De esa manera lapidaria, el poeta Waldo Leyva traza la imagen de Santiago de Cuba, cuna de grandes trovadores, de Sindo Garay a Matamoros, de Compay Segundo a Eliades Ochoa, de José Aquiles a Eduardo Sosa. Y por supuesto, de Pepe Sánchez, nombre del festival que acaba de concluir en sus calles y teatros.
El festival terminó, pero la guitarra sigue y no únicamente en Santiago. También sigue en la radio, en programas especializados y muy de vez en cuando en la programación general, donde hay muchas deudas por saldar.
Una de las causas de que la trova se escuche de manera esporádica en nuestros medios electrónicos -excepción hecha de algunas figuras establecidas de la música tradicional y la nueva trova- es la poca disponibilidad de grabaciones de calidad para ser radiadas. Eso es cierto, por lo que algunos estudios deberían abrise más al talento local, a su música y promoción.
También hay que apuntar factores como el desconocimiento, el tributo más al eventismo que a la cotidinidad y las estrechas concepciones de algunos directores de programas.
He sido testigo de cómo, lamentablemente, mucha gente desconoce a trovadores y músicos que animan espacios e instituciones, que lo hacen con sacrificio y calidad en sus propias ciudades. En parte es una responsabilidad mediática: a las audiencias hay que complacerlas, pero igualmente proponerles, descubrirles, sosprenderles.
La radio es capital en materia musical por la cantidad de horas al aire y por el sistema radiofónico tan extendido del país, es popularizadora por antonomasia. Verdad que hoy existen otros medios, mas esa capacidad no ha podido ser barrida.
La música es proa de la cultura cubana, nadie lo desconoce. Es parte de su identidad, de su orgullo, de su creatividad. Digámoslo: es una responsabilidad, y en esa materia no caben ingenuidades ni intereses espurios.
La historia cubana es también y mucho, la historia de su cultura artística. Por eso han de cuidarse los espacios dedicados a la difusión de los archivos musicales y de nuestas figuras legendarias. Memorias y Calendario musical (Radio Rebelde), o los diferentes espacios que un radialista tan increíble como Paco Miranda sostiene en Radio Grito de Baire (Contramestre), por ejemplo, son paradigmas de esa misión.
Al lado de eso, hay que abrir las puertas y los oídos a las propuestas de ahora mismo. El rasero es siempre el nivel cualitativo. La trova es una eterna renacedora, es un gema que aquilatar. Ellos, los trovadores, cantan los matices de nuestros días.
Como dice Silvio Rodríguez: «Aunque las cosas cambien de color, /no importa pase el tiempo. /No importa la palabra que se diga para amar. / Pues, siempre que se cante con el corazón, / habrá un sentido atento para la emoción de ver /que la guitarra es la guitarra, / sin envejecer».