Los ritmos acelerados de la vida social de hoy requieren de muchas noticias actualizadas porque el conocimiento y la cultura del oyente lo exigen. La Radio con su inmediatez, superior a cualquier medio, ostenta un reto permanente de creación y de adecuada utilización del minuto-radio, para poner en antena productos cada vez más completos, traducidos en amplia información con menos tiempo.
Mundialmente se reconoce el horario entre cinco y diez de la mañana como la tira de programación radial de mayor audiencia por la necesidad que tienen las personas de informarse. ¿Cómo mantener a millones de oyentes ‘‘enganchados’’ con la radio en este horario clave? ¿Solo con noticias, comentarios o reportajes? NO. Hacia ese horario hay que disponer todo el talento que se disponga y realizar un resumen de lo más importante emitido en esa franja para ser reproducido más adelante, dirigido al oyente de tránsito y a los habituales.
Las programaciones monotemáticas pueden dar al traste con el efecto de señales aburridas y provocar el cambio de sintonía. Para lograr conexión permanente es necesario programas con alto nivel de realización donde se pongan a prueba todos los recursos del medio, desde la música, pasando por los efectos sonoros del entorno, hasta el balance de voces y la identificación de los periodistas y locutores como entes familiares, frutos de la habitualidad. Dar la hora constantemente propicia que el oyente tenga un motivo de sintonía. El ser humano de hoy anda muy a la carrera y en ese maratón contra el tiempo no se cansa de preguntar ¿Qué hora es?
La radio marcha unida a lo cotidiano y la vida del oyente está cargada de experiencias diversas concatenadas entre sí. Los textos dan valor agregado al mensaje, las informaciones generan imágenes, el humor ofrece alegrías. Otros contenidos llaman a la reflexión.
Lograr establecer una estrategia de comunicación, con intencionalidad y a tono con los nuevos tiempos en el periodismo de la radio, gratifica al oyente, capaz de absorber como las abejas el polen que depositará más tarde en otro oído receptor.
Hay que despojarse de prácticas empíricas que aún lastran la creación del medio con viejas formas analógicas, no sólo desde el punto de vista técnico sino humano. Para que nuestros mensajes lleguen con efectividad, sean asimilados y descodificados por los perceptores necesitamos hacer un periodismo con pensamiento holístico porque no olvidemos que una fuente generadora de contenidos sale del propio entorno. El ambiente social está repleto de noticias, de diversa intensidad, muchas veces invisible para los reporteros.
En apenas cien metros cuadrados de una ciudad X pueden existir tantos objetivos de interés para el periodismo radial, que es realmente increíble. Los profesionales de la noticia en la radio no sólo buscan con la vista, el oído desarrolla una capacidad de detectar dónde se encuentra una señal informativa.
La escenografía del medio radial se constituye por sonido ambiente y ruidos: una veces de origen natural y en otros casos artificiales. Para una positiva producción radial informativa se necesita un banco de efectos de la localidad, música acompañante, acordes, cortinas, etc.
Las declaraciones de un entrevistado deben contar con muestras originales de calidad. La voz humana no es totalmente audible si la acompaña un ruido. Sin embargo, cuando esa misma voz tiene de fondo los sonidos propios donde se desempeña el entrevistado, se realza la credibilidad de la información. No debemos quitar los ambientes o evitar determinados efectos naturales a la hora de establecer diálogos con testimoniantes.
La producción radial informativa por ejemplo exige de la memoria histórica de los acontecimientos, por tanto preservar archivos individuales y colectivos para los redactores, profesionaliza la actividad del reportero, de la emisora, y permite que el oyente en su condición de mercado-perceptor entienda las causas que originan los hechos que hacen que la comunidad avance o retroceda. No hay nada más parecido a los medios de comunicación que su propio entorno.
El seguimiento de la información constituye una práctica de creación en el periodista que al propio tiempo debe utilizar todos los medios dramatúrgicos para hacer más fácil la descodificación de los mensajes. El periodista es un artista de la comunicación. Los segmentos noticiosos en la radio precisan de síntesis a la hora de ponerlos en antena, sin dejar de informar de manera amplia y multilateral al oyente cada vez más exigente.
El desarrollo del periodismo requiere de preparación y capacitación. Es vital la sagacidad y objetividad en la búsqueda de los temas lo que propicia conocimiento general y particular de las fuentes que atiende. Un periodista rinde un trabajo de calidad, efectivo, cuando sabe tanto como los empleados o la dirección de una empresa que asume como fuente. El grado de especialización influye decisivamente, en la calidad del producto que se pone en antena e influye en la audiencia convirtiéndolo en un profesional competente.
Cada cierto tiempo constituye una práctica saludable someter a un desmonte de contenido las noticias, las entrevistas, comentarios, reportajes, en fin los géneros que empleamos a consultas con nuestros colegas profesionales, que nos permita corregir la formas y estilos que empleamos para contar las historias de la sociedad.
El periodista de radio, el locutor, auténticos comunicadores, constituyen facilitadores de la radio que utilizan en todo caso la comunidad para emitir. Definitivamente hay que contar la vida desde bien abajo, tal como es en el barrio, sin quitarle ni ponerle nada. En todo caso agregarle un toque de creativo, artístico.
Para poner en antena una verdadera historia ocupa primero un necesario tiempo de investigación periodística. Aquí entra a jugar el periodismo de investigación. El periodista no es sólo ente para procurar informaciones dignas de ser trasmitidas por su radio, sino es también un investigador que explora cómo las señales de radio llegan o no al entorno.
Cada trabajador con apenas interesarse en el barrio si sintonizan o no los espacios radiales de su emisora, realiza un aporte de mucho valor a la dirección de la radio.
Algunas encuestas realizadas por periódicos plantean que los jóvenes de 18 a 24 años se sienten atraídos por las historias de estilos de vida y artículos sobre diferentes temáticas como la casa, la salud, la comida, la moda o la ciencia. Además también están interesados en la publicidad.
Hoy día los productos más buscados por la audiencia son los de facilitación social. Silvio Blanco especialista de la radio en Cuba denomina estos espacios “como aquellos contenidos que brinden una utilidad práctica e inmediata a los oyentes de una zona, municipio, o provincia.
En tal marco pueden inscribirse materiales informativos relacionados con muy diversas esferas, aunque la de servicios predomine, lógicamente, por su gran peso. Digamos que las ofertas, opciones y facilidades que se brindan en los territorios y que sean de fácil materialización, es contenido lógico de la facilitación. Los jóvenes andan ávidos por saber qué hacer, a dónde ir, qué cine visitar y la radio puede darles la pista exacta.
Lo cierto es que los jóvenes son muy selectivos a la hora de elegir lo que leen, escuchan o quieren ver. La juventud suele compararse mucho con otros muchachos. Una idea que ha dado resultado es entregar a los propios jóvenes los micrófonos para que cuenten sus historias, desde luego hay que crear las condiciones previamente y hasta seleccionar los líderes positivos del entorno juvenil que permitan crear una nueva realidad social.
Si sabemos que los jóvenes en el mundo pasan una media de 21 minutos a la semana leyendo el periódico del día, y una media de 51 minutos leyendo el periódico de los domingos y los mayores de 25 años, por ejemplo, pasan una media de 36 minutos leyendo el periódico diario y 68 minutos con el de los domingos, ¿por qué no poner en los periódicos anuncios de nuestros espacios estelares de la radio? Pensemos que los lectores son nuestros oyentes en potencia.