Verónica Lynn López Martínez: Usted es la mala más buena de Cuba
Yo siempre soñé con ser artista. Digo que soy la mujer más dichosa del mundo porque logré ser lo que siempre quise: actriz. Mientras mis hermanos jugaban a las cosas propias de los niños, yo inventaba dramas y ponía a actuar a mis cuquitas. La primera vez que me paré en un escenario fue cuando estudiaba en la escuela de monjas Las esclavas del sagrado corazón, en Luyanó que era para muchachas pobres, porque mi familia era muy humilde. Allí aprendí mecanografía, taquigrafía…daban también inglés y corte y costura. Un día se escenificó la vida de un santo, creo que fue San Francisco de Asís y yo hice un pequeño personaje. Aquello me fascinó. Era un semiclaustro y no podían entrar hombres, solamente los sacerdotes, y me caracterizaron para hacer el papel de un hombre y cuando terminó mi parte, me quité el maquillaje y me senté en el público y escuché a una madre comentarle a otras, – pero que bien estuvo el muchachito ese de los bigotes -. ¡Ay qué alegría, porque ese era yo!