La Tierra Llora

El documento fue adoptado en el año 2009 por la Asamblea General de la ONU tras aprobar la propuesta presentada por el presidente boliviano, Evo Morales.  En esa ocasión, el mandatario denunció al «capitalismo desarrollista que coloca al hombre como el dueño absoluto del planeta».

 «Ha llegado la hora de reconocer que la Tierra no nos pertenece, sino que nosotros pertenecemos a la Tierra, que nuestra misión en el mundo es velar por los derechos, no sólo de los seres humanos, sino también de la Madre Tierra y de todos los seres vivos», sentenció Morales.

Los bolivianos llaman Pachamama a la Madre Tierra, mientras que los nicaragüenses se refieren a ella como Tonantzin.  La Madre Tierra es una expresión común para referirnos al lugar en el que vivimos, en diferentes países y regiones.  Refleja la interdependencia que existe entre los seres humanos, otras especies vivientes y el planeta que todos habitamos.

La armonía entre los seres humanos y la naturaleza concentró el 20 de abril un debate interactivo con motivo del Día de la Madre Tierra.  Con el título «Entre la economía verde y los derechos de la Naturaleza», el intercambio estuvo auspiciado por la Misión Permanente de Bolivia ante la ONU y tuvo como objetivo examinar cómo los seres humanos pueden relacionarse mejor con el mundo que les rodea a través de un enfoque holístico del desarrollo sostenible en armonía con la naturaleza. 

Esa reunión sirvió también para conocer diferentes experiencias nacionales en la medición de ese progreso mediante indicadores alternativos a los usados tradicionalmente.

Los organizadores y participantes -expertos Vandana Shiva (India), Peter Brown (Canadá), Cormac Cullinan (Sudáfrica), Paul-Bertrand Barets (Francia), Gilberto Gallopin (Argentina), Mathis Wackernagel (Suiza) y Riane Eisler e Ivo Havinga (Estados Unidos)- se reunieron con la esperanza de que los resultados del debate contribuyeran a las discusiones previas a la Conferencia de la ONU sobre Desarrollo Sostenible (Río+20), a celebrarse en Río de Janeiro, Brasil, en junio del próximo año.

Debemos ayudar a mantener el equilibrio que la sabia Naturaleza ha creado. Con el despilfarro del agua, el derrame de petróleo y en vertimiento de sustancias tóxicas en los mares, la emisión de gases de efecto invernadero, el uso excesivo de fuentes no renovables de energía, la tala indiscriminada de los árboles –los «pulmones» de la Tierra-, el exterminio de especies de plantas, animales y las guerras que llenan los bolsillos de los fabricantes de armamentos son daños que recibe día a día nuestro planeta-, estamos haciendo sufrir a la Tierra, que ya no resistirá mucho más.

Es necesario crear una conciencia común para encontrar vías de solución a estos desafíos, una verdadera una campaña internacional de concienciación sobre los problemas ecológicos y que los líderes de cada país implementen acciones concretas para remedirlos cuanto antes.

Nuestro medio es una extensión de nosotros mismos, es nuestro hogar. Nos sentimos mejor y funcionamos más eficientemente si nos encontramos en armonía con él. Tal como nos relacionamos con las personas, estamos en  constante relación con el medio. Mientras más limpia sea el agua que bebamos y más puro el aire que respiremos, viviremos más y con mejor salud.

En las últimas décadas, se ha registrado un aumento en la frecuencia, cantidad en intensidad de los huracanes, peligrosos para la vida del ser humano y de las plantas y animales; los glaciares se derriten, el suelo se erosiona, se recalienta la atmósfera; se contaminan los océanos, lagos, ríos y arroyos. ¿Hasta cuándo debemos permitir que esto suceda?

En septiembre del 2010, en su mensaje a los universitarios cubanos en la escalinata de la Universidad de La Habana, el Comandante en Jefe Fidel Castro afirmó: «Hago un llamado, a todos los países que hoy se encuentran involucrados en conflictos militares. Por favor, piensen siempre en lograr una paz verdadera, que es lo que nos conviene a todos. Nuestros hijos, nuestros nietos y seres humanos del mundo, todos se lo vamos a agradecer. Necesitamos vivir en paz y seguros en un planeta que cada día es menos habitable. Es muy fácil de entender. El armamento nuclear debe desaparecer, ningún país debe poseerlo, la energía atómica debe ser usada solo para el bien.  La única verdadera victoria está en ganar la paz… Hoy enfrentamos dos grandes desafíos: la consolidación de la paz mundial y salvar el planeta del cambio climático… Las oportunidades en nuestras vidas pasan por delante de nosotros una sola vez y hay que saberlas aprovechar. Nuestra Madre Naturaleza es como un fumador pasivo que aunque no tiene vicio, la enfermamos indiscriminadamente… Si no hacemos nada, nadie se salvará, no habrá lugar seguro sobre la tierra, ni en el aire, ni en el cosmos. La gran energía que diariamente se acumula por el efecto invernadero, ya que los rayos solares quedan atrapados y descargan más energía cada día sobre la superficie terrestre, provocará que se produzcan desastres naturales de consecuencias impredecibles. ¿Alguien en la tierra tendría un botón capaz de poder detener semejante desastre?»

La implantación y el control de los sistemas de gestión ambiental, la educación de la población, el desarrollo de proyectos comunitarios, la promoción de la necesidad de proteger el medio ambiente en los medios de comunicación, así como el empeño de mantener este tema en la agenda de las estructuras gubernamentales, son propuestas e iniciativas que demuestran el interés de la isla caribeña en promover una cultura ecológica a favor de soluciones que contribuyan a la mitigación de los efectos del cambio climático. Hasta los niños pioneros salen en grupos a las playas a recoger la basura que manos negligentes arrojan sin pensar en el mañana, que ya no es tan mañana.

Pero aunque en Cuba se hacen grandes esfuerzos por promover una conciencia medioambiental, todavía no resultan suficientes. Algunas entidades y ciudadanos aún no responden como debieran a la necesidad de proteger el medio ambiente y el lugar donde vivimos y trabajamos, donde crecerán nuestros hijos y nietos si somos lo suficientemente sabios para darnos cuenta de que la existencia misma de las futuras generaciones corre peligro y hacemos algo para contribuir a evitar un irreversible desastre.

La Tierra llora y sufre por nuestra propia culpa.  Es hora de que hagamos algo en su beneficio, pues pronto será demasiado tarde para contentarla. Son necesarias acciones urgentes y no palabras. De ello depende la vida de la Pachamama  y junto a ella, la de nuestra especie.

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