Tú voz son mis ojos

Publicado por: Lázaro David Najarro Pujol

Siempre reconocí que Adelfa Valdés Hernández (Artista de Mérito de la Radio Cubana), enriquecía con su voz mis documentales radiofónicos sobre el criadero de quelonio de Boca Rica, en el laberinto de las Doce Leguas.

Procede de la ciudad de Ciego de Ávila, pero su niñez, hasta la edad de cinco años, transcurrió en el caserío rural Ruspoli, en Ceballos.

«Hija de campesinos, de una familia muy humilde. Siempre teníamos un radio en sintonía. Ya adolescente, estudiaba gimnasia artística femenina en Camagüey. Visitaba con frecuencia a mi hermana en Santa Cruz del Sur.

Muy joven me casé con Reynaldo Rodríguez Benito. A finales de 1969 vine a residir a ese poblado de pescadores.

»Fungí como maestra de tercer grado en la escuela primaria Antonio Maceo, sin aun cumplir los 15 años de edad. Mi esposo y yo trabajamos, de forma voluntaria, un curso entero para celebrar nuestro matrimonio. Me gustó mucho ser maestra».

En septiembre de 1971 conocí a Adelfa. Se desempeñaba como locutora en Radio Santa Cruz. Era una adolescente. Unos meses menor que yo.

«No había cumplido los 16 años cuando la organización juvenil convocó a muchachos y muchachas con aptitudes artísticas para fortalecer la emisora. De aprobar podíamos optar por plazas en la naciente emisora Radio Santa Cruz, que yo nunca había escuchado. Estaba recién parida de una niña, nacida en enero de 1971. Mi esposo se encontraba en el Servicio Militar Obligatorio. Me decidí por la locución.

»La convocatoria me llamó la atención.

»– Adelfa esta es la oportunidad que estabas esperando – reflexioné.

»Siempre me gustó el arte. Desde niña hacia comedia, leía poesía, bailaba en la escuela. El anuncio me llamó la atención.

»Ni siquiera sabía dónde quedaba la emisora. Me presenté a las pruebas. Era la primera vez que entraba a un estudio de grabación. Estaba muy nerviosa. Nunca había tenido un disco en mis manos, ni siquiera sabía definir para qué servía. No tenía experiencia de la radio. ¡Ni de la vida!

»Un grupo de jóvenes esperábamos en el pequeño local. Tropiezo con un ventilador, con el cual se refrescaba el equipo de transmisión de la radio.

»– Tenga mucho cuidado – me regañaron alarmados.

»Me sobrepuse a los temores y entré a la cabina.

»– Siéntate ahí por favor. Ya puede leer el periódico –me indicaron.

»Cuando leí el fragmento del periódico que me correspondía me dijeron:

»– Ahí te quedas. Ese es tu puesto de trabajo.

»No sabía qué hacer, porque no tenía experiencia de nada…

»Al siguiente día, sin una capacitación, con una niña de cuatro meses –que dejé al cuidado de mi suegra Aurora Benito– me personé en la emisora para iniciarme como locutora en el programa Alborada musical que se trasmitía a partir de las seis de la mañana para levantar el espíritu de los oyentes, pero sin ni siquiera un guion. Todo dependía de las iniciativas del conductor y el operador de audio.

»Después de Alborada musical salía al aire el espacio de música mexicana conducido por Rafael Guerra (también se desempeñaba como operador), una excelente persona, humana, quien nos ayudó en todo. Eran tiempos de mucho amor, familiaridad, ayuda mutua, de buen hacer, de querer levantar aquella rudimentaria planta radial.

»Se consolidó un colectivo que integraron además, Clara Anaya –que procedía de la juventud, con una voz muy fina–, Vicente Hernández, Deysi Alcalá, Rosario Naranjo, Bárbara Naranjo y Caridad Hernández (escritora con mucho talento).

»La emisora transmitía desde la engalanada Casa de la Cultura, una mansión de madera muy bellísima, con un teatro muy bonito… En el ala izquierda se encontraba Radio Santa Cruz, que solo poseía una pequeña salita de star, discoteca, control de audio y cabina del locutor. Era una diminuta cabina, con una bella mesita. El micrófono de alta calidad marca Rca Victor 44-A, pendía del techo de la cabina.

»A la cabina, la discoteca y la oficina se accedía a través de un pasillo lateral. A la derecha una ventana rectangular de cristal que permitía visualizar la sala teatro y el escenario.

El 11 de octubre de 1989, la comisión nacional de Evaluación visitó Radio Santa Cruz, presidida por el prestigioso locutor Manolo Ortega. Por su voz, dicción y otros requisitos no dudaron: Otorgaron a Adelfa primer nivel como profesional de la palabra. Fue una alegría para ella, para el colectivo y para Romelio Cruz.

Fragmento tomado del libro en preparacion :

Radio Santa Cruz: La perseverancia de los sueños

Nace un día memorable para el mundo

Con el don de la palabra para persuadir

¡Qué riqueza de espíritu!

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