Una escala para la música de los maestros

“Abrimos con el Rey del Pop, Michael Jackson y su clásico Killer. No se vaya. Siga con nosotros, siempre con el sonido de los maestros. Buenas tardes”.

Un click desde la computadora del set de realización, abre las puertas del éter al mítico cantante estadounidense. Mientras tanto, la voz sale de la cabina de transmisión y conversa unos minutos sobre los orígenes del programa. “Tenemos el tiempo que dura la canción. Recuerda que estamos En vivo”.

Aún bajo la presión de Cronos, ofrece detalles sobre los orígenes de Scala máster: “nació el 14 de febrero de 2006. El primer director fue Omar González Fernández quien se mantuvo por algo más de un año. El segundo, Alberto Cordoví Benítez, estuvo por unos meses. Con él comenzó a alternar Judith, la chica que nos dirige desde marzo de 2008.

“Inicialmente, el espacio solo radiaba los clásicos del rock del mundo anglosajón que marcaron pauta entre los años sesenta y ochenta. En el caso de las propuestas cubanas, se radiaba más la música alternativa. Ahora estamos más abiertos a la fusión”.

Tamara se disculpa. Debe retornar a la cabina. “Ahorita seguimos conversando”, promete.
Toma la palabra Judith Díaz Henquén, directora y una de las realizadoras más jóvenes de Radio Metropolitana. “Somos una radiorevista musical destinada al público general, aunque nuestros radioescuchas son exigentes. Nos siguen personas de veinte años, pero también quienes pasan los cuarenta. Depende del tipo de música que proponemos”.

Luego valora aspectos singulares. “Me gusta escuchar radio. No quiero pecar de pretenciosa pero resulta muy difícil encontrar un programa semejante en lo referido a la selección musical: clásicos de las décadas desde el sesenta hasta los noventa en el área internacional, acompañada con la música rock y alternativa cubana más reciente.

“Diariamente abordamos un tema central referido a un período, tendencia musical, figura, movimientos más influyentes de la etapa, etc. Siempre que podemos, invitamos y entrevistamos a solistas o agrupaciones noveles con propuestas interesantes y renovadoras. Queremos que la emisión contenga informaciones, un valor agregado para aprender un poco más.

“También nos distingue la rigurosidad. El criterio de selección parte de la línea del programa, el asesor musical y, por supuesto, de mí como directora. No me permito poner cualquier tema ni entrevistar porque el intérprete esté en el boom de la música cubana.

“En el caso de la música foránea, trato de que se radie lo más selecto, que la gente suspire después de escuchar la melodía y diga: ‘Hace rato que no la escuchaba’. Muchos nos llaman y dicen que les adivinamos el pensamiento. Eso resulta placentero”.

Judith sonríe y retorna a supervisar las próximas propuestas musicales. Vuelve junto al diestro realizador de sonido, Ovidio Acosta, quien hilvana melodías, cortinas, spots y la voz de la conductora para que no surjan “baches” en la transmisión. A su lado, Yalina Lima atiende la intranquilidad de los teléfonos. Numerosos saludos y peticiones de temas no siempre en los archivos, son recepcionados por ella.

PONER MÚSICA Y HACERTE COMPAÑÍA

Tamara retoma el diálogo. Antes reitera a los oyentes que tiene habilitada una línea para mensajes de textos y un dirección a donde escribir “y hacerme saber sus inquietudes o simplemente decirme que está ahí, escuchando Scala máster

Comenta sobre las características de la conducción: “Un programa como este, de lunes a sábado, durante hora y media, hace que la gente se vaya identificando con el conductor, incluso te toman afecto, como constato en los mensajes y llamadas de los radioyentes. El conductor crea alrededor de sí una especie de mito.

“Sin embargo, el público en ocasiones te encasilla: ‘a este conductor lo que le gusta es el rock, o la salsa’. No debe ser así. Un buen profesional tiene que presentar una buena timba con el mismo sabor con que presenta un buen clásico del rock. Sí pienso que debe gustarle aunque sea un poquito la música y debe tener ciertos conocimientos sobre lo que presenta sin necesidad de ser erudito.

“Yo, por ejemplo, no soy una máquina. Además de presentar programas de radio, hago montones de cosas en mi vida. No me considero una persona con un vasto conocimiento musical. En la radio comencé hace muy poco, apenas diez años. En programas musicales, de forma asidua, llevo trabajando solo cuatro, la edad de Scala máster. Antes, la música era un divertimiento para mí, como para los demás.

“Pero una vez que tengo la responsabilidad de presentar temas específicos, trato de estar elementalmente informada sobre lo que voy a decir, conocer un pequeño detalle, algo poco conocido, tal vez lo más simpático sobre la agrupación o el género, una anécdota interesante. Eso también distingue a Scala Máster.

