¿Cuántos recuerdos se agolpan en la memoria? Las ocasiones en que pasaba por la Discoteca del ayer o el Domingo con Rosillo, — que siempre hacía en vivo,– y me invitaba a compartir la transmisión, o me llamaba y me decía ahora estamos en el aire y allí conversábamos sobre algún tema, autor o intérprete del recuerdo. O me prestaba parte de su espacio para transmitir algunos de mis documentales musicales. Otras veces coincidíamos en poblados o barrios, donde él se convertía en el centro de todas las atenciones, porque si algo lo distinguió entre tantas virtudes, fue el saberse parte del pueblo.
Hoy ese pueblo, el mismo al que consagró su arte, le dice Hasta siempre. Porque ese amor que cultivó no puede olvidarse.
Quisiera hoy retomar una entrevista que le hice en 1999.
Su padre es el primer médico que se instala en La Maya, hoy Municipio Songo-La Maya, provincia de Santiago de Cuba. En una fecha tan lejana como 1913, se le considera una personalidad porque, además de su profesión como médico, llega a ser alcalde del Municipio Alto Songo. Algo así como «el cacique del pueblo».
Al proyectar el futuro de sus tres hijos, asigna al más pequeño la profesión de abogado. Siempre se dice que un letrado debe tener el dominio de la elocuencia y cualidades para expresar ideas y comunicarse.
Tal vez por ello, el padre le pide a Francisco Sardiñas, que tiene la peregrina idea de abrir la primera emisora de radio en La Maya, que permita al benjamín de la familia practicar como locutor.
Cuando, el 20 de mayo de 1949, lanza las primeras palabras al éter, sus veinte años se vuelven rebeldes contra el mandato paterno. Fija a su vida un objetivo y un nombre, que después se convierte en obsesión, hasta que, en 1963, Eduardo Rosillo logra decir ante un micrófono y para todo el país «Radio Progreso, la Onda de la Alegría».
Pero dejemos que sea el propio Rosillo, el que nos cuente estos fragmentos de su vida:
«Recuerdo que ese día Leonel Landeau, en las palabras con las que deja inaugurada la emisora, dijo: «Yo me siento profundamente enorgullecido al saber que a partir de este minuto histórico, la voz de mi pueblo se oye aquí en Songo, en Santiago y en el mundo entero». Y no se oía ni a tres cuadras a la redonda.
Esta emisora estuvo funcionando en La Maya por espacio de dos o tres años. Después fue adquirida por Amable Martínez, que la trasladó para Holguín y, un poco más tarde, se ubicó en la actual provincia de Las Tunas para llegar a ser Radio Victoria, hoy Cadena Provincial de Las Tunas.
Cuando trasladan la CMKT, me preparé para examinarme en Santiago de Cuba. De seiscientos y tantos aspirantes yo resulté uno de los treinta y tres que aprobaron»
¿Cuándo abandona la carrera de derecho?
«Cuando muere mi padre abandoné la carrera en el tercer curso, pues tenía que trabajar para ayudar a mis hermanos a concluir sus estudios. Después traté de readaptarme a la vida metódica del estudiante, pero no lo logré. Más tarde, en Alto Songo fui candidato a Concejal y estuve trabajando en el Ayuntamiento. Era miembro de la juventud del partido Republicano.
Muy pronto, el 10 de marzo de 1952, me di cuenta que en política todo era efímero y mientras los funcionarios del Ayuntamiento de Alto Songo hacían los planes para apoyar el Golpe de Estado del 10 de marzo, yo decidí dedicarme a la locución y encaminé mis pasos a Santiago de Cuba. Empecé en la CMKC de esa ciudad y estuve trabajando como locutor suplente hasta unos días después del asalto al Cuartel Moncada».
¿Cómo se produce su entrada oficial a la plantilla de CMKC?
