Fidel, el Primero de Mayo y los recuerdo de Kenia

Kenia Otaño Fundora ha crecido en conocimientos y se desempeña como una versátil mujer-radio en la emisora La Voz de la Victoria. Aquella pionera que en 2001 cautivó con sus poesías al Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz nos regala pasajes memorables de sus encuentros con el Líder de la Revolución.

¿Cómo llegas a Fidel? le pregunto expectante. 

“Siempre fui una niña extrovertida, con mucha “chispa”, como dijeran mis padres. Participaba en todo en la escuela, no se me escapaba un concurso, una actividad recreativa o presentarme cada año en los espectáculos que preparaba el Conjunto Artístico Comunitario Korimakao en saludo a la Victoria de Girón. 

“Precisamente, me seleccionan entre los niños destacados que declamarían en la Tribuna Abierta por el 40 aniversario de la derrota a los invasores en Girón. Nos presentamos todos con los discursos preparados, mi papá fue el que cuidadosamente me redactó lo que por primera vez diría frente a miles de personas, sin imaginar que sería la electa para ese importante acontecimiento. 

“Desde que empecé a leer fue todo un desastre, la lectura no salía, la voz se me iba por el nerviosismo. Mi discurso estaba escrito a máquina y poco entendía. No se me olvidará jamás que el compañero encargado de los declamadores y organizador del acto nacional, preguntó cómo era posible que le llevaran a una niña que no sabía leer.”

Kenia se emociona al contar cómo pudo sobreponerse al rigor de la preparación para las Tribunas en las que participaría Fidel, una lágrima asoma, se limpia sus vivaces ojos negros y retoma el hilo de la conversación: “apurada, comencé a pasar el escrito y la poesía que lo acompañaba, por supuesto autoría de mi papá. Regreso al salón y sin equivocarme ni en la más mínima frase concluí mi discurso. Con la seguridad que jamás había tenido, miré fijo a los ojos del organizador y recité la poesía que lo hizo exclamar: no se hable más, esta niña es sin dudas la que declamará en la Tribuna. 

“Feliz esperé con ansias ese momento en el que por primera vez vería de cerca al que todos los niños ven como su segundo padre; al menos así lo idealicé siempre y lo afirmo todavía. 

“Llegó el día esperado y le pregunto al hombre de voz fuerte que me hizo llorar y luego se convirtió en mi amigo, que si podría conocer a Fidel y darle un beso: No sé, creo que hoy será imposible, me contestó. 

“Cuando subí al escenario todo estaba en silencio, solo escuchaba mi voz y feliz miraba su cara. Disfruté plenamente cuando recitaba como él. Intentaba repetir con sus labios lo que de mi pecho salía. Bajé conforme de la presentación. Me llevaron a una casita de campaña donde me brindaron merienda y por una hendija miraba fijamente su traje verde, sus botas negras y su barba. 

“De pronto, cuando se acabó el acto, vi un movimiento de personas que venían hacia mí, nunca me imaginé que me estuviera mandando a buscar, y corrí, corrí tanto que pensaba que nunca llegaría. Fue entonces que entre el tumulto de gente escucho: ¿Y la niña?, ¿la niña dónde está? y yo dije: ¡aquí, ¿no me ve?, estoy aquí Comandante! Fue entonces cuando pude darle ese beso añorado a Fidel. 

“Qué decir de su sonrisa, su mirada, su amor y cariño hacia mí. Apenas lo estaba saludando cuando le regalé un libro que le habían publicado a mi papá y muy pícara le dije: ¡Comandante, nos vemos en el Congreso! Ese mismo día en la tarde Fidel visitó el Korimakao y yo casualmente estaba en la presentación y me dijo: Pero es que tú estás en todo, se echó a reír y continuó conversando.” 

¿Cuándo vuelves a su encuentro? 

“El 27 de abril de 2001 me mandan a buscar de La Habana porque Fidel quería que declamara en la Plaza de la Revolución por la celebración del Primero de Mayo. ¡Qué impresión, cuánta multitud y yo tan pequeña en medio de aquel lugar que visitaba por primera vez! 

“Nunca olvidaré las palabras del locutor Rafael Serrano cuando me presentó luego de la canción Venga la esperanza: Y a esta Tribuna ha llegado la esperanza con la luz y la ternura de sus primeros años Kenia Otaño Fundora, pionerita de la escuela primaria Iluminado Rodríguez, de la Ciénaga de Zapata, no me quedaba de otra que salir y decir con mucha fuerza y seguridad lo que tenía preparado, como de costumbre, una poesía acompañaba mis palabras. 

