José Antonio Rodríguez: Actor de emoción y fuerza

Esta es la primera manifestación de arte que experimenta, quién esta llamado a ser una de las principales figuras de la escena cubana, José Antonio Rodríguez.

Como su padre es médico, quiere que su hijo le siga los pasos en la medicina, pero ya el muchacho tiene definida su profesión, sería actor. La dualidad del padre, que además es profesor de música, Sub. Director del Conservatorio y primera viola de la orquesta sinfónica, le ayuda a que antes de tomar la última decisión, llame a su amigo Enrique Santisteban, para que le oriente qué hacer después de realizarle algunas pruebas a su hijo.

José Antonio recuerda:

“Déjame decirte que la prueba consistía en una muchacha que se situaba frente a una pizarra y mantenía un diálogo. Recuerdo que la muchacha decía – por favor te lo ruego – y el hombre sólo decía: basta, no más, basta – y volvía – te lo ruego y él basta… no más, basta… – Era para ver si se podía decir – basta – en distintas formas. No me dijo nada. Qué mal lo hice, – pensé en ese momento -. Pero mandó a buscar a mi papá y le dijo – Desengáñate, el que tiene que quitarse de la cabeza que el muchacho debe ser médico eres tú, porque ese, es un actor».

Se incorpora al Teatro Universitario, a Teatro Estudio. En muchos lugares que eran verdaderas instituciones de teatro. Un día se encuentra con Elvira Cervera y le dice » Elvira a mí me gustaría ser actor – y le contesta – Muy bien, yo te voy a conseguir una prueba».

En Radio Progreso, allí donde graban los dramatizados en Calle Reina, en los antiguos estudios de Mil Diez, frente al cine Cuba le hacen la prueba, gusta y enseguida comienza a trabajar en Radio Progreso. Así llega José Antonio a la Radio. Y cosa rara, a pesar de los l6 o 17 años que tiene, hace personajes de viejo, de malo, personajes de carácter. Porque desde muy joven ya tiene ese torrente de voz que lo identifica. Al recordar aquellos momentos, dice:

«Sí, mis inicios fueron en la radio. Le debo una parte muy grande de mi formación, de los conocimientos que adquirí, porque el radio da la plenitud esa que debe tener un actor, el desenfado. Porque ahora haces un personaje, dentro de una hora haces otro y después otro más y lo mismo hablas como campesino, que como un hombre de etiqueta, como un joven o un anciano y todo de ahora para luego».

En Radio Progreso permanece durante muchos años.» En la mañana tenía trabajo regular… Hay gente que no se acuerda pero yo surgí en la radio. Y para orgullo mío trabajé al lado de grandes artistas como Pilar Bermúdez, Elvira Cervera… con escritores como Marcos Behmaras, que escribía Héroes de la justicia y Actualidad mundial… Trabajé mucho con Celestino García Suárez»

Recientemente llega a mis manos una revista Bohemia de 1961 y ahí lo descubro junto a Armando Soler, Cholito, como los únicos profesionales de un programa de aficionados que dirige Celestino García Suárez en Radio Progreso. Más tarde trabaja también en la CMQ y en el Circuito Nacional Cubano.

Ya en esa época, además de radio, hace teatro, televisión… Al respecto, me dice José Antonio:

» Yo aprovechaba el mismo maquillaje de la televisión. Llevaba la ropa que iba a usar en el teatro y dentro del propio automóvil me cambiaba el vestuario y llegaba casi con la arrancada. Recuerdo cuando hice el cura, de Las brujas de Salem en el teatro Payret, que usé todo el maquillaje del personaje que estaba haciendo en televisión, incluyendo la barba. Cuando llegaba al teatro salía del automóvil ya caracterizado y como una exhalación entraba por la puerta de los artistas y un rato después al escenario».

Comienza su vida artística en Radio Progreso, pero al poco tiempo también incursiona en el teatro. ¿Cómo se produce este proceso?