«El día 25 de julio del año 1953 terminé de trabajar a las 12:00 de la noche. Salí con unos amigos a un bar en la calle Victoriano Garzón frente al edificio de la Audiencia de Santiago de Cuba. Había carnavales, pero en esa área no. Estaba desierto, nos sentamos a una mesa, nos pusimos a conversar con el dueño del bar y ya avanzada la madrugada sentimos una especie de descarga de fusilería.
Nos encaramamos en una mesa y vimos que desde la azotea de la Audiencia se estaba atacando el Cuartel Moncada. No podía ir para mi casa porque tenía que pasar por el Cuartel. Fui para el edificio de la emisora que estaba en Aguilera No. 511.
Los dueños de la CMKC eran Raúl Solarí Echevarría y José Berenguer Mestre, que era sobrino de Goar Mestre, dueño del Circuito CMQ.
Cuando salí de aquel bar a media mañana del día 26 de julio y voy para la emisora, estaba cerrada, no había abierto ese día. Me senté en el quicio y como a las 12:30 del día llegó Solarí. Le dije que había ido para allá por si hacía falta y ese mismo Raúl Solarí Echevarría, unos días más tarde me designó locutor titular de la emisora CMKC».
Refiere que por razones personales, primero, y políticas, después, debe partir hacia la capital del país, donde se abre paso en disímiles actividades. ¿En qué fecha sale de Santiago?
«La primera vez, a mediados de 1956. Vine para La habana, por problemas de carácter personal; regresé a Santiago a principios del año 1957, y trabajé en la emisora CMKR Red Provincial de Radio. En enero de 1958, como consecuencia de la persecución política llegué a La Habana definitivamente».
¿Pertenece al Movimiento 26 de Julio?
«No era miembro del Movimiento, pero me expresaba y eso trajo como resultado que me llegaran a fichar por revolucionario y por esa razón tuve que salir de Santiago».
Y en la capital, ¿pudo conseguir trabajo en la radio?
«Fue imposible tener un contrato fijo, me dediqué a trabajar en carros altoparlantes anunciando pollerías, farmacias de turno, piqueras de automóviles. Hacía menciones y jingles para los comerciales de las emisoras locales.
Uno de estos spots lo escucharon en la Publicitaria Yenen. Estaban buscando un locutor, porque nuevo era el producto que se iba alanzar al mercado. Fui y grabé la mención de Defensol que era un analgésico y me pasó también algo digno de ser contado.
La Publicitaria Yenen me citó para que hiciera una grabación en un estudio que radicaba en el antiguo edificio Atlantic, donde actualmente se encuentra el ICAIC en la calle 23 en El Vedado. Hice las dos menciones y las dos fueron aceptadas».
Para Eduardo Rosillo, la Policía Nacional Revolucionaria es su gran escuela. ¿Cómo se convierte en policía?
«Un día iba con el carro altoparlante anunciando una farmacia, San Miguel o San Juan Letrán, que queda cerca de aquí de Radio centro y vi unos oficiales de la Policía en los semáforos de peatones que subsisten en L y 23. Allí me encontré al comandante Raúl Menéndez Tomasevich a quien había dejado de ver muchos años antes en el Instituto de Santiago de Cuba, donde estudiábamos.
Me lo encuentro gordo ya, con el pelo bastante desaparecido. En aquel momento era el jefe de tránsito y se me ofreció para cualquier cosa que pudiera necesitar. Como los carros altoparlantes dejaban de funcionar lo fui a ver y le dije que tenía mujer y un hijo y quedaba sin trabajo. Me llevó a Cuba y Chacón y salí con el nombramiento de vigilante 1049 de la Policía Nacional Revolucionaria.
Prácticamente soy fundador de la Policía Nacional Revolucionaria y del Ministerio del Interior, algo que a mí me enorgullece mucho porque la condición de revolucionario, que considero que soy, la gané en la policía.
