Día de la Cultura: Sabernos Cuba

Nacimiento, juventud, vigor, primavera: guerra necesaria para un pueblo cuya vocación ha sido y es la paz. Guerra ineludible, primero, para la consecución de la soberanía; después, para preservarla.

Varios siglos antes de aquel clamor de gesta no existían el himno ni la bandera, como tampoco el escudo ni los sentimientos de nacionalidad. Sólo había una extensión territorial formada por una gran Isla y otras adyacentes, pobladas todas ellas por comunidades aborígenes que más tarde fueron diezmadas y asimiladas por una empresa conquistadora procedente de España, la cual posteriormente trajo del África negra miles de seres en condición de esclavos. Aquellos conglomerados humanos se mezclaron al paso del tiempo, y junto al paisaje subtropical se formó por la fuerza de ideas unificadoras la alquimia de nuestra cubanía. Surgió como la raíz callada desde lo profundo, mientras se definen horizontes en el sordo gemido de la tierra.

A paso firme se echaron los cimientos de este edificio espiritual, territorial y humano que llamamos y amamos con el nombre de Cuba. Obra asentada en la tierra que nos vio nacer y se yergue celosa sobre las amadas reliquias de los predecesores, símbolos eternos del origen y la razón de nuestra identidad nacional.

Sabernos Cuba es lo que más apreciamos; es ante el mundo nuestra credencial como miembros de un conglomerado humano que nos enorgullece. Es caer en la cuenta de ser una síntesis que nos define y reafirma en su universalidad.

Sabernos Cuba implica reconocer, aceptar y amar la individualidad colectiva que nos identifica cuanto pensamos, soñamos, decimos y realizamos cada momento del día. Es nuestra riqueza, lo que más apreciamos. Con esto y por esto nos va la vida.

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