“Todo me salió como esperaba, pero lo mejor vendría después cuando Mirian Yanet, en aquel tiempo presidenta nacional de la Organización de Pioneros José Martí, me sube a un transporte que se dirigía a donde estaba la marcha del pueblo, me asombré mucho, sería mi primera vez desfilando un Primero de Mayo y para mi sorpresa, a dos filas más atrás de donde estaba Fidel. A lo lejos lo podía ver, lo que no esperaba yo que nuevamente preguntaría por mí: ¿Dónde está Kenia?, quiero que la traigan. 

¿ Y qué te dijo Fidel? 

“Me llevaron rápidamente donde estaba él y mirándome tierno me dijo: Agárrate fuerte, que tú eres guajira y aquí en La Habana te me puedes perder.

Tras la marcha y las consignas, vinieron las preguntas de Fidel (sí, porque preguntar es una cualidad innata del Comandante), risas, caminata a puro sol, pero mis piernas ni se quejaron. 

“Ese día fue inolvidable, fuimos al Consejo de Estado y sin saber ni en qué piso me encontraba, nos esperaron en un recibidor con muchas plantas a mi alrededor, entramos a un salón muy lindo con la pared cubierta de madera, un pasillo que me encontré antes de entrar y que luego corrí de un lugar a otro para buscar entretenimiento. 

“Recuerdo que mientras caminábamos, Fidel me preguntaba mucho por mis padres, que si no me vendrían a buscar, pero yo, niña al fin, no sabía contestarle con exactitud. Sin embargo, lo que no me esperaba es que él, con su inmensa capacidad de sorprender, había mandado a buscar a mis padres para invitarlos a cenar junto con los que allí se encontraban. 

“Estando en aquel salón se giraba hacia mí y me decía: ¿Vendrán tus padres? Y yo sin una respuesta para él, le decía: Confío Comandante, no me irán a dejar en La Habana, ¿no? 

Pudiste comer en el restaurante ante tantas preguntas?, sonrío e insisto, ¿llegaron tus padres por fin? 

“Aunque mis padres no llegaban, él me hizo sentir como si estuviera protegida. Me sentó a su lado y su centro de atención era yo, hablaba de temas de relevancia en el país y luego volvía a jugar con la niña que aún permanecía a su lado. 

“Al llegar mis padres gocé de otro privilegio, conocer de punta a punta la oficina donde pasaba gran parte de su tiempo de trabajo, me dejó hacer  lo que quisiera, tocar lo que me llamara la atención, hasta sentarme en aquel inmenso asiento de vinil negro donde se acomodaba para poner sus manos en el buró lleno de muchísimos papeles. 

“Hablamos de muchas cosas, me preguntó todo, hasta si era la niña más inteligente de mi aula y creo que desde que le contesté, fue cuando quedó encantado conmigo: No, Comandante, no soy la más inteligente, hay una niña que lo es más que yo, pero me esfuerzo para ser como ella. Sonrió y me dijo: cuando te vuelva a ver quiero que me digas que eres la más inteligente de tu aula. 

A esta altura de la conversación, siento que Kenia vive con entusiasmo sus momentos al lado de Fidel: 

“Ese día me regaló la foto que aún cuelga en la sala de mi casa tomada en Girón en la tribuna por el 40 aniversario de la epopeya: Para Kenia cariñosamente y su firma, es la dedicatoria que de su puño y letra se encuentra en la parte superior derecha de la imagen. 

“Estuve todo el mes de mayo en La Habana, pues decidió hacerme unos estudios por verme tan pequeña, ese mes fue inolvidable, conocí muchos lugares lindos de la capital y tuve la dicha de ser su tema de preocupación. En una cena sorpresa que él mismo me preparó, terminando de cenar, él se encontraba fuera del país, y Mirian Yanet recibe una llamada telefónica, temblando y con pocas palabras me dice: Es el Jefe, quiere saber si te gustaron los espaguetis, hubo risas, emociones, de todo, y me sentí muy feliz la verdad, ¡qué grandeza la de Fidel! 

“Este mismo año me habían avisado para viajar a Venezuela y Barbados para conmemorar la fecha del atentado del 6 de octubre, viaje que se realizó solo a Venezuela, por cuestiones de seguridad. Fidel impidió que fuéramos a Barbados, pero para el día 6 ya estábamos en La Habana y lo volví a ver. 

