan pobres como antes… No es suficiente hacer una ciudad moderna. Es necesario cambiar la sociedad”.

Revolucionario hasta el último aliento, el Presidente de Honor del Comité en Defensa de la Humanidad de Brasil, Oscar Niemeyer, afirmó:

«No me callaré nunca. No esconderé nunca mis convicciones comunistas. Y quien me contacta como arquitecto conoce mis concepciones ideológicas. Durante mis conferencias, siempre he subrayado que la arquitectura no es lo esencial. Comparen la arquitectura con la vida, el ser humano, la lucha política, la contribución que hacemos todos a la sociedad para nuestros hermanos desheredados. ¿Qué representa la arquitectura con relación a la lucha por un mundo mejor, sin clases?».

Una amistad inquebrantable unió a Fidel Castro y a Oscar Niemeyer. Muestra de ello es la carta que el Jefe de la Revolución cubana, le hiciera llegar el 10 de octubre de 2007:

Querido Niemeyer:

Tus palabras de introducción a «El Ser y la Vida» me recuerdan a Martí cuando escribió «El Ismaelillo» para niños y adolescentes. Te apoyo plenamente en tu ardua batalla por estimular el hábito de leer. Dices que sin la lectura el joven sale de la escuela sin conocer la vida.

Leer es una coraza contra todo tipo de manipulación. Moviliza las conciencias, nuestro principal instrumento de lucha frente al poder devastador de las armas modernas que posee el imperio; desarrolla la mente y fortalece la inteligencia, del mismo modo que caminar fortalece los músculos de las piernas; estimula el sentido crítico y es un antídoto contra los instintos egoístas del ser humano.

Nuestra lucha contra el analfabetismo fue apenas el punto de partida para que no se perdiera ningún talento y para que no existieran seres humanos excluidos de la posibilidad de conquistar por sí mismos la más plena libertad. No le hemos dicho nunca al pueblo cubano «cree» sino «lee».

Sin cultura no hay libertad ni salvación posible. Como te he escrito antes, sólo una mayor conciencia nos mantendrá firmes en nuestra voluntad de luchar por las ideas más justas y por la supervivencia de la especie humana.

Muchas felicidades por tu cumpleaños. Que muchas personas vivan y disfruten como tú más de 100 años.

Tu amigo

Fidel Castro Ruz

En ocasión de su centenario, Oscar Niemeyer dijo:

“Soy arquitecto, pero siempre dejé clara mi posición política: soy comunista. Junto a Fidel, uno de los últimos comunistas auténticos de América Latina”.

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