Bajo esas certezas, con la conciencia de que la historia no es un viaje al pasado, sino un adelanto del futuro, se creó en Santiago de Cuba, el 5 de mayo de 1999, el proyecto De la ciudad, las calles y sus nombres, bajo el cuidado de una dama infatigable, Sara Inés Fernández Hechavarría.
Especialista del Museo Emilio Bacardí durante trece años, Sara también fungió como secretaria general del Sindicato de la Cultura en Santiago de Cuba. La hora de su jubilación no significó descanso. Toda su experiencia y su pasión, la volcó en su ciudad. Ella es una energía.
Acabamos de entrevistarla. No es la primera vez que los micrófonos extienden sus fechas, su conocimiento de la historia local, sus razones. Todo el país merece detenerse en un espejo como el suyo y en el de los cronistas populares que han emergido aquí y allá. Son una tropa contra la desmemoria y por la salvaguarda del patrimonio, en la cual merecen mencionarse a Teresa Madlum, Emilio Dinza, Ernesto Cardonne y Sara Pichardo, entre otros colaboradores.
En muchos lugares se conoce muy poco del hecho o la persona que da nombre a una calle. Conocer es querer. Ellos intentan, pues, una amorosa restitución. Han aclarado nacimientos y descubiertos sitios, han realizado homenajes y revalorado el aporte de personajes casi olvidados; pero que marcaron una época. No solo del pasado, sino también del presente. La historia se traza día a día.
El proyecto De la ciudad, las calles y sus nombres, aunque ha encontrado eco en más de una organización, urge en mi opinión de un respaldo mayor, ese que justiprecie de una vez, la importancia de su labor para la espiritualidad de los que habitan en la Ciudad Héroe, y seguramente más allá.
¿Qué sería de nuestra familia sin los padres y los abuelos? ¿Qué sería de una ciudad sin la memoria de sus nombres y sus calles? ¿Qué sería de una nación que no acrisole su memoria?