Moncada victorioso de nuestras ideas

El 26 de julio de 1953 se hizo la luz para Cuba; volvió a la carga la Guerra de Liberación, etapa necesaria de una Revolución inconclusa iniciada 85 años antes. Era la lucha armada, culmen de un ideario madurado primero en las mentes preclaras de cubanos como Félix Varela, que posteriormente cristalizaron en la figura de José Martí, y que Fidel Castro interpretó en una nueva circunstancia histórica para continuar y hacerlo realidad. 

El triunfo de 1959 estremeció a la Patria; la conquista del ideal anhelado y tantas veces quebrantado antes en nuestro devenir histórico, nos unió definitivamente a Fidel como su líder indiscutible. Así iniciamos un proceso de transformaciones para el bien de todos y al aprender que una Revolución no se limita a la lucha armada, que es sólo su fase inicial. Hacer, vivir y edificar a diario nos enseñó que una Revolución consiste en transformar mediante la voluntad colectiva una realidad para hacerla nueva y continuadamente mejor. 

Por tradición, cada vez que celebramos esta fecha de la Rebeldía Nacional sentimos latir en nuestros corazones la vitalidad de aquella juventud patriótica. Muchos hemos llegado a pensar por qué no nos tocó nacer entonces para haber sido uno de entre ellos y ellas. Y ha sido así mientras no intuíamos que para todos y cada uno de nosotros quedan muchos Moncada. 

Cuando trabajamos con laboriosidad, nos consagramos al estudio, nos alistamos para defender la soberanía de la Patria ante cualquier agresión; cuando nuestros profesionales de la Salud protegen vidas dentro y fuera de nuestro país, protagonizamos nuevos Moncada. Al enfrentarnos a la actual pandemia de la Covid-19 y lo hacemos con disciplina y solidaridad humana pensando en el prójimo; al luchar con denuedo – no como campaña, sino como estilo y norma de principios – contra cualquier tipo de corrupción, estamos asaltando así también nuestros Moncada contemporáneos.  

La aplicación decidida y enérgica de los Lineamientos de los 6º y 7º Congresos del Partido, labor conducente a la Actualización del Modelo Económico y Social cubano a tenor de su Constitución, refrendada por amplia mayoría, es otro Moncada que – como el de 1953 – alumbra la senda de la victoria para la edificación de un Socialismo próspero y sostenible. 

Aquel 26 de julio de hace 67 años, las calles santiagueras se bañaron con la sangre noble y viril de los jóvenes asaltantes. A la distancia de aquella fecha primada no es la sangre, sino la sabiduría, la inteligencia y el sudor de cada tarea cumplida con amor y sentido del deber histórico, lo que se transforma en savia fresca para hacer fructificar los nuevos sueños, herederos de los de ayer. 

Es el Moncada victorioso de nuestras ideas, las de nuestros próceres realizadas hoy, que se hace actual cada día. En el surco abierto aquel domingo por la Generación del Centenario, azada y cincel en mano sembramos y construimos la Revolución, y lo hacemos rebosados de esperanza y de los nobles propósitos de un pueblo nacido a la libertad; un pueblo que permanece indoblegable ante cualquier intromisión foránea, porque Cuba es independiente y soberana. 

El Moncada es la victoria de nuestras ideas, y para este pueblo patriota, aguerrido y solidario, ¡Siempre es 26!.



 

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