Cuando una amiga se va

¡Ay mi calle 23
cuando me encuentre
en el cielo
Cómo te voy a extrañar
ya no podré saludar
a los que tanto yo quiero!

Este 21 de enero de 2015, la cultura nacional ha perdido otro de sus baluartes. 

¿Qué puede decirse para no restarle brillo a una artista total?

En retrospectiva la vi llegar a principios de los años setenta a la emisora Radio Cadena Agramonte, para ayudar a formarnos como artistas del incipiente grupo dramático de la provincia.

Ella, tal vez, no se daba cuenta que su alumnado veinteañero, se sentía cohibido ante aquel paradigma de la actuación. Rostro solo imaginado a través de su voz radial, hasta que se hizo presente por la Televisión.

Sin embargo el hielo quedó roto, cuando ella a título de presentación, dijo con la picardía acostumbrada:

“Mi padre me puso Marta Sobeya Catalina del Carmen. Era periodista y quería que le siguiera como Sobeya Jiménez. Pero siempre he sido Marta Jiménez Oropesa, aunque, en la realidad ni esa soy, me he convertido en Rita Palanganillo. !Que gente caballero, pero que gente!  Y todos reímos. A partir de allí la sentíamos como una más de nuestro grupo, por su sencillez, humorismo, y esa modestia que era su más fidedigna carta de presentación.

Marta fue llamada por Alberto Luberta, pocos meses después de inaugurarse un clásico del humorismo radial, en 1965, para unirla a Idalberto Delgado, y formar la pareja inolvidable de Rita y Paco de Alegrías de Sobremesa. Así lo recordaba:

“Luberta, al verme preocupada por el personaje, me dijo: — No te preocupes lo que yo quiero es una cubana natural — y salió. Idalberto y yo nos llevamos tan bien, que parecía un matrimonio de verdad. En 1983, fuimos a llevar la alegría a los jóvenes cubanos en Angola. Más de 40 días. Recorrimos muchas provincias de Cabinda a Cunene”.

Desde sus inicios fue una de las más sobresalientes actrices de la radio nacional. Cuando le entregaron el papel de Juana, como compañera de Enrique Santisteban, en las Aventuras de Tarzán, a principio de los años cuarenta. Y en ocasión de ser seleccionada en 1943 la dama joven por la Agrupación de la Crónica Radial  e Impresa, ya Marta había transitado un largo trecho ante el micrófono.  De sus  comienzos me dijo:

Era una niña cuando hice los primeros personajes, me gustaba actuar y leía muy bien. Trabajé en CMX, Radio Lavín. Era un programa de una escritora canaria, Mercedes Pinto. Época de     Machado y la situación económica era terrible. Cuando trabajaba ella me daba un pesito y con eso se compraba harina en mi casa.”

Después de Tarzán, incontables novelas entre ellas el Folletin Hiel de Vaca y la Novela Palmolive la tuvieron con su arte depurado. Entre otros programas de los primeros del rating, El suceso de hoy, donde cantaban Joseíto Fernández y la Calandria con el tema de la Guantanamera. Un programa muy difícil, en vivo, con personajes de distintas sicologías y formación, porque se trataba de dramatizar la crónica roja de cada día.

También, Marta dejó su arte con éxito en el Principal de la Comedia dirigida por Nicolás Rodríguez. Allí también fue llamada por la Compañia de Pepita Díaz y Manolo Collado, y se presentó en otras salas teatrales importantes de la capital, como actriz o declamadora

En CMQ la sorprendió  la Televisión, el 18 de diciembre de 1950, y por supuesto su calidad se hizo visible a través de la pantalla en múltiples programas como actriz y también como locutora y animadora, entre ellos, Diversiones Pilón, con José Antonio Cepero Brito, lo que siempre consideró su escuela para la animación. Teatros, Comedias, Novelas… y programas estelares como Conflictos Humanos, El humo del recuerdo, Estudio 15, A reírse rápido y otro clásico del humorismo Cascabeles Candado. Todo ello le permitió ser seleccionada en 1954, como la actriz genérica más sobresaliente de la televisión, de acuerdo al análisis de la [ACRYT] Agrupación de la Crónica Radial y la Televisión. 

Fue de las primeras que vistió el uniforme de las Milicias Nacionales Revolucionarias, en 1959.

A su calidad como actriz y locutora se unió otra especialidad que la convirtió en referencia obligada, la dirección de artistas. Y cuando se habla de la superación, todos la mencionan, porque tienen algo que ella les enseñó. No, no fue aislado aquel gesto de ir a una provincia, como Camagüey, sin pedir nada a cambio, solo a compartir su magisterio.

Artista de Mérito de la Radio y la Televisión, Premio Nacional de Radio y de Humorismo, entre tantos lauros… Pero ¿y  la mayor felicidad?

“Soy feliz me siento respetada por mi pueblo. Soy feliz porque la gente me llama Rita. Porque al escuchar la radio y ver la televisión, observo compañeros que fueron mis alumnos que hoy son triunfadores. Traté siempre de enseñarles, no sólo la parte artística, técnica, si no su comportamiento como figuras públicas. Porque nosotros no nos podemos creer que somos mejores que nadie, tenemos que asumir la mejor actitud ante la vida y eso para mí es lo más importante”.

Por toda su vida, por sus valores compartidos, cuando esta amiga se va, solo podemos decir “Que gente caballero, pero que gente”.

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