Tengo tercer año de Derecho y podía anunciar por la calle en un carro altoparlante las leyes del tránsito. Parece que hacía el trabajo bien, porque me situaba en los lugares y la gente me rodeaba. Un día, estando es la esquina de Galiano y Zanja, dictando conferencia de tránsito me escuchó el comandante Samuel Rodiles, inspector general de la Policía. Le había gustado lo que hacía el carro y le sugirió a Tomasevich que ese trabajo se hiciera por radio».
Es así cómo a través de su trabajo de divulgación del tránsito en la Policía, llega de nuevo a la radio. La CMQ le abre las puertas al vigilante 1049 de tránsito. De aquel momento nos cuenta esta anécdota.
«En lo que entonces era todavía la CMQ conseguimos un espacio de tránsito que se transmitía todos los días de 8:00 a 8:15 de la mañana. Lo hacía con Héctor de Soto. Cuando empiezo a hacer aquel programa de tránsito por CMQ Radio, un día Héctor de Soto me dice: «Rosillo, mi dentista dice que tiene que ser familia tuya, quiere que yo te lleve allá.>> Le dijo que el apellido Rosillo es único y yo esperaba que me llevara. Como deja de hablarme del asunto, un día, cuando ya había empezado a hacer el programa para la televisión, Héctor me dice: <<No, ya él te vio por televisión y dice que tú no eres familia de él».
Cuando aquella experiencia se lleva a la televisión, ya comienza a perfilarse el rumbo futuro de Eduardo Rosillo como locutor. Pero ¿cómo llega a la televisión?
«¿Cómo caigo en la televisión? Ese trabajo que hacía por CMQ lo oyó un día el Comandante de la Revolución Ramiro Valdés, que era ya Ministro del Interior y se determinó que el programa de radio se hiciera por televisión.
Empezamos a hacer, a fines de 1961, un programa en el Canal 4, todos los martes a las 9:30, donde yo intervenía como técnico, vestido de uniforme, respondiendo preguntas que hacían los oyentes, pero el programa tenía su locutor.
Un día llego y el director Mitjans, me dijo que el programa no podía salir ese día porque el locutor no se sentía bien. <<Como único sale – me dice – es que tú hagas la parte del locutor.>> Él, ni nadie, sabía, ni en CMQ, ni en el canal de televisión, que yo era locutor y acepté la responsabilidad.
Pensé: <<La gente no sabe que soy locutor, si me queda mal es un policía y al policía no lo van a responsabilizar ni censurar mucho.>> Esa tranquilidad parece que trajo como resultado que todo me quedara bien y cuando recibe las observaciones del ministro, el director del Canal 4, Sergio Nicols, me dice: <<Teniente, y ¿por qué usted no se hace locutor?>> Le contesté: <<En primer lugar no soy teniente, soy el vigilante 1049, ¿usted no cree que es muy tarde para que me haga locutor?>>
Sergio Nicols insistió: –Trabajé en Mil Diez, conmigo se formaron muchos de los grandes locutores de Cuba, le digo que en usted hay un locutor en potencia.– No le dije que era locutor porque me sentía muy bien en la Policía».
¿Y cómo se inserta en la radio nacional?
«Radio Habana Cuba tenía como un año de fundada cuando Sergio Nicols le recomienda a Marcos Behmaras, director de la emisora, que me haga una prueba como locutor. Trabajé un año en Radio Habana Cuba, pero el sueño de mi vida era trabajar en Radio Progreso.
En la CMKT de La Maya, en la CMKC y en la CMKR de Santiago de Cuba, daba el sueldo de un mes por tal que me dejaran decir: <<Radio Progreso, la Onda de la Alegría».
En la provincia de Oriente, la CMKC le ganaba a Radio Progreso en los surveys tanto en el programa de por la mañana como en el de por la tarde. Temprano me di cuenta que los gustos musicales cambian de una región a otra, que esos programas que se hacían aquí, La pizarra verde y la Discoteca Partagás, los hacían a tenor de los gustos que prevalecían en La Habana. Esos conocimientos me ayudaron después en Progreso».
En octubre de 1963 usted hace realidad el sueño de su vida, cuando comienza a trabajar como locutor en la emisora Radio Progreso.