«Yo tengo varios inicios. Pero creo que el primer contacto con el teatro, fue cuando ingreso en el Teatro Universitario. Recuerdo a todos los profesores Nena Acevedo, Coralia de Céspedes, Ramonín Valenzuela, el doctor Ugarte… Distintas asignaturas: lectura expresiva, actuación que la impartía Nena Acevedo; voz y dicción Coralia de Céspedes… y yo asistía con una ilusión a las clases de actuación en el Teatro Universitario. Hicimos una obra, pero lo que más me gustaba eran las clases. Nosotros los alumnos nos reuníamos a montar escenas. Obras que más nunca he oído mencionar. Ese fue mi verdadero inicio en el teatro. Más adelante estando ya en Radio Progreso, Elvira Cervera nos llamó a Miguel Navarro y a mí y nos aconsejó – Independientemente del radio, yo pienso que ustedes son dos elementos interesantes para incursionar en el teatro -. Poco tiempo después fuimos llamados para integrar la parte juvenil del Conjunto Dramático Nacional Asenneh Rodríguez, Carlos Ruiz de la Tejera, Miguel Navarro y yo».

José Antonio comienza en la televisión antes de 1959 y fundamentalmente en CMQ. ¿Son Antonio Vázquez Gallo y Roberto Garriga los directores con los que más trabaja en todos los géneros dramáticos.?

«Hice seriales por ejemplo me acuerdo de uno que se llamó Santa Isabela. Con Garriga intervine en la novela Doña Bárbara la primera vez en 1961 con el personaje de uno de los tres hermanos que eran bandoleros. Íbamos directo al aire. Aquí también tengo una anécdota: Me acuerdo que me adelanté en un pié indebido y Raquel salió a escena antes de tiempo. Lo que armó Garriga fue tremendo. Esto no impidió que trabajara mucho con él en teatro y cuando llevó de nuevo a la televisión a Doña Bárbara también me llamó y me confió a Melquiades, un personaje muy importante».

Personifica en televisión tres personajes que se recuerdan con cariño, a pesar que eran diametralmente opuestos: uno es el Melquiades, que no era una persona buena, pero había detrás un actor para hacer el personaje que delineó el autor y nada menos que al lado de Raquel. Revuelta, en Doña Bárbara. El otro es el Rigoleto de Las impuras, ¡qué mundo interior más noble y cómo sufría en silencio!. Y el tercero es una actuación, que como expresa Enrique Santisteban » No hay papeles grandes, ni chicos, lo que debe haber es un actor» -. Se trata de una actuación pequeña y sin embargo logra conmover tanto. Sale a la pantalla brevemente y en pocas ocasiones, pero despliega mucha fuerza sobre todo cuando en la penumbra de la soledad entrega un héroe a la tierra. Es el sacerdote del serial En la frontera del deber. ¿Qué piensa José Antonio?

«Ya Garriga me conocía de la primera transmisión de Doña Bárbara que fue en vivo, y de otras obras que había hecho con él, con Vázquez Gallo y otros directores. Y me entregó a Melquiades, el que hice con mucho amor, lo disfruté mucho. Pienso igual que Raquel, que los años maduran y dan una fuerza especial, una sabiduría de la técnica. Una de las cosas más importantes es disfrutar las cosas, vivirlas, no representarlas. Yo trato de vivir, siempre tengo mi emoción a flor de labios, para mi una actuación no es una representación, es un acto, cuando yo logro el acto me siento bien, porque estoy viviendo no representando. Y eso estuvo muy de manifiesto en la interpretación de Las impuras, que logré una plenitud en la expresión, entregué mi vida al personaje y creo que conseguí al Rigoleto que diseñó Miguel de Carrión».

«El artista ante cada cosa que hace debe entregarse en cuerpo y alma. Cuando interpreté al sacerdote de En la frontera del deber, yo me sentí muy motivado porque estaba ante la tumba de un héroe y para mí eso representó mucho. Porque si me pongo a pensar en tantas cosas que hemos pasado es lógico que me llene la emoción, porque uno es como una computadora que va acumulando hechos de nuestra vida y este personaje logró emocionarme tremendamente hasta el punto de ponerme a llorar de verdad, porque nosotros hemos luchado mucho. Es muy fácil para mí emocionarme cuando se trata de personajes de este tipo. Y esa escena donde digo unas palabras de despedida al héroe desconocido fue aún más emotiva porque me propuse no llorar en ese momento, porque a veces la emoción es importante que sea de fuerza. Y creo que lo logré».

