Siempre Che

Era por entonces mi tiempo como director y conductor de un programa de entrevistas a personalidades de la cultura cubana que la Emisora Nacional Radio Taíno presentaba semanalmente en la parrilla cultural de su programación.

Propuesta que hubiera permanecido durante mucho tiempo más de no haber surgido una “ nueva fiebre publicitaria” que apostaba más por la música que por los programas de un contenido más raigal de nuestra cultura.

Sin embargo, esta experiencia semanal me llevó a decenas de hogares de poetas, escritores, ensayistas, profesores universitarios, historiadores, actores, personas todas comprometidas en serio hacia el interior de la cultura cubana.

De cada uno de ellos, y la lista  sería larga, tal vez muy larga, aprendí  a valorar los mejores secretos que se cuentan y nadie sospecha que lo son. Era como tener una visión de futuro dentro de la cultura de nuestro país.  

Muchas horas de grabación se podrán guardar como buena memoria de aquel programa que titulé “La memoria sin prisa”. Voces imprescindibles de la poderosa cultura cubana que atrapé  desde el siglo XX en su trascendencia hacia el que vivimos.

En todo esto pensaba cuando tenemos la presencia de otro aniversario de la desaparición de nuestro Guerrillero Heroico. Sobre el Che pude apreciar en los entrevistados a quienes le toqué el tema un hondo respeto, una consideración histórica bien especial y algo bien interesante: del Che me hablaban con la naturalidad que permite referirse a uno de los revolucionarios que más profundo han calado en los pueblos latinoamericanos y de otros continentes.

Repasando por estos días la  entrevista entrañable  a Manolo Ortega releía, con deleite, como Ernesto Guevara era la maravilla de un recuerdo en él, relato y recuerdo con la profunda sencillez de lo que no desaparece y trasciende.

Parael presentador del Jefe de la Revolución cubana, durante tantos años, significó en su vida profesional de tanto mérito en la Radio y la Televisión cubanas la posibilidad de un acercamiento de primer grado a personalidades de la Revolución que perdurarán para siempre en la memoria del pueblo cubano…..un sólo nombre lo diría todo: Celia Sánchez Manduley.

Manolo Ortega me confesaba que  el pensar en esa etapa de su vida le hacía sentirse rejuvenecido para iniciar nuevas tareas revolucionarias y por ello nunca habló de retiro sino de jubilación, porque suena a júbilo: el júbilo de haberme entregado enteramente al trabajo.

Una pregunta que le hice me describió el profundo respeto del Che por el trabajo y su entrega permanente.

-Manolo ¿qué recuerdas del Che?.

– Sobre todo, su estricto cumplimiento de los horarios. Recuerdo un acto en el que se iba a hablar, cuyo comienzo sería a las ocho de la noche. El Che llegó quince minutos antes de la hora señalada, y había tres personas en la presidencia, y un reducido público. Esta situación se mantuvo hasta que a las ocho, el Che dijo: Va a empezar el acto, pero aquello estaba vacío, y exactamente dos minutos después agregó: Bueno, el acto era a las ocho. Yo tengo mucho que hacer en mi trabajo de la Revolución para estar esperando el inicio de un acto que no sé a qué hora va a empezar. Y se fue. Me dije: Bueno, yo vine para presentar al Che, así que me voy también.

Parece un simple recuerdo, un punto en la memoria, pero cuánto de profundidad humana y respeto al tiempo de cada cual  uno puede encontrar en aquella decisión del Che que me narrara una de las voces emblemáticas de la Radio y la Televisión de nuestro país.

A este Octubre no regresa quien no se ha ido. Cada cual lo puede sentir a su manera pero es una verdad definitiva que deja la sensación de su querida presencia. Algo a veces intangible pero tan necesario. Siempre Che.

 

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