Hilda Saavedra Tuero, una bella cubana de nuestra Radio

«A mí me gustaba mucho leer, investigar, no me llamaba la atención los juguetes, como a otros niños. Quería tener mis libros porque en la escuela estaban muy deteriorados y usados y soñaba con libros nuevos, bonitos».

Vive en Marianao y cuando termina la primaria ya habían abierto el Instituto de Segunda Enseñanza. Se presenta y aprueba el ingreso. Cuando llega la hora de un estudio universitario, escoge la Escuela de Derecho y la Escuela de Filosofía y Letras. Llevar dos carreras con la poca edad que tenía era mucho.

«Sólo terminé la carrera de Derecho. Así complací a mamá que siempre me decía: «Negra y pobre, tienes que tener una carrera para ser independiente, de lo contrario no tendrás futuro en la vida.»

¿Cuándo tiene la certeza que su vida iba a transitar por los caminos que conducen a los estudios de la radio y la televisión?

«A los cinco años me llevaron por primera vez al cine, ví una película y me quedé fascinada, y pensé: «Eso es lo que yo quiero ser.» Después recuerdo que me pasaba la vida mirando revistas de artistas y oyendo radio.

«Cuando termino en la Universidad me encuentro que desenvolverse en la carrera de Derecho en aquella época era muy difícil. Había que conseguirse una recomendación para trabajar en un bufete y en una oficina del gobierno o ser profesor, pero a mi no me gustaba dar clases y las otras posibilidades eran también remotas»

¿Y qué decide?

«Coincide que abren la Escuela Municipal de Arte Dramático, ofrecieron becas y me incorporé. La dirigía Julio Martínez Aparicio y había allí profesores que antes de crear esa academia habían sido actores y actrices.

Allí tuvimos como profesores a Marisabel Sáenz, a Violeta Casal, a Roberto Garriga, a Francisco Morín, a Ramón Valenzuela y a Juan Chavás, que era un profesor español establecido en Cuba. En 1947 muere mi papá y tengo que interrumpir los estudios.»

¿Y cuándo vuelve Hilda Saavedra a sus propósitos artísticos?

«En el año 1949 volví a la Escuela de Arte Dramático y dije: -Ahora sí que termino y me dedico a esto porque es lo que me gusta». Hacía falta en mi casa dinero, porque mi papá había muerto y teníamos una situación económica en esos momentos muy apretada, esto me obligó también a buscar por las emisoras la posibilidad de trabajar, lo que en aquella época era difícil.

A título más bien de práctica trabajé en la CMZ, la COCO y CMQ de Monte y Prado. Por recomendación de un amigo, empecé a estudiar actuación en radio con un actor que era primer galán de la Empresa Sabatés que se llamaba Alfonso Beltrán».

«Poco después sale una convocatoria de la Empresa Crusellas para trabajar en radio sustituyendo a Marta Casañas y a Ernesto Galindo. Se habían presentado infinidad de jóvenes, porque Crusellas estaba buscando, para desarrollarlas, una voz de muchacha y una voz de muchacho. Las pruebas fueron bastante difíciles y laboriosas, pero finalmente un estudiante también que se llamaba o se llama René Sánchez ganó el puesto de actor y yo tuve la suerte de ser la escogida como actriz».

«Antes se clasificaban los actores en primer actor o primera actriz, segundo actor o segunda actriz y dama joven y me ubicaron entre esas categorías.»

¿Considera su debut en CMQ de Radiocentro como un paso definitivo en su carrera artística?

«Por supuesto. El primer programa que hice fue El suceso de hoy. Ahí cantaba La Guantanamera de Joseíto Fernández con su orquesta y debuté trabajando con Antonio Hernández, Marta Jiménez Oropesa y otros compañeros. Se escenificaba un suceso cada día. La crónica roja era así. Se grababa en el Estudio 4 de Radiocentro, hoy musical multipista de Radio Rebelde.»

Hilda ¿recuerda la fecha?

«Sí, como no. Empiezo a trabajar con Crusellas en 1950. A los seis meses me renuevan el contrato y un día llega Miguel Llao, que era excelente actor y un magnífico director, y me dice: -La felicito, ya usted va a empezar a trabajar en grande, va a sustituir a Marta Casañas en la novela FAB.- Se transmitía a las 2:00 de la tarde y era la novela que más rating tenía en Cuba y el personaje que hacía Marta Casañas era una mujer malísima, que tenía una cicatriz en la cara y yo cogí terror, pánico y le digo a Miguel: -Yo no puedo todavía enfrentar eso, eso es mucho para mí. No puedo hacerlo».

