Esther Borja: La radio me popularizó

“ Cuando mi madre intuyó que yo quería ser artista, me hizo estudiar una carrera, y estaba ya en cuarto año cuando se suspenden las clases, por el gobierno del dictador Gerardo Machado. Le había dicho a mi madre, que terminaba, le entregaba el título y ya podía dedicarme a lo que era mi vocación”.

 

Esta historia comienza así: Era estudiante del cuarto año de magisterio y, su vecino Don Pancho Lavín, le pregunta:

“¿Señorita usted es la que canta?  Sí, en mi casa. ¿Y a usted le gustaría cantar por la radio? Imagínate ¿muerto, quieres misa? Tenía en su emisora un pianista, muy afable, Cuco Benítez. Y así se produce mi primera transmisión en radio”.

Con sencillez, Esther Borja, comienza su vida artística. Fue la más fiel intérprete de respetables personalidades, entre ellos, del maestro Ernesto Lecuona.

“En la CMCA conocí a Juanito Brouwer, papá de Leo e hijo de Ernestina Lecuona; y, en la Casa Lavín a Elisa, la hermana más chiquita. Ellos deseaban que yo conociera a Ernestina. Un día con mis propios pies, fui hasta donde ella vivía. Con mi musiquita debajo del brazo, me presenté. Y cuando estaba cantando, salió la tía de Lecuona, y pregunta << Ernestina, quién es la muchacha que canta. Una muchachita que vino para que yo la oyera, tía Carmen”, expresó: “Cuando la oiga Ernestico”.

“El esposo de Ernestina era uno de los dueños de la CMK del Hotel Plaza y ella me llevó a cantar. También tenía un espacio, La Hora Lecuona en El Progreso Cubano. Me incluyó para tomar parte. Salíamos directamente al aire. Ella tenía una producción muy bonita”.

¿Cuándo  conoce a Ernesto Lecuona?

“Al llegar de España. Y al regresar de México trae las canciones con versos de Martí, que hace para mí. Tomé parte en sus conciertos, y en un programa de la Hora Múltiple.

En febrero de 1935, se presenta en la Sociedad Lyceum, con las canciones con versos de José Martí. ¿Y su debut teatral?

“El 13 de septiembre del propio año hice mi debut en el Teatro Auditórium. Se estrenó la opereta Lola Cruz, con libreto de Sánchez Galarraga y música de Lecuona. Allí, Damisela Encantadora, se unió a mi nombre para siempre. Tenía 22 años, y tuve que salir 5 veces a repetirla”.

 ¿Qué significa la Radio para usted?

“Donde me inicié, me popularizó, y me llevó a mi primera gira al exterior. Tuve contratos con Radio El Mundo de Buenos Aires y la Radio Nacional de Lima, entre otros países de América. Además un contrato en Radio Madrid. Para el programa, Fernando Mulens, escribió el tema, Para ti cantaré una canción”.

En 1943 con Lecuona debuta en el Hall of América, de la Unión Panamericana de Washington y en el Steinway Hall de New York. El periódico Variety destaca <<En este gran Concierto fue Esther Borja, con sus composiciones cubanas, la mejor artista del conjunto y de una gran personalidad.>>

¿Qué sucede después de este debut en Estados Unidos?                                                                               

“El gran músico Sigmund Romberg me contrató para un concierto en el Carnegie Hall de New York. El New York Times publica: Las actuaciones fueron técnicamente adecuadas, hasta que se presentó Esther Borja, cuya personalidad y perfecto conocimiento de cómo cantar una canción, la hizo que fuera algo brillante en el programa.

“Después entre 1946 y 1948, llevé la canción cubana por cuarenta y cuatro estados: Minneapolis, Ohio, New York, Chicago, Wisconsin, Nebraska, Texas, Baltimore, Filadelfia, Alabama, Georgia, Washington y otros”.                                                           

Su presencia en el teatro lírico, en Cuba y en el exterior: son momentos importantes en su devenir artístico.

“En 1940, en el Ateneo de la Nación de Buenos Aires, interpreté las zarzuelas El cafetal, Lola Cruz, Rosa la China y María la O, con libreto de Sánchez Galarraga y música de Lecuona. Las últimas actuaciones en el teatro lírico las realicé en Madrid y Barcelona, en 1953, en una gira con el maestro Lecuona”.

Participa en muchos programas de TV, entre ellos: Parece que fue ayer, Melodías de hoy, Noche de Ambar Motor, Show del pueblo, Mi Cuba, El café de la esquina… En 1961 la Televisión le encomienda Álbum de Cuba, con dirección de Ernesto Casas Rodríguez, programa que anuncia durante 25 años.

“Álbum de Cuba, fue el hijo varón que no tuve. Me hermana más a Cuca Rivero. El maestro Adolfo Guzmán, fue para mí, más que el director musical, un gran amigo. Lo que me dejó dolor fue que no pudimos materializar el disco con sus canciones: –porque a mí me gusta como tu las cantas—afirmaba.

Y el maestro Gonzalo Roig…   

“Guardo recuerdos muy lindos. Me orientó mi primer disco Un siglo de música cubana. También, un dolor: no realizar otros proyectos. Fui la última persona que dirigió, en el número que me ha acompañado con mucho éxito: Nunca te lo diré”.

Su larga duración Rapsodia de Cuba en 1953, lo graba la firma española Montilla, con la Orquesta de Cámara de Madrid, y dirección de los maestros Mulens y Montorio.

“En Radio Progreso, en 1955, se produjo un disco antológico y un suceso técnico histórico. Asumí las voces: soprano, mezzo y contralto. El milagro lo hizo la producción del maestro Luis Carbonell, quién además ejecutó el piano junto a Numidia Vaillant. Y decisiva la grabación de Medardo Montero, que la hizo solo con dos grabadoras…

“En 1975 grabé mis últimos discos con el acompañamiento del maestro Nelson Camacho, quien significó mucho para mí carrera, como extraordinario pianista y como amigo”.

** Quién te cuida con esmero como el viejo jardinero te cuidó. Quién te llevó de las ramas, que no estás en tu rosal **

Porque en  el jardín de la vida cultiva con exquisitez el amor de madre, abuela y bisabuela. Y su magisterio se entrega a la gesta que sobre el símbolo de un flamboyán, hace despertar siglos de ignorancia.

Porque los excelsos registros de su voz lleva por el mundo la cubanía de la palma real, el canto del sinsonte y los colores del tocororo.

Por ser la amiga entrañable, sobran las razones, adorada Esther, para que permanezcas en nuestros corazones y para que más allá de la Damisela Encantadora, seas, en tu centenario, y por siempre, la máxima y más diáfana expresión:  de  la canción cubana.

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