Con Fidel en el sur camagüeyano

«Cuando la Revolución declaró a Cuba libre de analfabetismo, yo estaba allí y vi a Fidel desde lejos en la Plaza de la Revolución José Martí, cuando a los alfabetizadores «Conrado Benítez» nos repartió becas para estudiar», rememora.

«Me hice técnico industrial en el tecnológico Manuel Cañete Ramos, de Camagüey, y regresé a mis orígenes, el ingenio Cándido González que así se llamó y dejó solo el nombre de Santa Martha para la estación del ferrocarril de la localidad».

El 12 de febrero de 1996, en medio de las restricciones económicas, ese central resultó el primero en Cuba en cumplir el plan de azúcar y se esperaba una visita importante para el acto programado a partir de las 3:00 de la tarde de ese día.

«Sí, esa fecha la recuerdo como si fuera ahora, y  antes de la hora señalada llegó Fidel, pero no por donde la seguridad personal había previsto su entrada, por lo cual corrí a su encuentro un trecho largo, porque yo era el administrador del ingenio».

Orestes, ¿Qué le  impresionó de Fidel, qué le preguntó?.

«Su mirada penetrante, que no te deja mentir y desde aquel encuentro comprendí por qué aquellos que quisieron asesinarlo nunca pudieron intentarlo de frente. Me hizo muchas preguntas, que por suerte pude contestar, porque ese central, parte de mi vida, lo conocía casi de memoria… Con él recorrí las áreas principales de la industria, él siempre indagando dónde podrían surgir las mayores dificultades y cuáles las posibles soluciones y llegamos al balcón del edificio de las oficinas, frente al parque, donde habló Fidel».

«Aquello fue inolvidable. Muchos moradores del «Cándido» esperaban ver el acto por la televisión y cuando supieron que Fidel estaba aquí, comenzaron a llegar algunos hasta con una calzado sí y el otro no… Fue un privilegio para mí estar al lado del Comandante en Jefe Fidel».

«En otra ocasión -recuerda Orestes- cuando se construía el central Jesús Suárez Gayol, tuve el honor de intercambiar con Raúl que venía acompañado por Vilma, fue muy emocionante».

Para este cincuentenario de la industria azucarera, Orestes Plascencia Hernández, hoy asesor de AzCuba en Camagüey, tanto para el fomento de nuevas variedades de caña como de los procesos fabriles, fueron también momentos felices los años 89 y 90 del pasado siglo cuando la provincia superó el millón de toneladas de azúcar y el sur, con tres centrales activos aportó cantidades decisivas del crudo.

«¿El momento más triste? En el año 2004, cuando determinaron desmantelar el «Cándido González», último ingenio sureño de una región con formidable sistema de riego para desarrollar la producción cañera».

Durante cuatro años, Plascencia Hernández cumplió misión en Venezuela como asesor de la producción agro-industrial azucarera… mas cuando de recordar la visita a su central se trata, en sus ojos se puede ver la mirada de Fidel reflejada en su sincera vida laboral.

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