“Es necesario que la gente se identifique y sienta a un cómplice detrás de la voz que escucha. Trato de retroalimentarme con el público. Siempre lo convoco a llamarme para cualquier cosa. Y cuando me piden un número y no lo tengo, digo que no está con la mayor honestidad del mundo, siempre con una sonrisa.

“Mi fórmula es ser una persona que te acompaña poniéndote música. Soy la cara que se oye ¡Tremendo compromiso! Uno debe prepararse y superarse constantemente. En el caso de Scala máster, conozco algo de inglés, aunque no soy experta. Pero eso se convierte en una limitante a la hora de buscar reemplazo. Muchos sienten pánico a presentar gran cantidad de temas en inglés, la mayoría de los que radiamos”.

PRESTAR OÍDOS A SONIDOS JÓVENES

La conductora parte a presentar otro número. En eso llega Eme Alfonso, una de las voces más originales y renovadoras del panorama musical cubano contemporáneo. Es una de las intérpretes nacionales privilegiadas por el espacio, por eso valora Scala máster.

“Contribuye a radiar música y músicos poco conocidos, ya sea porque sus propuestas no se avienen con los gustos de las mayorías. Ayuda también a rescatar melodías pasadas que han marcado hitos en el mundo musical. Me gusta el espacio. Posee una línea respetuosa de las nuevas tendencias musicales y abre una puerta. En mi caso, defiende mi estilo de interpretar y eso resulta positivo”.

Judith interviene nuevamente. “El programa se distingue por abrirle espacio a jóvenes que hacen muy buena música, muchas veces desconocidos porque los medios no les brindan suficiente atención.

“No todos los programas musicales defienden las voces contemporáneas, ni se arriesgan con nuevos talentos que no incluyan al reggaetón y el pop puro entre sus creaciones, es decir, ajenos a lo más comercial. Eso ha pasado, por ejemplo, con Arema, Milada Milet y grupos como Pillgreen e Intape, por los cuales hemos apostado para suerte de la música.

“Ha pasado, incluso, que muchos directores, después de escucharlos en Scala máster comienzan a radiar ese tipo de música. Ello ha sido un gran logro del programa. Funciona como un gatekeeper, es decir, una especie de filtro del acontecer musical actual. Hay muchos intérpretes que se nos acercan con demos, singles, maquetas, incluso con discos.

“Pero por respeto a la audiencia no pongo todo lo que me traen, aunque me guste, pues el público espera un determinado sonido que no debo vulnerar. Por ejemplo, nunca se me ocurriría poner un reggaetón, aunque no tengo nada contra el género. En una ocasión me llamó un periodista para decirme como primicia que la Charanga Habanera estaba en EE.UU., pero eso no forma parte de la línea
del programa”.

Mientras tanto, Tamara invita a disfrutar de “Sombras amarillas”, número de la producción más reciente del cantautor cubano Polito Ibáñez. Trata de contestar algunas preguntas que se quedaron hace un rato en el aire.

¿Qué es Scala máster para Tamara Peró?

“Mi escuela, es como la Universidad, estudios superiores, pues Radio Ciudad de La Habana fue mi primaria, secundaria y preuniversitario. Este programa me ha permitido educar lo que llaman ‘sentido de pertenencia’. Me involucré con Scala… desde su nacimiento. Poco a poco le he tomado cariño. Es el único casi diario que he hecho en vivo”.

¿Cuál ha sido el principal aporte de Scala máster?

“Para mí han habido dos fundamentales: el rescate a toda costa de los clásicos de la música internacional, temas que parecían perdidos; y la forma de transmitirlos con desenfado, sin didactismo ni aburrimiento.

“Desde los sesenta hasta los ochenta fue una época de buena música. Los ‘tembas’, los de mi generación y los aún más jóvenes, la conocimos y perdimos porque en aquella época no existía soporte digital y los casetes se gastaban. Entonces era muy difícil de escuchar. Con la nueva tecnología la gente comenzó a buscar esos números antológicos.

“Oye, que un muchachito de catorce años se acerque y te diga que le gustó un tema de Sting, o refiera: ‘¡Santana estaba loco!’, es de lo más grande que puedes escuchar en este lugar.

“Tratamos de homogenizar el público: universitarios, profesionales, amas de casa, técnicos medio. Para todos difundimos la buena música. Scala máster tiene una gran audiencia. Lo sabes por el número de gente de diferentes partes y estratos sociales que llama. Me gusta que haya carniceros escuchándonos y se sientan bien con el programa. Saben de música, tanto como jovencitos y universitarios. Muchos contribuyen con el programa enviando buenas grabaciones”.

Todavía no concluye el espacio. Tamara vuelve a su silla de tantas complicidades y guiños melódicos. Quedan pendientes piezas de Kelvis Ochoa, David Torrens, Queen, Madonna y John Bon Jovi. Si le interesan propuestas similares, mañana no deje de sintonizar el programa, solo por Radio Metropolitana. Compruebe cuánto se ha dicho. De paso aprenda y disfrute con la escala singular: una con la cual se mide e ilumina la música de los maestros.

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