Wilfredo Rodríguez Cárdenas, un artista fiel

Wilfredo Rodríguez Cárdenas nace en Banes, en la oriental provincia de Holguín, pero tiene doce años cuando la familia se traslada a Santiago de Cuba. ¿Allí se forja como trabajador de radio?

«Llegué a la radio en el año 1948. En esa época estudiaba en el Instituto de Segunda Enseñanza de Santiago de Cuba cuarto o quinto año de Bachillerato. Comencé en el arte haciendo algunos papeles de teatro en el Instituto. Beatríz Fernández Llanesa, directora del Cuadro de Comedias de la Cadena Oriental de Radio me vió y se interesó en las posibilidades que tenía. Me pidió que fuera a la emisora y allí empecé a hacer mis primeros papelitos. Si mal no recuerdo era un programa que se llamaba Puro charro, de aventuras mexicanas, que recreaba toda la época de la Revolución Mexicana de 1910, con Pancho Villa.»

Sobre el ambiente artístico que encuentra en la Cadena Oriental de Radio, me dice:

«En el momento que entré me encontré a Ada Béjar (la hija de Beatriz que fue también actriz de radio y televisión), estaban Yolanda y Carmen Pujols, magníficas actrices, el locutor Antonio Pera y Darío Irrizarri, que era musicalizador».

«Posteriormente, llegó Marcial Avellaneda que fue contratado en La Habana y realizó trabajos protagónicos importantes. Juan Carlos Romero era ya una institución. No lo conocí allí cuando llegué, pero había muchas leyendas de aquel formidable actor y magnífico compañero.»

La Cadena Oriental de Radio, surgida en 1935, es un taller donde se desarrollan múltiples profesionales que más tarde se convierten en figuras destacadas del panorama cultural del país. ¿A qué se debe su traslado hacia La Habana?

«De los diez años que viví en Santiago de Cuba, trabajé cinco en la Cadena Oriental de Radio. Era una emisora que dominaba gran parte del país, ya tenía mucha importancia cuando la empresa decide trasladarse hacia La Habana. En la capital era donde existían los mayores comerciantes, industriales y por tanto los anunciantes. Pero el mercado de La Habana no era el de Santiago y llegó en desventaja a luchar contra empresas ya establecidas.»

¿Y usted qué hace?

«Uno de los artistas a quien ofrecieron contrato fue a mí. No era jugoso ni mucho menos, pero estaba estudiando Derecho en la Universidad de Oriente y quería también venir para La Habana. Esas cosas de los jóvenes que quieren siempre volar hacia La Habana. Era en aquella época una aspiración».

«Cuando nos trasladamos, en agosto de 1953, la primera experiencia fuerte que nos chocó fue la visita inmediata del Buró de Investigaciones, que hizo un registro a todos los compañeros que habíamos llegado de Santiago de Cuba. Éramos artistas, no nos consideraban elementos peligrosos, y por eso no nos exigieron demasiado.»

Ya en La Habana, ¿cuántos años labora en la Cadena Oriental de Radio?

«A fines del año 1957 los antiguos dueños de Cadena Oriental de Radio venden la empresa a unos personeros del dictador Fulgencio Batista. El administrador que ponen allí empieza a rebajar personal, y así salí a fines de 1957. Quedaba sin contrato, pero con la responsabilidad de los llamados bolos», es decir, actuaciones esporádicas a destajo. también ya estaba trabajando en otras emisoras.»

Usted pertenece al grupo de personas de la radio y la televisión que se suman a la lucha contra la tiranía que oprime al país. ¿Cuándo de incorpora?

«Me incorporo al Movimiento 26 de Julio, cuando sale Fidel de la cárcel de Isla de Pinos como consecuencia de aquella gigantesca movilización popular que obligó al régimen batistiano a otorgarle la amnistía política. Llegó a La Habana el día 16 de mayo de 1955. Integro el grupo que lo va a ver a la casa de su hermana Lidia en la calle 23 entre 18 y 20, donde se instala junto a Raúl. Fuimos a saludarlo, a felicitarlo, a escucharlo. Así comenzó esa vinculación con el Movimiento».

«Ya antes de su salida, le pedí a Fidel que me incorporara al Movimiento, me puso la mano en el hombro y dijo: Mira, muchacho, no te desesperes que todo el mundo en Cuba va a tener la oportunidad de cumplir con su deber.»

«Son frases que constituyen guías en la vida de las personas. Así fue como me incorporé al Movimiento. Después, Fidel se marchó a México y siguió el proceso organizativo y de lucha aquí en el país».

¿Y cuál es su papel?

«Después tuve contacto con toda una serie de compañeros, particularmente Pedro Aguilera, un compañero asaltante del cuartel de Bayamo. Trabajé en el Movimiento en toda la parte organizativa, dentro del sector de la radio y la televisión, particularmente en la Cadena Oriental de Radio. Entre las cosas más destacadas que hicimos fue tratar de apoyar el alzamiento del 5 de septiembre en la ciudad de Cienfuegos.»

