Pacientes que requieren de la hospitalización, procedentes de los 8 municipios, encuentran en la unidad asistencial a muchos valientes. En genuina simbiosis, experimentados y noveles, engrandecen el alma y combaten para devolver al hogar a los enfermos.
Cada egreso es una victoria, y ante el deceso el dolor les hace temblar, no ejercen para ser vencidos, mas en el camino de la profesión ese de los momentos temibles.
Es el primer grupo de la unidad asistencial que hace resplandecer la vocación humanista, distintiva del ejército de batas blancas. Allí no hay nombres, todos son uno y uno es todos.
Hay bravura desmedida en cada oficio, se visten de arrojo para que en las 24 horas frente a pacientes no haya contratiempos. El descanso es aparente, porque si se precisa entrar a sala, ahí están, juntos viejos y nuevos doctores, enfermeros, tecnólogos…
La zona roja, de solo nombrarla da temor, y ellos también lo sienten. Son humanos, y se enfrentan a una enfermedad que esconde el rostro. Mientras los resultados no están en su poder, saben que acecha el peligro de la Covid 19.
Cuando todo pase y estos meses sean pesadilla del pasado, recordarán que tras cristales la vida es expresión suprema.