El locutor, imagen de la Radio

La Radio es “sonido para ver” y sus voces son un haz de luz que enfoca hacia la gnosis del radioyente. La locución – admitámoslo – no es la misma de hace noventa años, ni siquiera de hace tres décadas. Cada generación de profesionales del micrófono porta un sello en que la espiral de cambios se nos revela como inevitable. Mediante ellos aparecen tendencias propias de un entorno cambiante, al tiempo que subyace como atributo común la función de informar y comunicar.  

Encanta oír giros y expresiones dichos de manera espontánea por voces de la locución. En Cuba como en cualquier parte del mundo, locutores y locutoras impregnan de gracia su hablar y con ella asignan decires nuevos que, antes privativos de otras disciplinas, o heréticos, penetran con elocuencia el sentido del oído para persuadir de que “suenan bien”. Muchas son “a priori” entelequias caprichosas que con osadía y desenfado se apoderan del consciente colectivo. ¿Cuántas veces no escuchamos y hemos aceptado con agrado esa personal “invitación a la complicidad”? Así es de movida y dinámica la locución. 

Lo sorprendente de tales situaciones consiste en cómo el imaginario popular capta, interpreta y adecua a sí cada nueva expresión, y la incorpora a su léxico con el mismo código para el que fue concebida.  Tarea de sociólogos y de lingüistas – creo -, investigar el proceso empático locutores-radioyentes, capaz de provocar una inferencia colectiva dejándole poco espacio a la entropía. Es el fenómeno del código y la metáfora como proceso espontáneo que mucho revela sobre cómo evoluciona el lenguaje. 

La Radio siguió su andar en ascenso, y generosa prestó su profesión de la locución al Cine y la Televisión. A la hoy no tan “pequeña” pantalla llegaron junto con ellos los nuevos modos y modas del hablar, y dio buenos resultados; no así en el Séptimo Arte, donde como medio masivo la tarea de “locutear” se ha limitado al documental y a los ya poco usuales noticieros. 

Hace algunos años afirmé (…En sus orígenes la Radio desconocía la existencia de productores o directores de programas, guionistas, realizadores de sonido o de la criollísima invención del asesor. En las primeras transmisiones el único componente humano era el locutor o la locutora que hacía las funciones de operador de audio.) La locución: imagen de la radio / Portal de la Radio Cubana, año 2013

Así aconteció en Cuba y – hasta donde sé – en todas partes. Fueron sus voces las originales y primeras hacedoras de los productos radiales. Significa que a locutores y locutoras debemos mucho; con ellos perdura una deuda de gratitud invaluable. 

A punto de celebrar el venidero año el primer siglo del surgimiento de la Radio Cubana, los hombres y mujeres de todas las generaciones que han sido y son parte de la respetable cátedra de la locución merecen respeto y elogio. Son los creadores primados de un medio que sin su imprescindible presencia, concebirlo sería poco menos que imposible. 

Felicidades, locutores, en su día.

 

 

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