“En noviembre de 2001 una lancha naufragó en el mar y se perdieron en las profundidades un grupo de cubanos incluyendo a una niña de nueve años. Fidel hace un llamado de luto al país y lo quiso hacer con un acto nacional. Me manda a buscar desde el 15 de ese mes porque el 16 se realizaría ese acontecimiento, pero estando en La Habana se pospuso hasta el 27. Con brazaletes negros alzamos las voces en representación del pueblo cubano. 

“Ese día terminé con un poema que al final decía: Dejamos un presente con olor a lluvia y disparamos ternura (y con cara irónica como me lo había repasado mi papá, me incliné hacia la Oficina de Intereses y dije) ¡Por Ahora! 

“Fidel no paraba de decir esa frase final de mi poema, a todo decía ¡por ahora!  y eso me daba mucha gracia, hasta me enfurecía y a él le daba tanta risa, que me lo repetía una y otra vez. 

“Siempre, de cada encuentro con él guardo momentos especiales. A las 12:00 de la noche del 28 de noviembre cumplía mis 11 años de edad y lo pasé junto a él, mis padres y mis amigos, fue el mejor de mis cumpleaños. 

“El 8 de marzo de 2002 Fidel decide hacer un acto en el Karl Marx para condecorar a las madres de los Cinco Héroes y me manda a buscar, tuve el placer inmenso aquella noche de conocerlas junto a Polo Montañez, Vicente Feliú y a otros artistas con quienes en varias ocasiones tuve la oportunidad de compartir. 

“El 14 de junio de ese propio año participo en el acto nacional que se realizó en el Cacahual, dedicado al nacimiento de dos grandes de nuestra historia: Ernesto Guevara y Antonio Maceo, ese día lo volví a ver, volvimos a tener un encuentro, muy pequeño, pero no lo olvido, recuerdo que estaba sentado cuando se acabó el acto y Lazarito y yo vigilamos el lugar por donde saldría y corrimos hasta la salida y nos paramos frente a él, era imposible para nosotros dos, los más activos de la tropa, dejar de verlo. Luego vendría la Tribuna que se realizó en Varadero dedicada a los Cinco Héroes y allí conocí a Raúl Castro, Juan Almeida, Guillermo García y Ramiro Valdés. 

“Durante la Asamblea Nacional del Poder Popular, que ese año demoró tres días, nos decían que no sabían los niños que iban a hablar y me dejaron para el último día. Allí dije una poesía dedicada especialmente a él y surgieron los aplausos, muchos aplausos, y cuando cesaron él dijo: 

Parece que me toca ahora!, Fidel siempre ocurrente. 

¿Lo has vuelto a ver? indago curiosa ante tantas anécdotas y emociones de la vivaz redactora de la emisora de Ciénaga de Zapata. 

“Lo ví en otras ocasiones, pero en cortos plazos de tiempo, pero lo ví. Ya en el preuniversitario, en primer año, acababa de cumplir los 15 años y me mandan a buscar para el acto nacional en La Habana por el 45 aniversario de Playa Girón. 

“Decidí llevar la foto de ampliación de mis 15, nunca pensé que lo viera, pero en medio de tanto nerviosismo logré que me dejaran verlo, conversamos bastante tiempo, me preguntó qué estudiaría, me pidió que me cuidara mucho y aproveché y le regalé mi foto y orgulloso, como si en verdad yo fuese de su familia, empezó a enseñarles a todos en la mujercita que me había convertido, me abrazó una y otra vez, me aconsejó y todo como si fuese esa la última vez que me fuera a ver… 

Conmovida por tanto cariño hacia Fidel, abrazo a Kenia, sin poder impedir el distanciamiento obvio entre entrevistador y entrevistada. 

“Confieso que su ausencia física no es motivo para olvidarlo ni para borrar cada momento feliz que pasé a su lado.”  

¿Fidel? 

“Gracias por tanto amor. Jamás imaginé que viviría tantas emociones al lado del Líder de la Revolución y que su magistral concepto se convertiría en la esencia misma de la Revolución.” 

NOTA

(Entrevista publicada en el sitio web de radio 26. La joven cenaguera ahora con 30 años sigue aferrada al periodismo en su emisora Radio La Voz de la Victoria de la Ciénaga de Zapata donde multiplica los sueños de Fidel)

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