Camilo Cienfuegos, el Señor de la Vanguardia, renace cada febrero

El 12 de noviembre de 1959 en una comparecencia a través de la televisión el máximo dirigente de la Revolución Cubana, el Comandante en Jefe Fidel Castro confirmó la definitiva desaparición física  de Camilo.

Fidel con emotivas palabras resaltó que en el seno del pueblo continuaría latente el ejemplo de Camilo y enfatizó:

Y el consuelo que debe tener nuestro pueblo  es que en el pueblo hay muchos Camilos y Camilo seguirá viviendo en hombres que se inspiren en él, porque lo único que nosotros podemos pedirle a nuestro pueblo es que cada vez que la Patria se encuentre en una situación difícil, que cada vez que la Patria se encuentre en un momento de peligro, se acuerde de Camilo; cada vez que el pueblo  vea momentos difíciles, cada vez  que los hombres jóvenes,  los campesinos, los obreros, los estudiantes, cualquier ciudadano, crea un día que el camino es largo, que el camino es difícil, se acuerde de Camilo, se acuerde de lo que hizo él, se acuerde de cómo nunca, ante los momentos aquellos difíciles perdió la fe…”
En otras ocasiones Fidel volvió a hacer referencia a Camilo Cienfuegos. Por ejemplo el 28 de octubre de 1989 al cumplirse el trigésimo aniversario de la desaparición física de Camilo,  Fidel habló en la inauguración de una escuela en el barrio natal de Camilo, en Lawton, en La Habana.

En ese discurso señaló: “…Camilo era hombre que amaba las tareas difíciles; pudiéramos decir que era un hombre que amaba las dificultades, que sabía enfrentarse a ellas y era capaz de realizar proezas en las más increíbles circunstancias.”

Y tras recordar momentos relevantes en la vida de Camilo, precisó Fidel: “Cobra todo su significado la historia de Camilo, no solo por lo que hizo, no solo por sus heroicas proezas combativas, sino también por sus ideas, por sus conceptos, por sus propósitos profundamente revolucionarios.” Fue un fiel combatiente y revolucionario, compañero inseparable de Ernesto «Che» Guevara y uno de los dirigentes más carismáticos de la Revolución Cubana. Se le recuerda por ser uno de los principales garantes de la gesta armada que derrocó al dictador Fulgencio Batista.

Héroe de Yaguajay, título honorífico que le fue otorgado espontáneamente por el pueblo cubano por su valor, fue Jefe del Estado Mayor del Ejército Rebelde tras el triunfo de la Revolución Cubana. Cienfuegos fue Comandante del Ejército Rebelde, sastre de oficio, hombre humilde de carácter jovial, buen sentido del humor y sonrisa sincera, fueron las cualidades que lo catapultaron a ser uno de los dirigentes más carismáticos de la Revolución Cubana. 

Cada año miles de cubanos rinden tributo y desfilan hasta las márgenes del río y el mar para dejar flores a Camilo Cienfuegos. En un extracto de una carta de Cienfuegos a su familia, cita «Del día de mis cumpleaños les diré que tuve quien me hiciera mis regalitos, pues Rafael me regaló una corbata, la familia Téllez una camisa y unos calzoncillos y por otro lado un pasador y yugos. “Suerte que tiene el Cubano”.

Ramón Cienfuegos, padre de Camilo en una ocasión declaró que «Otra de sus cosas era con los perros, con los animales en general. Recuerdo ahora que, al poco tiempo del 10 de marzo de 1952, del golpe de Estado que diera el dictador Fulgencio Batista, se apareció en casa un perrito. Llegó por la madrugada, de eso estoy seguro, porque Camilo, asociando la llegada del animalito con la entrada de Batista por la posta 6 en una madrugada, le puso Fulgencio. Cuando se fue quisimos disimular y le decíamos Negrito. Una vez le escribimos mandándole una foto y él contestó: “Quedó muy bien Fulgencio.” Cuando nos hacen un registro, ven la carta y me preguntan por Fulgencio y cuando le digo que Fulgencio es el perro, ¡cómo se puso el guardia!».

Por eso cada año celebra su natalicio, ocurrido en una humilde barriada de La Habana el seis de febrero de 1932, como conmemora el aniversario de su desaparición física en un desastre aéreo ocurrido el 28 de octubre de 1959.

Y es que ese cubano tan acrisolado, junto al carácter extrovertido, dinámico y campechano de la mayoría de los hijos de esta tierra, también encarna el ideal de lo mejor de la juventud: fervor patriótico, valentía, coraje, rebeldía ante lo mal hecho, honradez, solidaridad, honestidad, alegría de vivir, patriotismo, humanismo y fidelidad; y otras tantas virtudes que si tuvo tachas, como cualquier ser humano, nadie las recuerda.

De modo que fue real, pero también es leyenda el Señor de la Vanguardia y el Héroe de Yaguajay que sus compatriotas aman y recuerdan con la estampa radiante y joven que tenía en el momento de su desaparición, en cumplimiento de una importante misión que había conjurado un hecho de alta traición.

Pocos días después de la histórica batalla de Yaguajay, comandada por él a fines de diciembre de 1958 en el centro de la Isla, donde se lució como estratega al frente de su columna guerrillera invasora y se ganó definitivamente el título de Héroe, Cuba entera lo conoció en vivo, tras su llegada a La Habana, para preparar junto al Che la entrada de la Caravana de la Libertad.

Es justo destacar que en la forja de las virtudes morales, en su niñez y juventud, resultó decisiva la educación dada por sus padres, dos emigrantes españoles.