«René Hernández Regijo, El Goyo, era mozo de limpieza en la CMKC de Santiago de Cuba y me lo encuentro como operador de audio en Radio Progreso. En el portal de Infanta un día conversaba con El Goyo, cuando llega Ángel Hernández, entonces director de esta emisora y le dice: <<Mira, Ángel, este muchacho le ganaba a Radio Progreso en el survey de Santiago de Cuba en la CMKC. Trabaja en Radio Habana Cuba, sería muy bueno traerlo».
Me hacen la prueba Juan Ramón González Ramos, <<Tatica>>, y el propio Ángel Hernández, que siempre ha sido un locutor extraordinario. Recuerdo que estaba tan nervioso que no podía sostener el papel entre las manos y ellos se dieron cuenta y me aceptaron».
¿En qué programas comienza a trabajar?
«En esa época había como especie de una filosofía no escrita que determinaba que el que entraba tenía que hacerlo por la puerta chiquita, es decir, por el turno más difícil. En Radio Progreso era el de por la noche, comenzaba a las 8:00 hasta las 12.00 de la noche.
Mi turno de trabajo consistía simplemente en dar la hora cuando terminaba un programa. Después bajé al turno de 4:00 a 8:00 de la noche y ya entraba la Discoteca dentro de mi horario. Aquella experiencia de los cambios que prevalecen de una región a otra; aquel tiempo buscando en la famosa discoteca de Radio Progreso me sirvieron de parque y empecé a hacer el programa imprimiéndole a aquella discoteca características de esas experiencias y así estuve trabajando en ese programa veintiséis años, hasta 1990, que pasé a cubrir otros espacios en Radio Progreso».
La Discoteca Popular de Radio Progreso tiene varias etapas, ¿Cuándo logra la popularidad?
«Aquella Discoteca comienza a ganar en importancia cuando las transmisiones deportivas dejan de hacerse por Radio Progreso y se asumen por Radio Rebelde. Porque la mayoría de los juegos eran por la tarde y esto afectaba el programa y su audiencia.
Durante veintiséis años traté que la Discoteca fuera una expresión de lo mejor de nuestro pentagrama. En el estudio No. 1 se grababa y enseguida esa música se difundía por la Discoteca».
Rosillo, su presencia en Progreso no coincide con la época en que Benny Moré era visita asidua al Estudio No. 1, que hoy lleva el nombre del Bárbaro del Ritmo.
«No, y eso para mí es un gran dolor. La primera y última vez que vi cerca de mí a Benny Moré fue el día 20 de febrero del año 1963, en el Sindicato Nacional de Trabajadores de Artes y Espectáculos, que estaba en el edificio que ocupa actualmente el Palacio de los Matrimonios en Prado. Allí velaron el cadáver de Benny Moré, antes de llevarlo para Santa Isabel de las Lajas.
Fui allí y me acerqué al féretro, tenía sus preciados atributos: el sombrero y el bastón. Lo había visto en Santiago de Cuba como espectador, pero de cerca así, nada más que ese día. Sin embargo, ya desde Santiago de Cuba, seguía los pasos de Benny Moré en la música popular cubana.
Sabía desde que hacía el programa en Santiago de Cuba, que los gustos musicales cambian, pero también existen gustos generales y a toda la nación le gustaba el Benny».
¿A qué se debe ese fenómeno que denuncian las encuestas llamado preferencia que tiene Radio Progreso? Eduardo Rosillo tiene una opinión que sustenta en hechos concretos.
«La radio de un país tiene que ser reflejo de la idiosincrasia de ese pueblo. Dos señores millonarios Goar y Abel Mestre con una formación obtenida en los Estados Unidos montan un negocio de radio y el sistema que aplican es el copiado en ese país. Pero había surgido una emisora el 15 de diciembre de 1929 en Monte 129. Los dueños no eran poderosos, pero la emisora fue desde el primer momento reflejo de la manera de hacer del cubano.
