Inclusión (I)
La sociedad cubana, en medio de muchos avatares, necesita ser cada vez más inclusiva y más contemporánea. La radio ha de erigirse en ese arcoíris de voces que aquilate el valor del esfuerzo cotidiano, que haga emerger las historias escondidas, que muestre un camino creativo y certero contra las discriminaciones.


El martes es el día. En la revista Música y algo más, exactamente a las 3:30 p.m., la cabina de radio, los micrófonos, la ciudad, acogen el diálogo que sostenemos con una personalidad de la cultura, un consagrado, un talento en ciernes. Y entonces nos toca sumergirnos en una vida, desentrañar las claves de una creación, arriesgarnos…
Los saberes y las tradiciones integran esa heredad a la que llamamos cultura. En un proceso de continuas refundiciones, como argamasa de rebeldías y esperanzas , estas se asentaron en el suelo de La Mayor de las Antillas. Desde el gesto heroico de Hatuey al campanazo cespediano, desde el pensamiento del padre Varela hasta la “fusión dulcísima” de Martí, desde la república hasta el parteaguas de enero, la patria cubana fue construyendo su fisonomía y sus cantos.
Si mencionas a Sagua, a Sagua la Grande, él te dará un paseo por su historia y sus personajes ilustres. Y te recordará que Antonio Machín, Rodrigo Prats, Wifredo Lam, Alfredo Sosabravo, Jorge Mañach, Conrado Marrero, Concepción Campa… nacieron en esos predios.
Cuando se piensa que entre radio y literatura se han recorrido todos los caminos, la radio demuestra que siempre es más. He sido testigo de dos acontecimientos, cada uno con su propio sello, que hacen un hermoso viaje de ida y vuelta entre la oralidad y la letra impresa.