Adolescente inquieto y sensible ante las injusticias sociales, participó en protestas populares contra el aumento del costo de la vida y en 1954 se incorpora a la lucha contra la dictadura de Fulgencio Batista. Fichado por los órganos represivos, se ve obligado a salir del país.

Por lo demás, las estrecheces económicas de su hogar, lo obligan a interrumpir estudios y a viajar a Estados Unidos a los 21 años, de donde es deportado. A su regreso a Cuba se vincula ya de forma decidida y directa al movimiento revolucionario estudiantil. Cae preso y padece la tortura, por lo cual se ve forzado a partir nuevamente al exilio.

Durante una estancia breve en Nueva York, conoce de los planes de Fidel Castro en México, enfrascado en la organización de una expedición libertaria a Cuba.

En tierra azteca se produce la concreción de sus anhelos. En la capital de ese país, en septiembre de 1956 contacta al movimiento 26 de julio liderado por Fidel y se enrola en la tripulación del yate Granma, la que finalmente saldría del puerto de Tuxpan con 82 futuros combatientes dispuestos a vencer o morir por la independencia de la patria.

El desembarco azaroso por Las Coloradas el dos de diciembre, el bautizo de fuego de Alegría de Pio, confirmaron su decisión de ser fiel a la causa hasta el final.

Ya reorganizada la exigua tropa, Camilo se destacó en el cumplimiento de múltiples misiones armadas al mando de Fidel, Almeida y el Che.

Su arrojo y valentía lo hacen ostentar desde el 16 de abril de 1958, los grados de Comandante del Ejército Rebelde que operaba ya como una realidad irreversible en las montañas de la Sierra Maestra. Su capacidad para la organización, la ofensiva y la estrategia empiezan a hacerse notorias y anunciaban al brillante jefe guerrillero que fue.

Promovido a jefe de la Columna dos Antonio Maceo, realiza exitosas misiones en los llanos del Cauto, fuera del territorio de la cadena montañosa.

Por el impacto y efectividad de sus misiones, la tiranía se sintió herida en sus flancos y desató una ofensiva contra las fuerzas combatientes. Esto no hizo más que radicalizar la conciencia patriótica nacional y creció el apoyo popular, sobre de todo de valiosos jóvenes del campo y la ciudad, al movimiento revolucionario. Por lo tanto, el jefe rebelde retorna a las cercanías del mando, que ya trazaba la mejor respuesta a las fuerzas del dictador Fulgencio Batista.

Es así que las huestes revolucionarias pasan a la ofensiva final y el 18 de agosto el Comandante en Jefe ordena la ejecución de la invasión de Oriente a Occidente, tal como lo hicieron los mambises en la última guerra de independencia. Camilo iría al frente de su Columna dos Antonio Maceo y el Che Guevara, encabezando la Columna ocho Ciro Redondo.

El héroe de la sonrisa franca y el sombrero alón combatió entre octubre y diciembre de 1958 en zonas tan apartadas y desconocidas hasta entonces como Seibabo, Venegas, Zulueta —en dos ocasiones—, General Carrillo, Jarahueca, Iguará, Meneses, Mayajigua y Yaguajay, en cuyo cuartel y otras dependencias se habían hecho fuerte las tropas enemigas. Tras nueve días de batalla, el sitio de Yaguajay culminó con el triunfo rebelde. Esta victoria coincidió con la toma de la ciudad de Santa Clara por las tropas del Che y con la fuga del tirano, el 31 de diciembre de ese año.

En esa campaña Camilo confirmó sus cualidades de Señor de la Vanguardia y la batalla de Yaguajay, en la antigua provincia de Las Villas, centro del país, lo catapultó como héroe y estratega brillante en el combate, junto a su aguerrida tropa. Esta última, al igual que la batalla de Guisa, dirigida en la Sierra por Fidel, y la de Santa Clara, por el Guerrillero Heroico, fueron decisivas en la victoria del Ejército Rebelde.

Batista huye en estampida cobarde, pero se conoce de intentos de cohortes de instalar un gobierno nuevamente pro yanqui. Camilo recibió la orden de marchar con rapidez hacia La Habana. Allí tomó el Estado Mayor de la tiranía, el Cuartel de Columbia.

A la llegada de la Caravana de la Libertad, el ocho de enero a la capital, encabezada por Fidel, Camilo era uno de los Comandantes que lo esperaban, al igual que el Che y Almeida. Durante su discurso en horas de la noche, el líder de la revolución demostró la confianza depositada en Camilo con hermosas y sencillas palabras, grabadas por siempre en las mentes de los cubanos.

Fue un año de intenso trabajo y ejecutoria de los jóvenes dirigentes de la naciente revolución que desde muy temprano empezó a cumplir su vocación de igualdad, justicia social y soberanía nacional. La consternación provocada en el pueblo por su partida física solo ha sido superada por la convicción de que su ejemplo pervive entre los cubanos. Y de que, como dijera el Maestro, la muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida.

Por su parte, el Comandante Ernesto «Che» Guevara, manifestó que Camilo Cienfuegos «fue el compañero de cien batallas, el hombre de confianza de Fidel en los momentos difíciles de la guerra y el luchador abnegado que hizo siempre del sacrificio un instrumento para templar su carácter y forjar el de la tropa… Camilo era Camilo, señor de la vanguardia, guerrillero completo que se imponía por esa guerra con colorido que sabía hacer».

El líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro, señaló que «hombres como Camilo Cienfuegos surgieron del pueblo y vivieron para el pueblo. Nuestra única compensación ante la pérdida de un compañero tan allegado a nosotros es saber que el pueblo de Cuba produce hombres como él Camilo vive y vivirá en el pueblo».

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