Después se instala en Infanta, con un amplio estudio con lunetario y un edificio con ciertas posibilidades, pero sin el rigor que existía en Radio centro. Recuerdo que fui un día a ver un programa que tenía CMQ, Fiesta en el aire. Sentía una admiración tremenda por Germán Pinelli. Fui a pararme y el inspector de estudio me mandó a sentar, tenía que mantener la disciplina porque si no, no veía a Nat King Cole, no veía a Libertad Lamarque. En Radio Progreso la gente participaba y eso tiene relación con los resultados de audiencia y popularidad».
Penetrar en cada hogar cubano a las 11:50 y a las 7:50, para decir, en tono que se aparta de su locución conversacional, la presentación de un espacio que se mantiene entre los primeros que acumulan los mayores por cientos de la audiencia nacional. ¿Qué significa para usted?
«Para mí es un mérito, una tremenda distinción porque ese programa desempeña un papel importante, en cuanto a la audiencia y el objetivo para el que fue creado. En Alegrías de sobremesa soy una pieza de un engranaje, de una maquinaria. La locución que hago es la mía, pero feriada.
Los programas de este estilo tuvieron siempre un equipo de escritores y Alegrías tiene un solo escritor que debe escribir todos los días un libreto para hacer reír y en un horario muy importante.
A mí me dijo Félix B Caignet que Luberta era un genio. Que él, Félix B. Caignet, escribía para hacer llorar, que para eso visitaba solares, le contaban tragedias que salían reflejadas en los libretos y Luberta escribía todos los días un libreto para hacer reír y lo lograba».
Alegrías de sobremesa destaca entre sus méritos el de haberse sumado a la cruzada internacionalista del pueblo en tierras africanas. ¿Alguna experiencia personal?
«Alegrías de sobremesa me ha dado grandes satisfacciones, es un programa internacionalista. En el año 1983 fuimos a Angola, recorrimos ese país desde el norte hasta el sur, desde Cabinda hasta Lubango. Antes de presentar el programa dialogaba con el público, les decíamos: <<Les traemos un mensaje de la Patria que allá lejos se siente orgullosa del ejemplo que están teniendo ustedes en la práctica del internacionalismo. Éste no es el momento para la añoranza, éste es el momento para reír y cantar como ocurre todos los días a las 7:50 y a las 11:50 por las frecuencias nacionales de Radio Progreso: Aquí Radio Progreso presentando (y aquellos muchachos se abrazaban y estaban llorando) Alegrías de sobremesa».
Entre sus grandes amores, Rosillo señala a La Discoteca del ayer, programa dominical, con más de 45 años en el aire, que tiene gran arraigo popular. Entre sus objetivos están cubrir un espectro ausente de la radio nacional, la añoranza por la juventud, sus recuerdos, el puente entre el pasado y el presente, la música que hace vibrar a las personas que en cada época tiene más de treinta y cinco años.
«Un día hablé con Antonio Hernández, director de la emisora, no le gustó mucho la idea, pensaba que esa música estaba muerta. Le insistí tanto que me autorizó a poner el programa al aire. Cuando terminó la transmisión, me dice Ñico: <<Aunque sea repitiendo la música, vamos a poner el programa mañana.>> Yo tenía seleccionada música para hacer uno nuevo. Al día siguiente, salió el programa, subió Antonio a la cabina, atendió las llamadas telefónicas y cuando terminó la transmisión me dijo: <<Se queda el programa.>> Y hasta el día de hoy.
Esto fue el día 5 de febrero del año 1963, después con el tiempo el mismo Antonio me dijo: <<Ese programa le interesa sobre todo a la gente que tiene entre treinta y cinco y sesenta años. ¿Por qué no lo repetimos el domingo?.>> Y así comenzó a salir el programa. Por primera vez de 4:00 a 6:00 de la tarde el viernes y el domingo de 9:00 a 11:00 de la mañana, hasta que en 1990 quedó de 8:00 a 10:00 de la mañana los domingos y en vivo, lo que logra mayor comunicación con el oyente».
