Por ejemplo, es el país que mayor arsenal nuclear posee, el mismo que las armas son como una devoción que practican millones de sus ciudadanos; donde existen hasta campos de tiro para enseñar a infantes a lograr buena puntería; la misma nación cuya policía asesina a mansalva a hombres por cometer el «gran delito» de ser negro; donde ya los padres viven en permanente preocupación por lo que le pueda pasar a sus hijos en cualquier escuela del país «más democrático y respetuoso de los derechos humanos», por ejemplo las 17 personas que murieron recientemente en la escuela Stoneman Douglas a causa de uno de tantos tiroteos que se producen en centros educacionales.
Lleguemos a una conclusión. La lógica del sistema les obliga a la posesión de armas, bien sean particulares o depositadas en macabros almacenes nucleares, porque el objetivo que rige su vida desde 1776 hasta nuestros días es ser dueño y señor absoluto del mundo, donde rija a toda costa su perverso sistema político aplicando las tristes y famosas frasecitas de “América para los americanos”, “el destino manifiesto”, “la fruta madura” etc.
Todo ello sirviendo como telón de fondo una concepción verdaderamente fascista que, por serla, desconoce hasta la vida humana si de alcanzar su objetivo se trata, y cuyo motor impulsor es el dinero, aunque deban incendiar países, arrojar bombas atómicas sobre infelices, convertir naciones en desoladas tierras carentes hasta de alimentos, agua y demás necesidades imprescindibles; invadir, sojuzgar; y todo ello, repito, por dinero, dinero y más dinero.
Pero a pesar de todo, ni Trump, ni Marco Rubio, ni ninguno de los tanques pensantes del imperio siente el menor sonrojo y pena por las muertes que causan sus armas.
Por el contrario celebran una especie de fiesta o feria de armas frecuentemente, como la nueva edición de la “Florida Gun Show” (El show de armas de Florida).
Algo verdaderamente aberrante, como convertir la muerte de seres humanos en una festividad monstruosa; o hacer de las armas un supremo anhelo por encima de la vida, incluso de niños que, en un minuto estudiaban y al otro yacían muertos por la metralla.
Pero no se asombre, hay más tela por donde cortar: un tal Marco Rubio y por supuesto el emperador Trump y otros secuaces defienden el porte de armas, y no creen que el acceso a las armas tuviera algo que ver con la letalidad de los ataques.
Así son las cosas en la Yunai. Defienden a la macabra Asociación Nacional del Rifle, la misma entidad que hace donaciones de millones de dólares a sus gobernantes para recibir favores a cambio; es decir, nada importa, excepto el engorde de las cuentas bancarias, como aquel personaje avaro creado por Walt Disney, que sentía placer al lanzarse sobre una montaña de monedas de oro, y disfrutar de un baño del metal precioso.
“Las leyes americanas han dado al Norte un algo grado de prosperidad, y lo han elevado también al más alto grado de corrupción. Lo han metalificado para hacerlo próspero. ¡Maldita sea la prosperidad a tanta costa!” José Martí