Jesús Dueñas Becerra y el periodismo cultural

¿Qué representa para usted ser miembro de la UNEAC y de la UPEC?

 Ingresé a la organización vanguardia de la intelectualidad cubana hace exactamente 15 años, y desde hace casi tres, pertenezco a la UPEC. Ser miembro de la UNEAC y de la UPEC constituye un verdadero privilegio, que implica —entre otras cosas— perfeccionar no solo desde el punto de vista profesional, sino también desde la vertiente político-ideológica, mi labor en los campos de la crítica artístico-literaria y el periodismo cultural, ya que esas dos organizaciones devienen un bastión inexpugnable en defensa de la cultura y del periodismo insulares, así como de la política cultural trazada por la Revolución desde que tomó el en 1959.

¿Desde que ingresó a la UNEAC hace tres lustros, ¿qué funciones ha desempeñado en el seno de nuestra organización?

Desde mi incorporación a la UNEAC, he desempeñado la función de cronista del espacio Moviendo los caracoles, así como la de colaborador sistemático del  Sitio Web, he participado como reportero en disímiles coberturas a actividades de primer nivel programadas por las diferentes asociaciones, así como en las presentaciones de libros y otros eventos de carácter poético-literario incluidos en la programación oficial de las ferias internacionales del libro de La Habana, donde la UNEAC ha sido subsede de esa magna fiesta del libro y la lectura.     

¿Cómo ocurrió el salto de  psicólogo a periodista? y ¿por qué el llamado periodismo cultural?

Para contestar esa pregunta le diré, que —en realidad— debo presentarme como maestro devenido psicólogo-periodista. Ejercí el magisterio por casi treinta años en casi todos los niveles educacionales (desde la enseñanza primaria hasta la docencia universitaria) y dediqué igual número de años a la ciencia del espíritu (como José Martí denomina a la Psicología) en el Hospital Psiquiátrico de La Habana «Cdte. Dr. Eduardo Bernabé Ordaz», donde me consagré en cuerpo, mente y alma a la enseñanza del Psicodiagnóstico Rorschach (el método de investigación de la personalidad más completo y complejo que se conoce —hasta hoy— en el campo de las neurociencias) y del Psicoanálisis ortodoxo con enfoque ético-humanista.

El ejercicio periodístico lo comencé en 1969 en la sexagenaria revista Islas, que edita la Universidad Central de Las Villas desde 1958, y luego, lo continué en la Revista del Hospital Psiquiátrico de La Habana (versiones impresa y digital), de la que fuera miembro de su Comité Editorial, y en la Revista Cubana de Psicología, que editaba y dirigía el doctor Eduardo Cairo Valcárcel. Ahora bien, el «virus» del «periodismo cultural» me lo inocularon en la mente y en el alma el doctor Rolando Valdés Marín (1926-2002) y el escritor y periodista Alberto Ajón León, cuando era director de la Revista Semanal de Radio Reloj, emisora con la que colaboré sistemáticamente desde 1996 hasta el 2001. En ese espacio dominical, publicaba crónicas sobre ballet, artes plásticas, artes escénicas, pero también noticias culturales.

Cuando, por razones ajenas a mi voluntad, dejé de escribir para la Revista Semanal, el periodista y filólogo Rafael Terry Aldana (1940-2006), director de la revista informativa RP-105, de Radio Progreso, me abrió las puertas de ese programa, y seguí escribiendo sobre temas culturales hasta que se reestructura el citado espacio, y en consecuencia, se me asigna el segmento de salud mental, que mantengo hasta hoy.

Posteriormente, comienzo a colaborar con la revista Mujeres, dirigida por la doctora Isabel Moya Ricardo hasta su lamentable deceso, y con la página Web de dicha publicación periódica y de Radio Habana Cuba, donde también escribía para la revista Mundo 7, dirigida por el colega Ángel Marqués.

No obstante, mi verdadera realización como periodista cultural ocurrió cuando la doctora Araceli García Carranza, redactora-jefa de la centenaria Revista de la Biblioteca Nacional José Martí, con mi primera colaboración, me franqueó la entrada a esa enciclopedia de la cultura cubana y universal, en la que —según el doctor Juan Pérez de la Riva, uno de sus excelsos directores— «no puede escribir cualquiera». Finalmente, llegué a otros medios de prensa (Sitio Web de la UNEAC, Sitio Web de Radio Progreso, CubaLiteraria, para proseguir —desde la vertiente digital— la labor periodística que comenzara en la revista impresa.  

¿Qué puede contarnos de su «antigua» profesión? ¿Qué significó para usted y que extraña más de ella?

No sé hasta qué punto pueda hablarle de mi «antigua profesión» en tiempo pretérito, ya que, como le especifiqué en mi respuesta anterior, tengo en el aire un segmento de Salud Mental en la Emisora de la Familia Cubana, y además, escribía regularmente para las revistas especializadas que le mencioné con antelación. Para mí, la ciencia del espíritu es el referente teórico-conceptual en que estructuro mi ejercicio periodístico.

Por ejemplo, en mis libros La danza vista por un psicólogo y La danza vista por un crítico teatral. Arte danzario y periodismo cultural, publicados por Ediciones Vivarium, y que usted tuvo la gentileza de reseñar para la Revista de la Biblioteca Nacional José Martí, establezco la relación íntima y estrecha entre Psicología y Periodismo; disciplinas que ocupan un sitio común en el componente espiritual del inconsciente freudiano, donde «conviven» en paz y armonía las ciencias, las letras, las artes y todo aquello que acerca al hombre al «Espíritu Universal», leit motiv en la obra poético-literaria y periodística del Apóstol.

Por otra parte, percibo el ejercicio de esa noble profesión como fuente inagotable de ética (ese «sol del mundo moral» que iluminó a Félix Varela, José Martí y don Enrique José Varona, padres fundadores de la ciencia psicológica cubana), humanismo y espiritualidad; valores tan necesarios al hombre y a la mujer como la luz a las plantas, el aire a las aves y el agua a los peces. En síntesis, la psicología no sólo me ha ayudado a ser un mejor profesional de la prensa, sino también mejor persona.

¿Qué significan la lectura y los libros, para usted? ¿Cuáles son los temas y los títulos que más lo han marcado?

Para contestar esa pregunta, debo remontarme, en el tiempo, a mi ya lejana infancia y adolescencia, cuando leí —como suele leer un chico— La Edad de Oro, de José Martí, El Conde de Montecristo, de Alejandro Dumas y Los Miserables, de Víctor Hugo, entre otras grandes obras de la literatura cubana y universal, que mencionarlas aquí haría interminable esta entrevista; lecturas que me dejaron una huella indeleble en la mente y en el alma, y consecuentemente, me convirtieron en un ávido lector, que percibe la lectura como alimento que nutre el intelecto y el espíritu del soberano de la creación, y el libro como el mejor amigo del hombre, porque ensancha el universo cultural y ennoblece el alma, que es, según el fundador del periódico Patria, el mayor bien «[…] que se saca de los libros».

¿Desea añadir algo para finalizar este encuentro on line? Claro que sí. Ante todo, debo darle las más expresivas gracias por permitirme establecer un diálogo con usted, y por extensión, con los lectores de nuestro Sitio Web; diálogo que percibo como una cálida caricia al intelecto y el espíritu del homo sapiens […]. Esta entrevista —sinceramente— no la esperaba, pero sí puedo decirle que la aprecio mucho desde los puntos de vista profesional, humano y espiritual.

            

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