Miguel se quedó pasmado y al día siguiente viene Ramón Antonio Crusellas que dirigía también programas de la Empresa y me dice: -Venga acá, Hilda Saavedra, ¿quién le ha dicho a usted que le puede decir a Crusellas y Compañía, que usted no puede hacer una cosa? Si ellos entienden que usted lo puede hacer, usted lo puede hacer. Además, ellos tienen su manera de irla situando. No va a empezar allá arriba donde está la novela, el personaje, se adecúa eso a sus posibilidades de principiante. ¿Por qué ha dicho que no? –

Le dije: – Es que yo no quiero engañar a nadie.- Unas guanajerías de esas que se le ocurren a uno. El caso fue que me suspendieron el contrato.

Imagino que esto es una lección para toda la vida.

«Efectivamente. Ésa fue mi mayor Universidad. Dio la casualidad que al día siguiente que Crusellas me notifica la cancelación, viene Francisco Vergara que era escritor del programa Cabaret Regalías, el primer programa de la televisión de aquella época, un espacio variado. Me dice Vergara: – Óyeme, muchachita, ¿tú quieres trabajar en la televisión?- Entonces pensé que ya no podía decir que no, porque me habían botado de Crusellas, si decía que no, me tenía que ir. Le respondí: – Yo no lo he hecho nunca, pero creo que lo puedo hacer.-

Dice Vergara: – Los dueños de Regalías el Cuño te han visto por aquí y consideran que tú puedes hacer una buena pareja con Enrique Alzugaray, así que, vamos a probarte, te vamos a poner poca letra, pero vas a salir mucho en cámara para ver cómo luces».

«Me tenía que buscar un traje de noche y gangarrias como de un cabaret. Mi mamá había visto el anuncio de una modista, una casa que se llamaba Angelita Novias, y fuimos allí. Angelita me buscó un traje, me prestó un adorno de cabeza, una carterita de noche y lo que yo necesité». Trabajé, le gustó a la gente de Regalías el Cuño y seguí trabajando como dos o tres años en el programa Cabaret Regalías.»

Entonces se puede afirmar que usted debuta por la puerta grande de la pantalla chica. ¿En qué año?

Eso fue a mediados de 1951.

¿Y qué programas de televisión en esta época, prefiere hacer?

«El humo del recuerdo era un programa dramático, Estudio 15 también. Pero siempre me tiraban más para los festivos. En aquella época admiraba mucho a los actores dramáticos y quería ser como Betty Davis o como esa gente en grandes tragedias y no me daba cuenta de cómo le llegaban al público, al pueblo, los programas festivos, yo no me daba cuenta del interés que tenían.»

¿Imagino que trabaja al lado de grandes personalidades de la actuación. Algunas preferencias de actores y actrices de radio con los que comparte?

«Para mí todos eran unos monstruos, los admiraba mucho. Me temblaban los papeles en la mano cuando me paraba delante de un micrófono porque en esa época se iba al aire directo. Crusellas tenía un elenco donde estaban Marina Rodríguez, Minin Bujones, Marta Jiménez Oropesa, Ana Sáenz, Alejandro Lugo, Eduardo Egea, entre otros, eran actores de primerísima calidad.»

Y en cuanto a los directores, fundamentalmente los dramáticos?

«Los directores también eran muy buenos. Recuerdo a Miguel Llao, Enrique Iñigo, Celestino García Suárez y después llegó Julio Lot, que fue un gran director de radio».

A principios de los años sesenta, se incorporan una serie de valores y, por ejemplo, podemos mencionar a Odilia Romero. Trabajé mucho con ella y con Isabel Aida Rodríguez, y siempre antes y después Sol Pinelli, que estuvo dirigiendo hasta los noventa, mientras su salud lo permitió. Era la primera en llegar al Estudio.»

Por supuesto, de la televisión también tiene sus buenos recuerdos.

