Radio Revistas, un formato para pensar

Potencia, además, todas y cada una de las especialidades que admite o precisa. La revista integra el selecto grupo de formatos en el que un artista puede destacarse y expresarse a plenitud como ente creador. Un buen ejemplo, quizás, sería el locutor – conductor donde el conocimiento y la manera de presentar los contenidos lo expone, lo muestra como versado, mediador de aspectos concretos, sujeto público y notorio sobre temas diversos.

Desde la dirección, posibilita el desmonte de cada abordaje, con autoridad y dedicación específica. Pensar cómo explotar cada detalle expuesto en el guion, buscando aprovecharlo al máximo para alcanzar el objetivo propuesto, ya sea desde la Ficha Técnica del Programa, el plan temático o el propio soporte literario; tejer los vínculos entre las especialidades que intervienen y aunar sus expresiones artísticas más perentorias; detectar necesidades , perceptivas del otro lado, ese donde culmina el complejo proceso comunicativo; proyectarse y proyectar para las consiguientes representaciones otros recursos necesariamente más vigorosos… porque sí, la Radio también puede ser arte desde este u otro formato. Todo depende de cuánto empeño se le ponga a cada emisión, a cada puesta concreta.

Sin embargo, analizar la Radio revista desde posturas idílicas sería negar la propia praxis que durante años la ha alejado de ese concepto primigenio. Lo cierto es que hace mucho tiempo la mayoría no se comporta como tal. Cada vez se hace más difícil sostener un tema central a lo largo de una emisión o vincular el resto de los elementos que la conforman con ese contenido que marca el desarrollo del programa. Entonces, ¿qué ha estado ocurriendo en torno a esta tipología? Consideremos solo tres criterios.

El tipo de frecuencia escogido para este formato es esencial. Tradicionalmente las radio revistas son trabajadas dentro de la programación habitual, en especial de Lunes a Viernes, quizás hasta el Sábado. Probablemente tal asiduidad atenta contra su efectividad, sostenimiento y calidad. Y es que resulta complejo desarrollar, diariamente, una temática principal de manera eficiente, profunda, con base investigativa, sin que se resquebrajen los parámetros que la definen.

De las 109 revistas existentes en el país, en el año 2019, casi la mitad fueron transmitidas con frecuencia diaria: 40 de Lunes a Viernes, mientras que 14 lo hacían de Lunes a Sábados. Las 55 restantes fueron ubicadas los Sábados (18), los Domingos (36) y Jueves (1). Para alcanzar desarrollar con eficacia la meta de cada día una temática principal, se precisaría un grupo de escritores que tributen a un mismo espacio, sin la presión que conlleva la salida diaria del programa y la diversidad en el tratamiento temático.

Por otra parte, la función puede resultar un elemento indispensable a tener en cuenta para definir objetivos de mayor alcance. La orientación, lo cultural y la educativa resultan idóneas, como funciones, para propiciar ambientes más cercanos a públicos interesados en el crecimiento ya sea espiritual, intelectual, apoyado en valores humanos positivos, tendentes a la apropiación de ideas. Las funciones divulgativa e informativa favorecen estilos de vida y modos, o posibilitan el acopio de elementos explicativos para comprender hechos, situaciones que condicionan el accionar del ser humano, como es el caso de la última.

En todas ellas, permanece el afán por estimular, desde la radio, maneras de asumir la vida y comprender, en buena medida, conductas, modos, actitudes. Pero la envergadura de unos, u otros, no siempre es calada en su justa medida. Tomemos como ejemplo el año 2019, en el que las revistas con función orientadora ascendieron a 49, mientras que las culturales, divulgativas o educativas no rebasaron la cifra de 28; con el triste dato de que solo 1 tuvo un carácter educador.

El desbalance se acrecienta al detectar 32, de estos espacios, con función recreativa. Sin estigmatizarlos, lo recreativo no necesita de tipologías que, por su estructura, requieran de mayor investigación, tratamiento o coordinación, ya sea por las exigencias en el abordaje del tema o por la posibilidad de satisfacer la mayor cantidad de aristas sobre un contenido específico.

Un tercer criterio rondaría alrededor de los públicos. Conocer cuántos y quiénes escuchan determinado espacio sigue siendo una quimera y no deja de ser indispensable, tanto para el escritor, asesor y director, fundamentalmente, tener acceso a esa precisión. No obstante, la localización de un segmento poblacional, con intereses determinados, permitiría intencionar de manera más efectiva temáticas concretas. He ahí la importancia de una investigación bien diseñada, pero también del conocimiento del entorno en el que accionamos.

Confluye en todos los aspectos analizados el elemento tema. No podemos seguir pensando, solamente, en la manera tradicional de gestionar, desarrollar y exponer un contenido a través de un espacio radiofónico, más allá de una radio revista. La realidad hoy es otra, más diversa y con mayor poder de alcance. Debemos considerar, además, en traspolar esos tratamientos hacia otras plataformas en las que hoy pueden estar confluyendo grupos etarios más atípicos, disímiles a los ya definidos e identificados. Valoremos las potencialidades que se nos presentan en esos espacios y refuncionalicemos maneras de hacer, de encauzar discursos, ideas, de acercarnos a modos participativos inusuales, dispares y excepcionales.

Otros análisis podrían comprender aspectos como los tiempos de duración, el tipo de emisión (vivo o grabado), la selección de los temas, las complejidades en los soportes literarios, el trabajo en equipo e incluso cómo se piensan, organizan y gestionan los flujos productivos desde la misma planificación…

Pensemos cómo enriquecer esta tipología y mejorar su impacto en los públicos. Reevaluemos nuestra mirada y estimulemos praxis que insuflen y revitalicen nuestros modos de hacer: la Radio Revista lo necesita.

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