En esos años, el uso del drama como género imperaba en las emisoras de radio nacionales y las series que se radiaban reflejaban la vida y la lucha de revolucionarios que fueron víctimas de la dictadura batistiana, derrocada por medio del enfrentamiento armado de los rebeldes alzados, encabezados por Fidel en la Sierra Maestra, en 1959.
En esos primeros tiempos de la Revolución, el espacio radial dedicado a la novela cubana y a las obras de la literatura internacional favoreció a obras de América Latina, que pronto enseñaron a nuestro público qué acontecía en el entorno regional.
Eran décadas en que en las programaciones radiales los contenidos encontraron escritores de gran talento, fue la época en que se fueron incorporando obras de la literatura soviética, adaptadas para dar a conocer el heroísmo de ese pueblo en la lucha contra el fascismo.
Muchos actores y actrices fueron reconocidos por su desempeño en roles clásicos y contemporáneos conducidos por brillantes libretos bajo la sabia trayectoria de experimentados directores.
Estas líneas no son una añoranza por aquella buena programación, porque los tiempos cambian y con ellos sus públicos y su cultura. De lo que se trata es de conocer cómo con las nuevas tecnologías y un público que goza de la adquisición de nuevas facilidades para el divertimento, debemos lograr atraparlo para mantenerlo junto a la radio como su propia vida.
Podemos tener todo el apoyo legal y voluntad administrativa que si los productos a disposición del oyente no son atractivos, entonces no se logrará materializar los objetivos propuestos y por ende se hará un gasto sin respaldo real.
Pensar e investigar para conocer al público y sus necesidades de comunicación y procurar la colaboración en los contenidos sobre todo en los niveles de base debe ser la primera prioridad.
La atención a la preparación profesional de todos los que de una manera u otra participan en la creación es fundamental, elevar el nivel de la actuación para la interpretación de roles sociales, los guiones que recojan con sabiduría y creatividad esa realidad que sea capaz de seducir a los públicos es una exigencia que no se puede dilatar.
No estamos diciendo que no se hagan en este sentido esfuerzos para alcanzar niveles de audiencia mayores, pero aún existen potencialidades no exploradas para ponerlas en práctica.
Sobre la comunicación no podemos olvidar que desde la etimología de la palabra, quiere decir puesta en común, participación. Es un diálogo horizontal de igual a igual, donde el comunicador, sobre todo, para decirlo de la manera más simple no supedita al receptor a su mensaje, sino que debe ser contemplado en ambos sentidos. Por eso no es un diálogo vertical, no es un polo emisor a un polo receptor.
Entonces, lo que se impone es lograr que nos sintamos en condiciones de explorar el formato más adecuado que permita una participación en el proceso de apropiación, del proceso comunicativo mismo.
Algunos medios no otorgan la importancia que requiere establecer este diálogo y lo silencian con su propia estructura, bloquean su capacidad interlocutora. De esta debilidad debemos alcanzar reforzar nuestra fortaleza en la comunicación y en el diseño que hagamos debe tenerse en cuenta que los públicos requieren participar, ser representados, sentirse protagonistas de lo que decimos porque se les toma en cuenta y se ven caracterizados.
El acceso y participación del público nos debe quedar claro y no nos engañemos con algunas acciones en este sentido. El llamar a la radio y decir cosas que se pierden en un universo, en un océano de impresiones lo único que logra es perder tiempo radio y el discurso será intrascendente sin motivaciones y, aún menos, comporta poca información.
Todo este esfuerzo no nos llega espontáneo, tenemos que buscarlo, atraparlo en la fábrica, centro de estudio, en el barrio, en fin, donde haya algo importante de generalizar bien sea positivo o algo que se debe sacar experiencias para no repetirlas. Solo entonces estaremos correspondiendo a los requerimientos de la comunicación de estos tiempos.