En 1990 sale al aire Un domingo con Rosillo. El horario no lo favorece: el cine, la televisión, con los deportes y las películas son otras alternativas válidas. Sin embargo, el pueblo lo busca, las encuestas lo refieren, entre los primeros del país. ¿Satisfecho?
«A mí la vida me ha deparado grandes satisfacciones, creo que soy una persona realizada porque encontré a su debido tiempo la manifestación del trabajo para la ocasión. Uno trata en la calle a todo el mundo, pero todo el mundo no va a su casa y cuando la gente sintoniza La discoteca del ayer, Alegrías de sobremesa, Un domingo con Rosillo, yo entro a las casas de mi pueblo.
Hacer un programa en vivo los domingos no es fácil porque el sábado es el día de asueto y a la gente le gusta ir al cabaret, le gusta ver las películas del sábado, le gusta tomarse una botella de ron. Yo no puedo hacerlo, tengo que acostarme temprano porque debo estar con la mente fresca. Porque el programa no sale igual que grabado y podría contarte, por ejemplo, que Barbarito Diez murió un sábado por la noche y cuando llegué a Radio Progreso al otro día, domingo, se dedicó el programa a Barbarito Diez.
Si el programa hubiera sido grabado, ni nos hubiéramos dado cuenta de esa noticia nefasta para los sentimientos de Cuba. Cuando salí de Radio Progreso a las 10:00 me dirigí a la funeraria de Calzada y K, casi todas las personas que estaban allí se habían enterado por La discoteca del ayer».
Para Rosillo, la comunicación con los oyentes es uno de los mayores aciertos de La Discoteca Popular, La discoteca del ayer, Un domingo con Rosillo y Alegrías de sobremesa.
«Cada día se aprende algo, cualquiera te puede enseñar. Pienso que la mayoría de las cosas que sé me las han enseñado los oyentes. Haciendo el programa en vivo, se me olvida un intérprete y los oyentes me llaman: <<Oye, ¿qué pasa que tú no pones a fulano de tal?>> Se me olvidan números, a veces doy un dato equivocado y me llama un oyente y me saca del error. Esa comunicabilidad es factor importante en cuanto al desarrollo de estos programas».
Y lo que son las cosas, en 1949 Eduardo Rosillo le habla por primera vez a un micrófono, en su pueblo La Maya, en una emisora que poco tiempo después cierra sus operaciones. Y el 30 de diciembre de 1999, se inaugura en La Maya una moderna emisora Sonido SM en frecuencia modulada. ¿Qué significa para usted?
«Imagínate, ya he transmitido dos veces desde allí el Domingo con Rosillo. Primero, cuando ya terminada esperaba la instalación de su transmisor, por cierto de FM. Y el 2 de enero, celebrando su inauguración. El equipamiento es de primera calidad, incluyendo la transmisión de la música por el sistema de disco compacto, pero sobre todo la calidad humana y la preparación cultural de sus jóvenes trabajadores son impresionantes. Me acordé de Landeau, porque esta emisora sí cumplió sus deseos. Cubre todo Alto Songo y un poco más. Me siento muy feliz».
Cuando se hable de las personas que desde la radio han promovido con mayor fervor la música cubana y sus cultores al lugar que se ha ganado por su calidad; las que han aportado más a la identidad cultural de Latinoamérica, entre esos nombres aparecerá, con relevancia, pero con la sencillez que presidió su paso por la vida, el de Eduardo Rosillo.
Premio Nacional de Radio, Artista de Mérito de la Radio y la Televisión. Amigo, Maestro, Artista de su Pueblo: Tu voz de cristal ha quedado eternizada en el espacio, en la historia, y en el recuerdo de las generaciones, que en Cuba y en Angola te escucharon decir con ese estilo único, desbordante de cubanía y la fuerza de los grandes: «Aquí Radio Progreso, presentando Alegrías de Sobremesa».