Esmerarnos al escribir

Coincidimos, ¿no es así? Pero ¿tenemos en cuenta que cuanto escribimos es para que “se hable”? Esta condición significa que muchas veces no tenemos en cuenta ese fin y por eso malogramos muy buenos contenidos o, quizá, no cumplen el propósito que nos motivó.

La Radio implica una “arquitectura de realización” que incluye muy en particular todo lo relacionado con la forma de escribir, repetida hasta el cansancio por todos los libros y manuales como necesariamente “sencilla y directa”. Parte de ese cometido se cumple cuando tenemos en consideración la puntuación, caso éste que tiene mucho que ver con el temperamento de quien escribe.

Puntos y comas son los más usados, aunque hay quienes apelan al “punto y coma”, signo más apropiado para el texto escrito que el potencialmente hablado. Ante esta tendencia lo mejor es que si vamos a comenzar una nueva oración, aunque esté relacionado con la que le precede, utilicemos “punto y seguido”. En otros casos consideremos la posibilidad de separar por “coma” para que sustituya al “punto y coma”.

Otros tips que me parecen oportunos son los siguientes:

  • ¿Abusamos de la terminación “ente”? Les alerto que esto puede convertirse en un vicio que amenaza con la aparición de cacofonías en connivencia con otros vocablos que, sin ser adverbios, llevan la misma terminación “ente”, como por ejemplo, “presente”, “ardiente” “consecuente” y otros tantos.
  • ¿Qué me dicen del gerundio y sus terminaciones “endo”, “ando”? Aparte de que la mayoría de las veces se desubican en cuanto a tiempo real y tiempo radial, su sonido es en sí mismo pobre y vacío. Denota pobreza al expresarnos y de hecho – salvo excepciones que lo exigen – no aplican para el lenguaje radiofónico.

¿Cuál sería una posible solución? Pienso que muy fácil. Cada vez que escriban su guion o libreto, antes de enviárselo a su asesora, emprendan una revisión completa.

En este aspecto las computadoras están de nuestro lado, son aliadas que debemos aprovechar. Fijémonos que en el lado superior derecho del procesador de textos, digamos “Word”, aparece la palabra “Buscar”. Ahí le damos un clic y nos aparecerá un cuadro al lado izquierdo. En el renglón superior escribamos cada vez “ando”, “endo”, “ente” y hasta el “punto y coma”. De inmediato aparecerán encerrados en cuadritos los textos donde escribimos cada uno de ellos. A partir de ahí nos corresponde revisar en cada caso y decidir si lo sustituimos o si lo dejamos. Les aseguro que valdrá la pena.

Este procedimiento de revisión ayuda a eliminar las puntuaciones indebidas y a detectar oraciones amenazadas por cacofonías y otros errores de redacción. Es, al decir de Ernest Hemingway, “pelar el texto hasta el hueso”. Al hacerlo vamos a cumplir con el precepto del lenguaje “sencillo y directo”, para evitar interpretaciones erróneas.

Les alerto que todas las personas que escriben – hasta los consagrados en el oficio – cometen deslices. El quehacer y la concentración en determinado contenido muchas veces no dejan tiempo a cuidar la forma, tarea que deberá realizarse cuando el producto ya está terminado y solo falta darle pulimento con los toques finales.

Quienes escribimos podemos caer en faltas como las mencionadas. Si no fuese así, sobrarían asesores y editores, esto último en el caso de los libros. Ambos son también aliados nuestros.

Emprendamos nuestra labor como guionistas o escritores con esa pasión seductora y a la vez responsable. Llevemos al papel nuestras ideas y luego, con toda la objetividad posible, convirtámonos en nuestro primer corrector.

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