«En la televisión había muchos valores. Entre ellos, Jesús Cabrera; tuve una gran admiración y respeto por Roberto Garriga, era una persona que tenía una manera de dirigir tan extenuante, porque él no se sabe que vitalidad tenía. Sol de batey fue lo último que hice para la televisión en 1985. Garriga venía con todo preparado. Le explicaba a cada actor sus escenas exhaustivamente, trabajaba intensamente».

Admiré mucho también a Antonio Vázquez Gallo, a Gaspar Arias y a Erik Kaupp.»

Hilda Saavedra alterna el trabajo de la televisión con el de la radio. El 3 de noviembre de 1985, cuando sale al aire Radio Taíno, la Tur-Emisora de Cuba, está entre el elenco tan exquisitamente escogido. Sobre lo que hace en Radio Taino, me comenta.

«Me llamaron para trabajar en el programa Hablando de Cuba, era compartido con Alden Knight, que aún lo mantiene. Tengo de ese programa un gran recuerdo, porque lo hice con un gusto y con una satisfacción enormes. Tuve que dejarlo cuando me jubilé y la verdad es que lo sentí mucho porque era delicioso, o es, porque todavía está en el aire».

«De aquel momento recuerdo sobre todo a José Antonio Cepero Brito que fue un compañero a quien quise mucho. Me ayudó en mi desarrollo en el trabajo de locución y de animación de programas, lo que llaman ahora presentación o conducción y fue un excelente compañero».

Quise indagar más sobre su andar por la radio, Hilda sonríe y me dice: – es que de la radio lo que tengo son todos muy buenos recuerdos .- ¿Algún ejemplo?

«Voy a mencionar también un programa que me dio mucho gusto hacer La flecha de cobre, con libretos de Miguel Ángel Daranas y dirigido por Oscar Luis López y más tarde por Esmeralda Fernández, otra formidable directora de radio. En La flecha de cobre era prácticamente la figura femenina principal. Tuve personajes muy bonitos, muy buenos. También hice durante veintitrés años Después que llegó Colón, que aún anda por el aire, lo inauguré y esporádicamente me sustituyeron Yolanda Pujols, Asenneh Rodríguez y Fela Jar, entre otras compañeras.»

Hace un paréntesis en la conversación para referirse a una grande de la escena.

«En la época que me quedé sin contrato en CMQ, Sol Pinelli siempre buscaba la oportunidad de darme un chance de trabajo, para que yo hiciera algo. Y después cuando fui una figura del cuadro dramático de Radio Liberación, siempre me distinguió. Sol era una excelente persona, pero tenía un carácter difícil en el Estudio, era rigurosa en la disciplina. Nunca tuve problemas, primero que todo porque la quería mucho y la respetaba y siempre trabajé con Sol, con mucho agrado.»

Hoy Hilda Saavedra está al lado de su compañero en la vida y en el arte, Antonio Beltrons diseñador gráfico de la televisión. Aunque están jubilados, no se sienten retirados y participan en distintas actividades entre amigos, cantando a dúo, canciones del recuerdo inolvidable o diciendo poemas con esa voz exquisita e inalterable.

Sobran las razones para que esta sencilla mujer, actriz de fibra y compañera de siempre, haya sido galardonada con EL PREMIO NACIONAL DE TELEVISIÓN POR LA OBRA DE LA VIDA, LA CONDICIÓN DE ARTISTA DE MERITO DE LA RADIO Y LA TELEVISIÓN CUBANAS, Y LA DISTINCIÓN POR LA CULTURA NACIONAL.

———————————
HILDA SAAVEDRA TUERO (Matanzas, 19 Octubre de 1924)  Locutora y actriz. Comenzó su carrera artística en 1946. Figura destacada del teatro, del cine, la radio y la televisión cubanas de la cual es fundadora. Su vida artística comienza en la radio en la cual se le recuerda por los importantes roles protagónicos que tuvo en novelas y espacios de corte cultural. Participó como locutora exclusiva de productos comerciales. En 1950, se incorpora a la televisión y trabaja en los programas informativos como actriz y narradora de la serie de cuentos «Había una vez». Durante sus 58 años de vida artística ha sido ejemplo de profesionalismo, dedicación y entrega a su trabajo. Tiene en su haber una amplia trayectoria como locutora, además de impartir clases de esta especialidad a diferentes grupos de alumnos.

 

Autor