¿Y cómo proyectan esa ayuda?

«Me correspondía movilizar, junto con el querido e inolvidable Pepe Prieto, a una serie de compañeros de acción para participar en este movimiento que iba a ser iniciado por la Marina, cañoneando el Estado Mayor de Columbia».

«Iba en una máquina con Pepe Prieto y Roberto Feliz, a ver a un compañero que se llama Alejandro Ferrás que era asaltante del Moncada. Él tenía con sus hermanos un grupo de combatientes en disposición de participar en cualquier acción».

«Siguiendo las normas de la clandestinidad, dejamos el carro cerca de la calle Belascoaín y empezamos a subir por la calle San Miguel para llegar a la ferretería donde trabajaban los hermanos Ferrás, en San Rafael y Oquendo.»

¿Y pudieron organizar el plan de apoyo?

«No, fuimos detenidos por una jugarreta de la suerte. Y fue porque allí mismo, en esa acera, estaban realizando un registro a una imprenta clandestina. Como no teníamos ningún documento arriba y tampoco llevábamos arma, nos detuvieron y nos llevaron al Buró de Investigaciones. La acusación que podían hacer era que Pepe Prieto era un individuo peligroso para la policía batistiana y estábamos pasando frente a un lugar donde se producía un registro por el Buró de Investigaciones.

El 5 de septiembre, cuando se produce el alzamiento de Cienfuegos, nos coge presos en le Buró de Investigaciones. No sabíamos qué iba a pasar, pero parece que el 4 de septiembre hubo fiestas celebrando el aniversario del Golpe de Estado y por lo tanto a los presos que estábamos allí, prácticamente, ni nos tocaron, ni nos interrogaron. A nosotros nos sueltan unos días después. Solamente nos ficharon, fotografías, huellas digitales, nombres, direcciones personales.»

Le asignan nuevas responsabilidades dentro del 26 de Julio. ¿Recuerda las más importantes?

«A principios de 1957 se me designa como responsable del sector de radio y televisión dentro del movimiento 26 de Julio. Me vinculé a otras emisoras, como el Circuito Nacional Cubano y la CMQ y empecé a trabajar en su organización. Logramos agrupar todas las emisoras de radio y televisión, de aquí de La Habana, con vistas a desarrollar una serie de actividades dentro del sector. Se nucleó un grupo considerable de magníficos compañeros de estos dos medios que cumplieron las misiones encomendadas».

«Cuando se presenta la posibilidad de la huelga general y de la utilización de las emisoras de radio y televisión hay que analizar qué es lo que se va a hacer, cómo se va a hacer y quién lo va a hacer».

«Se organizaron todos esos planes y llegó el momento en que había que decidir quién era el compañero que debía hacer la alocución radial. En aras de la verdad histórica, aunque falte un poquito a la modestia, como era el responsable del sector de radio y televisión consideré que el que debía hacer el llamamiento era yo».

«Era actor y tenía la posibilidad de hacer la alocución con una entonación adecuada al objetivo que se perseguía, y me ofrecí para hacer el Llamamiento a la Huelga General. Posteriormente, tuve la suerte de que mi voz no fuera reconocida por la policía».

Después de cuarenta años de escuchar por la emisora Radio Camagüey el llamamiento aquel, conocía por uno de los protagonistas todas las pericias que realizan para cumplir ese objetivo.

«Primero, se grabaron varias pruebas en la Cadena Oriental de Radio. No me gustaron totalmente, siempre había algún fallo. Había que tener en cuenta que la inmensa mayoría de los trabajadores eran revolucionarios. Pero también era una emisora batistiana y el régimen tenía sus programas de radio y los alabarderos del régimen, visitaban la emisora».

«Nos trasladamos después para un estudio particular de grabaciones comerciales que existía en el edificio Atlantic, que en este momento ocupa el ICAI, en 23 entre 10 y 12».

«Allí realizamos otras pruebas y se escuchó mejor. Inmediatamente, se hicieron todas las copias, tanto en cintas magnetofónicas, como en discos de acetato, para ser entregadas a los compañeros que las iban a poner en las distintas emisoras del país».

«Se pasó por CMQ, por el Circuito Nacional Cubano, por la Cadena Oriental de Radio y por la Mil Sesenta, que era una emisora provincial o local llamada también Onda Hispano Cubana y otras emisoras del interior del país».

En la capital agramontina escucho esta alocución por Radio Camagüey. Decenas de compañeros como Héctor Enríquez Izquierdo, Pepín Bueno, Jorge Fernández y Laureano Céspedes Hernández tienen a su cargo la difícil misión, que también se repitió en otras emisoras del país.

