Más allá de los problemas estructurales y burocráticos que aún no han sido resueltos, la dependencia externa de la economía nos hace vulnerables a una ráfaga constante de medidas que golpean nuestra capacidad financiera.
Por supuesto que ese daño impacta de manera directa sobre la vida de cada uno de los cubanos porque traba el desenvolvimiento de todos los sectores económicos.
Pero esa hostilidad se siente hoy en particular en el transporte, que está apretado de combustible; en la salud, que tiene carencias de equipamiento, insumos y medicamentos, y en la alimentación, que impide llenar la mesa.
Mucho se habla por estos días de derechos humanos, garantías procesales y hasta de Constituciones y leyes. Sin embargo, muy poco se dice sobre medidas unilaterales que dañan a todo un país, como es el caso del bloqueo, una acción que mediante la asfixia pretende cambiar el ordenamiento político nacional.
Y en todos estos 57 años de cerco, Estados Unidos nunca ha ocultado sus aviesas intenciones. Para cumplir ese propósito, todos los días inventan alguna nueva medida sin detenerse a mirar a quienes dañan.
Privar de todo a los cubanos parece ser la consigna en Washington, y por eso, mientras usted nos escucha en estos dos minutos, el país sufrió pérdidas por más de 16 600 dólares.
Calcule entonces si el bloqueo no es el genocidio más largo de la historia.