Cuba indómita

La nación caribeña, acosada por un ilegal, unilateral e injusto bloqueo económico, financiero y comercial impuesto por Estados Unidos hace casi seis décadas, dio muestras durante el año que finaliza de la renovada entereza de su pueblo.

En 2017, el gobierno del presidente Donald Trump acentuó esa política hostil contrario al reclamo mayoritario de la comunidad mundial, expresado en el rechazo casi unánime propinado en noviembre último en la Asamblea General de la ONU.

Sin embargo, la Revolución cubana, heredera de las mejores tradiciones de lucha de la nación antillana, logró sobrevivir a este intento de asfixia en medio además de un escenario agravado, entre otros factores, por el azote, en septiembre, del poderoso huracán Irma, que impactó 12 de las 16 provincias del país.

De nuevo “se puso de manifiesto el espíritu de resistencia y victoria de nuestro pueblo, que con organización, unidad, disciplina y solidaridad enfrentó este evento y la etapa de la recuperación”, afirmó el presidente Raúl Castro la semana pasada en el Parlamento.

Al hablar en las conclusiones del último Período Ordinario de Sesiones de la VIII Legislatura de la Asamblea Nacional, el mandatario cubano recordó que el año pasado se alertó que en 2017 persistirían las tensiones financieras y retos, lo cuales podrían, incluso, recrudecerse.

No obstante -dijo- preveíamos retomar la senda ascendente en el desempeño de la economía nacional y lograr un crecimiento moderado del Producto Interno Bruto (PIB) en el entorno del 2 por ciento.

Al cierre del actual calendario el PIB en Cuba “conservó su signo positivo al registrar un crecimiento del 1,6 por ciento”, señaló.

El modesto ascenso de la economía nacional se favoreció por la dinámica en el turismo, así como por incrementos en los sectores del transporte, comunicaciones, agricultura y las construcciones, subrayó el jefe de Estado.

Pese a los pesares, se aseguró la vitalidad de los servicios sociales que reciben gratuitamente todos los cubanos.

Precisamente el hombre como centro, su dignidad plena, constituye el mayor logro ético y político alcanzado en la mayor de las Antillas cuando un ejército de rebeldes encabezados por el joven Fidel Castro cambiaron -para bien- el rumbo de Cuba el 1 de enero de 1959.

Desde entonces han transcurrido 59 eneros para la Revolución cubana. No lograron destruirla ni invasión mercenaria organizada y financiada por Estados Unidos; ni guerra biológica; ni ataques terroristas; ni intentos por eliminar a sus principales líderes.

Tampoco el persistente cerco económico; ni el derrumbe del socialismo de Europa Oriental y la desintegración de la Unión Soviética en las postrimerías de la década de 1980 e inicios de la de 1990, por solo citar algunos casos.

Además, como advirtió el presidente Raúl Castro, la Revolución cubana “ha resistido los embates de 11 administraciones de los Estados Unidos de distinto signo y aquí estamos y estaremos, libres, soberanos e independientes”.

Es ese el reto permanente para el pueblo de esta isla cuando abraza el 2018.

 

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