«CMQ Radio fue el objetivo fundamental. Creo que participaron directamente en la acción entre ocho y diez compañeros. Uno de los jefes del comando que tomó CMQ fue Gabriel Palau, de actuación decidida y resuelta, pero hubo otros, podemos citar, entre los más reconocidos por el público cubano a Alberto Luberta que participó directamente en esa acción de la toma de CMQ, Gabriel Aparicio, Isabel Aída Rodríguez la única mujer, pero una representación digna de la belleza, la valentía y el heroísmo de la mujer cubana, Néstor Penedo, Jorge Hurtado y los compañeros que fallecieron recientemente Emilio García Ríos y Oscar Vázquez».

«Fue el único lugar donde se dispuso de unas pistolas para hacer algún alarde en la toma del edificio, porque con ellas no se podía enfrentar a los cuerpos represivos que vinieran a desalojar la CMQ».

«Esto fue fundamentalmente el grupo que se hizo cargo de la toma momentánea y transitoria de CMQ y de la convocatoria a la huelga, tanto dentro de los trabajadores como del lanzamiento del llamamiento al aire.»

El 1ro de enero de 1959 para Wilfredo Rodríguez Cárdenas se abren las rejas del Castillo del Príncipe, la cárcel de la tiranía, en la que es internado después de la huelga del 9 de abril de 1958.. ¿Qué hace después?

«Seguí trabajando en radio, pero ya en otro frente, no como actor. Se me designa director de Unión Radio, Cadena Nacional, era la emisora de la CTC, otrora de Eusebio Mujal Barniol. Estuve ahí hasta principios del año 1960 en que pasé a la Cadena Oriental de Radio, que era mi emisora de origen, y en ella trabajé en la organización del Frente Independiente de Emisoras Libres, el FIEL, agrupación de todas las emisoras pequeñas frente a las grandes para apoyar a la Revolución, ya que el monopolio que tenían Goar y Abel Mestre y otros magnates de las grandes emisoras nacionales entorpecía y obstaculizaba».

«Entre los compañeros que participaron en el Frente Independiente de Emisoras Libres están Armando León Acosta, Julio Carranza, Antonio Pera, Luis Vals y José Ángel Serra, que trabajaba en la Cadena Oriental de Radio. Un gran grupo de compañeros cuyos nombres exactos no recuerdo hicieron posible que el resto de las emisoras del país, que no fueran CMQ ni Radio Progreso, se vincularan a esta organización para apoyar decididamente a la Revolución en todos los frentes. Recuerdo que las siglas eran FIEL y el slogan era: FIEL a Cuba, FIEL a la Revolución.»

Cuando el FIEL culmina su cometido, ¿Usted continúa en la radio?

«Ya después de eso el país entra en un proceso de perfeccionamiento de las organizaciones revolucionarias y a mí se me designa como coordinador del Movimiento 26 de Julio en la Provincia de La Habana, que abarcaba las actuales provincias de Ciudad de la Habana y La Habana».

En 1998 cuando se realiza esta entrevista Wilfredo Rodríguez Cárdenas, no pertenece a ningún centro de trabajo, está jubilado, pero tan activo como en aquella alborada de 1958. Cuando le pregunto ¿cómo se siente? Sonríe y expresa:

«Muy feliz. Pertenezco a la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana, soy presidente de mi asociación de base y participo en toda una serie de actividades que me llevan mucho tiempo, pero, además, con gran satisfacción, porque estoy contribuyendo, también a la parte histórica y a la realidad actual de la vida del país y de la Revolución, que considero una de las cosas más grandiosas que pudo haber ocurrido en Cuba e, inclusive, en toda la humanidad.»

Las nuevas generaciones mantendrán viva la historia del país y allí, ocupando su lugar en la memoria, estará señalado el 9 de abril de 1958 y cada año la vibrante alocución de Wilfredo Rodríguez Cárdenas surcará el éter, como señal de compromiso, como el llamado eterno a la conciencia de la nación.

Wilfredo Rodríguez Cárdenas

HOLGUÍN, 1931- CIUDAD DE LA HABANA, 2002

 

Autor

  • Josefa Bracero Torres

    Josefa Bracero Torres [Camagüey. 1942]. Multipremiada investigadora, locutora, periodista, realizadora e historiadora de la Radio Cubana. Licenciada en Periodismo. Primer expediente 1974-1979. Locutora de primer nivel. Jefe de Información y Directora provincial de Radio y TV y de Radio Cadena Agramonte, [1969 y 1985]. Vicepresidenta del ICRT [1985 y 2004]. Entre los reconocimientos que posee se encuentran: Cuadro destacado del Estado, Orden Ana Betancourt, Distinción por la Cultura Nacional, Premios Nacionales de Radio y Actuar por la obra de la vida, Artista de Merito de la Radio y la TV, Hija Ilustre de la provincia de Camagüey. Premiada en Festivales Nacionales de Radio, 26 de Julio y Caracol, y por la Caribeann Broacasdting Awards. Tiene 12 libros publicados, sobre la historia de la Radio y la Televisión, así como el libro TULA, escrito en honor a la ilustre principeña en su el año de su bicentenario.