La función educativa en la radio

Se trata de un medio que cumple una función social y ofrece su aporte frente a las urgentes necesidades de las masas populares. 

Ningún teórico podría dictar una forma de hacer radio solo indicar el camino y sugerir el resultado socializado de la experiencia. 

El nivel teórico de realizadores y directivos  contrasta con la multiplicidad de criterios y experiencias de colegas de cualquier región, ello permite el empleo de novedosos proyectos ratificados por el resultado de las investigaciones sociales, el debate del grupo de especialistas de cada emisora y el dominio de la realidad social donde se aspira se tenga alcance por las transmisiones del producto comunicativo, siempre que  el pensamiento este  signado por  aquéllos que quieren asumir el quehacer radiofónico como un servicio y compromiso con su público.

Debemos esclarecer que Radio Educativa  es una de las funciones de mayor importancia que cumple el medio pues en cada producto radiofónico debe quedar elementos que fortalezcan el conocimiento en el  oyente. 

Cuando se nos habla de Radio Educativa, la imagen que surge espontáneamente puede  ser la de un solitario profesor instalado ante el micrófono y enseñando, con voz y tono de magisterio para un invisible alumno, las tradicionales nociones de la clásica escuela elemental.

Según Mario Kaplún “hay que convenir en que, desgraciadamente y salvo honrosas excepciones, la mayor parte de la Radio Educativa que se ha venido haciendo hasta ahora en América Latina, ha contribuido a reforzar esa imagen más que a modificarla[1]”.

Por otra parte  los programas culturales deben estar dirigidos a que los públicos dominen los códigos que se establecen en cada disciplina del arte  y deben llegar, atraer y servir al pueblo. Así también debe comprender todo aquellos que constituye elemento cultural de la sociedad y que define y diferencia una población de otra.

Con un lenguaje claro y sencillo, la Radio debe retomar los valores formados en la población a través del tiempo, valores heredados por las generaciones sucesoras como rangos identitarios de un país, y de una cultura. Con ello ayudaría a promocionar e identificarse ya no sólo a los nativos sino a públicos foráneos que escuchan la señal o acceden a la emisión de la planta radiofónica por los diferentes canales de comunicación expandidos en internet.

Todos hemos estudiado que el medio radial tiene tres funciones que cumplir dentro de sus contenidos, y aunque no se puede aseverar que son puros para el estudio los haremos en el siguiente orden:

Informar: Claramente el de mayor peso en cualquier programación le corresponde cubrir con inmediatez todo lo que acontezca en su área de acción  o válido para el interés de sus oyentes no importa donde haya ocurrido.

Educar: Es una función interesante que debe cumplir con responsabilidad, desechando todo vestigio de chabacanería y superficialidad. Aquí se refuerzan los valores de una sociedad superior y más culta, sin didactismo ni supliendo los niveles de enseñanza  que otras instituciones deben cumplir.

Entretener: Por último lo que parecería más fácil casi siempre  constituye lo más complicado, pues esta función se basa en la búsqueda de contenidos atractivos que sirvan de entretenimientos y a la vez informe y eduque sin que solo recaiga en el concebido chiste o programa humorístico,  o en juegos participativos que en muchas ocasiones son de contenidos superfluos.

No se puede negar  que lo verdaderamente   funcional de la  categorización sea la comprensión real de las tres funciones y hacerlas participar en los contenidos radiofónicos de forma natural donde coexista una efectiva relación entre ellas. Y aunque la Radio tiene esas tres funciones; no es tan cierto que de ellas deban derivar tres tipos de programas totalmente independientes y diferenciables.

Algunos teóricos  afirman que para hacer cumplir las tres funciones de la Radio se debieran crear  tres tipos de programas, ello sería una visión muy estrecha del asunto, hoy cualquier programa puede tener más de una de las funciones imbricando en sus contenidos  los intereses de sus públicos con productos comunicativos más movilizadores y participativos.

La educación es un proceso continuo y no solo el aula y la edad determinan las formas de aprender. Los medios y en particular la Radio contribuyen a que las personas reciban conocimientos siempre independientemente de la edad. Lógicamente es de suma responsabilidad para los decisores de los  diseños estratégicos de programaciones  y a los creadores corresponde  interpretar correctamente las políticas establecidas para de forma creativa hacerla novedosa y atractiva.

Todo programa educa; y al igual que en la escuela y en el hogar, puede educar bien o mal. Una de las consecuencias negativas de la categorización que se está cuestionando, ha sido la de eximir de responsabilidad a los programas de entretenimiento, aduciendo que son neutros e insignificantes. Sostener que no hay que preocuparse por sus contenidos ya que son hechos y escuchados como meros pasatiempos intrascendentes y ajenos a todo efecto educativo significa simplificar esa programación.

Otra consecuencia igualmente peligrosa, es la de ver a los programas culturales y educativos como algo aparte, desligados de la obligación de ser amenos, atractivos, conectados con la vida. Así se fragmenta la transmisión y se compartimenta al oyente.

Como si el ser humano no fuera siempre el mismo. Como si escuchara el programa de entretenimiento en mangas de camisa y, cuando llegara el programa cultural, corriera a ponerse un frac.



[1] Kaplún, Mario. Producción de programas de radio. Editorial Pablo de la Torriente.  Publicado 2005Pag. 13

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