Cándida Rosa Quintana Martínez: la mulata del Teatro Nacional Cubano

Hoy por hoy nuestro pueblo la sigue identificando como “la mulata del teatro nacional cubano”; y nada más justo que calificarla así.

He revisado múltiples opiniones respecto a Candita, de prestigiosas figuras de nuestra cultura, todas con encomiables afirmaciones, entre estas las de Rodrigo Prats y Eduardo Robreño.

Quise resumirlas y  llegué a la siguiente conclusión: la excepcional mujer del arte cubano fue una criatura dotada de gran talento, de gracia y carisma peculiar, alto sentido del deber, responsabilidad y disciplina, ternura y capacidad de amor infinito, sencillez y modestia conmovedora. Muchos son los ejemplos que pueden mencionarse acerca de su trayectoria. Veamos: su primera presentación fue en el teatro Maravillas, a los 14 años, aunque su debut profesional se produce en el teatro Payret de La Habana.

Junto a su inseparable amiga y compañera de escenario, Alicia Rico, entró en la radio en el programa humorístico “Catuca”.

Actuó en muchos teatros cubanos, entre estos Cárdenas, Marianao, Blanquita (actual Karl Marx); Terry, de Cienfuegos; Sauto, de Matanzas (ambos Monumento Nacional); además, La Caridad, de Santa Clara.

Entre sus presentaciones más exitosas puedo mencionar “Voy  Abajo” y “La Rampa”, de Alberto Luberta. “Yo soy aquella”, de Arturo Liendo; “El velorio de Pachencho”, de los hermanos Robreño; y “El Premio Flaco”, de Héctor Quintero.

Recibió infinidad de distinciones y homenajes. Por sus condiciones histriónicas fue seleccionada, reiteradamente, entre las mejores actrices humorísticas por la Asociación Cubana de Artistas Teatrales, Cinematográficos, Radiofónicos y de Circo.

Además, Candita Quintana, fue ampliamente reconocida por la Unión de la Prensa Radial, y la Unión de la Crónica Teleradial Diaria.

El 5 de Septiembre de 1977 dejó de existir la afable y sandunguera cubana, aunque el eco de su risa aún se escucha en los escenarios por donde pasó. En cierta ocasión un actor le preguntó a Candita ¿tú también te marchas? y ella le respondió apasionada: “No, yo no me voy, quiero morir en el teatro”. Su deseo no se vio realizado. Pero de todos modos, su pueblo se sintió deudor, y en el Primer Congreso del Sindicato Nacional de los Trabajadores de la Cultura se le rindió un merecido homenaje guardando un minuto de silencio los 259 delegados  al evento.

En definitiva, no se puede hablar de cultura cubana, de todos los tiempos, si no se menciona la excelsa figura de nuestra mulata, la criolla excepcional, leyenda del teatro cubano, que marcó una época con su simpatía, ingenuidad, talento y gracia natural, gloria del teatro bufo, la de todo el pueblo cubano: Candita Quintana.

Autor