Pinceladas sobre la United Fruit Co.

Comienzo por decirles que ya desde finales del siglo XIX Cuba fue escogida por el imperio norteamericano para ensayar esa fórmula de dominación, facilitando así la total hegemonía política y social de Estados Unidos en la isla.

Indudablemente, la Yunai (el pueblo la nombraba de ese modo) fue una de las compañías yanquis que se apropió de parte de la mayor fuente de ingresos del país, es decir, la industria azucarera.

Lo logró siguiendo una línea trazada que, en la mayoría de los casos le resultaba fácil.

Ya saben, aprovechar los desmanes y corruptela del gobierno cubano de turno y, de ese modo, clavar sus garras en esta tierra para intervenir, robar, corromper, desestabilizar…es decir, «virtudes» que les son consustanciales a ese sistema.

Pero aquí no acaba todo: fue tal la influencia de la United Fruit, que logró en nuestra región, unas veces de manera abierta o solapadamente, deponer gobernantes, promover conflictos, aplicar leyes lesivas a nuestros pueblos; y para obtener sus propósitos lo primero que hacía era valerse de grupos de políticos venales que sirvieran fielmente a sus intereses, por supuesto, el billete verde y concesiones diversas presentes en aquel escenario.

En la concepción de los funcionarios de aquel pulpo resultaba muy evidente el menosprecio por el funcionamiento del Estado neocolonial.

Tanto es así que apenas tres años después de inaugurado el gobierno republicano uno de sus jefazos, H. Harty, apurado por la necesidad de fuerza de trabajo, comenzaba a quejarse de la ineficiencia de los órganos del Estado.

Por ejemplo: le decía a un «buen señor» del Norte «si no hay otro medio de traer brazos al país, no habrá más remedio que paralizar los trabajos mientras el Congreso  resuelva esto. Usted sabe que será (…) cuando Dios quiera; nuestros agentes están laborando para contratar los trabajadores que lleguen, aunque como en la mayoría de los asuntos de este gobierno hay una gran cantidad de chanchullos en él, y para poder obtener todos los trabajadores que usted quiere, los agentes tendrán que sobornar».

Otro de sus manejos sucios, que llega incluso hasta nuestros días, era apoyar con decisión  a uno de los partidos de la época, mientras coqueteaba con el otro.

Claro, lo que sucede hoy es mucho más aberrante, cuando el gobierno estadounidense dice combatir al terrorismo y, por otro lado, vende armas a los mismos terroristas.

Es la misma ensalada, solo que en la actualidad le añaden más sal y limón. Por ahora me restaría informarle que la compañía (estábamos abarrotados de companys) ocupó una estratégica región de Cuba, en la porción noroeste de la antigua provincia de Oriente, donde llegó a poseer inmensas extensiones de tierra.

Sus propiedades se extendieron desde llanuras y lomas fértiles, en torno a las bahías de Banes y Nipe.

Por el momento es todo, no sin antes agradecer a los autores del valioso libro «United Fruit Company: un caso del dominio imperialista en Cuba«, texto del cual he obtenido precisiones muy valiosas.

También  reitero a los jóvenes que indaguen muy bien y le sigan la pista al pulpo. Hoy como nunca antes es imprescindible.

«La leyes americanas han dado al Norte un alto grado de prosperidad, y lo han elevado también al más alto grado de corrupción. Lo han metalificado para hacerlo próspero. ¡!Maldita sea la prosperidad a tanta costa!», José Martí

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