Vilma, Raúl y una canción de amor (+Video)

Son estas acciones cotidianas, casi imperceptibles, las que revelan sus verdaderas condiciones humanas ─ ‟la condición humana‟ de que nos hablara André Malraux─ y les liberan de la carga supra-natural que adornan o deforman las hagiografías.

En el afamado filme Clandestinos, del realizador Fernando Pérez, se muestran esas aristas en la existencia de aquellos combatientes que, en medio de los rigores de una huelga de hambre en el presidio, se gastaban bromas, o que bailaban y amaban  en las duras contingencias de la clandestinidad, donde se hurta el cuerpo a la muerte, sin perder la ternura.

No nacieron estas escenas de ideas abstractas de un artista, sino  que son páginas arrancadas de la existencia misma, vivencias que en muchos casos, supera la ficción.

Ilustrativa es la historia de amor y combate protagonizada  por dos héroes de la última etapa de nuestra gesta de liberación nacional: Vilma Espín y Raúl Castro.

Ellos se conocieron en los avatares de la forja libertaria, donde la razón recomienda postergar estos latidos del corazón, ante la contingencia  de ver caer a un ser querido.

Pero no siempre resulta fácil embridar al corazón. Y aquellos jóvenes se enamoraron casi sin saberlo. Vilma lo contó en una ocasión: «Como yo nunca me había enamorado, no sabía qué era estar enamorada. Además me preocupaba que podía hacerle daño a Raúl, pues todos se daban cuenta de lo que él sentía, pero yo no estaba segura».

En otro momento de esa remembranza testimonial, Vilma recuerda: «Raúl dice que lo embrujé cantando. Yo interpretaba viejas canciones cubanas que a él le gustaban mucho».

Ampliando esa información, agregó: «Recuerdo que prefería aquella que dice: «Dame un beso y olvida que me has besado; / yo te ofrezco la vida si me la pides; / que si llego a besarte como he soñado / ha de ser imposible que tú me olvides «… A él le encantaba esa canción».

 Se trataba de la canción «Si llego a besarte», del compositor y patriota Luis Casas Romero, un hombre también vinculado a las labores fundacionales de la radio en Cuba, en los años veinte del pasado siglo.

Es conocido que Vilma Espín tenía vocación por el canto. Perteneció al coro de la Universidad de Oriente, en Santiago de Cuba y quienes le escucharon aseguran que tenía una bella voz de soprano.

Esa afición no le abandonó nunca. Ella misma comentaba sobre el placer que le producían el retorno a las viejas canciones cubanas cada vez que el trabajo le daba un resquicio, o los olores de la naturaleza, o disfrutar del verde de un jardín, o un huerto escolar.

De este modo, se forjó esta suerte de mágica leyenda  de amor y de combate, que unió a dos héroes excelsos de nuestra historia.

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