Recientemente disfrutamos en el espacio Teatro en televisión, de una obra interesantísima que José Antonio, escribe, dirige y actúa con una multiplicidad de personajes, es El Escaparate.

Y más recientemente su calidad se manifiesta en una actuación al lado de otra grande de la escena, Asenneh Rodríguez, en Al compás del son de Maité Vera,

Historia de la vida del Buscón llamado don Pablos, es el título de una novela clásica del escritor español Francisco de Quevedo. Tiene ello relación con el Grupo de Teatro El Buscón de José Antonio Rodríguez.

«Efectivamente. El Grupo Buscón se fundó al principio de los años setenta. Yo llevaba años en Teatro Estudio, siempre fue un colectivo numeroso… pero a mí lo que me gustaba era trabajar y allí tenía esa posibilidad. Después un día conversando con Aramís Delgado, le dije ¿por qué no formamos un cuarteto con cuatro actores, dos mujeres y dos hombres?. Me dice Aramís –Cómo con cuatro – Sí – le contesté – no dicen que el teatro es síntesis pues yo creo que con cuatro buenos actores podemos hacer un grupo de teatro. Esa fue la idea original. Entonces se integró Mario Balmaseda, Linda Mirabal, Michelín Calvert, Aramis Delgado y yo, y así fue como nació El Grupo Buscón».

Y lo primero que lleva a la escena es Los asombrosos Benedetti, una historia de cuentos donde cada uno de los actores incorporaba dos personajes. Eran seis cuentos del escritor uruguayo Mario Benedetti y concluía con El Padre Nuestro que hace al final, el propio José Antonio.

Como a mí personalmente me gusta mucho su Padre Nuestro, le pregunto.¿Cuál es el secreto?

«A veces la emoción es importante que sea una emoción de fuerza. Porque El Padre Nuestro no es un personaje que se ponga bravo, es un caudal de solemnidad, esa sensación de fuerza, es un regodeo de fuerza es lo que hace falta en El Padre Nuestro y no un regodeo que de sensación de llanto, no. Ese poema se llena de fuerza, no tiene lugar el llanto, sin embargo la emoción sí hace falta. Lo que crece es la frase, la palabra también, no solamente la imagen y el poema, sino la forma en que tú lo dices, es la fuerza de la solemnidad».

José Antonio Rodríguez Ferrer (La Habana, 19 de marzo de 1935) es una de las figuras mayores de la escena cubana, a la cual ha aportado, como actor y director, personajes y puestas. Su carrera artística se inició en la radio y luego pasó a formar parte de los grupos Teatro Universitario y Teatro Estudio, donde adquirió su formación básica como actor. Fundador y director del grupo Buscón, es hoy, sin dudas, uno de nuestros actores de más prestigio.

Ha intervenido como actor o director en innumerables puestas teatrales entre las que se destacan Otelo, Quién le teme a Virginia Wolf, entre otras. Su interpretación en la televisión del Rigoletto de Las Impuras de Miguel de Carrión fue memorable. En 1962 debuta en el cine en el filme Cuba 58. Por su rico quehacer artístico ha recibido lauros significativos, entre ellos dos Premios Coral de actuación en festivales del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, La Medalla Alejo Carpentier y la Orden por la Cultura Nacional.

 

Autor

  • Josefa Bracero Torres

    Josefa Bracero Torres [Camagüey. 1942]. Multipremiada investigadora, locutora, periodista, realizadora e historiadora de la Radio Cubana. Licenciada en Periodismo. Primer expediente 1974-1979. Locutora de primer nivel. Jefe de Información y Directora provincial de Radio y TV y de Radio Cadena Agramonte, [1969 y 1985]. Vicepresidenta del ICRT [1985 y 2004]. Entre los reconocimientos que posee se encuentran: Cuadro destacado del Estado, Orden Ana Betancourt, Distinción por la Cultura Nacional, Premios Nacionales de Radio y Actuar por la obra de la vida, Artista de Merito de la Radio y la TV, Hija Ilustre de la provincia de Camagüey. Premiada en Festivales Nacionales de Radio, 26 de Julio y Caracol, y por la Caribeann Broacasdting Awards. Tiene 12 libros publicados, sobre la historia de la Radio y la Televisión, así como el libro TULA, escrito en honor a la ilustre principeña en su el año de su bicentenario.