Órganos de su gobierno como el Departamento de Estado, el Departamento de Defensa, la USAID y la NED financiaban el «desarrollo de los medios» en más de 70 países en 2008, específicamente organizaciones no gubernamentales extranjeras (ONGs), asociaciones de periodistas, medios informativos y espacios académicos de periodismo.
Las corporaciones y sus gobiernos requieren que el ejercicio de la propaganda sea encubierto mediante estéticas y lenguajes aparentemente neutrales con elementos de rapidez y reactividad, así el receptor de la información puede asumir como razonable la viralización del mensaje sin estimar la intención o intereses detrás de los datos proporcionados, dejando en sus fibras emocionales y sentimentales el único factor de mediación entre la «verdad» y su consumo.
La tarea de financiar la confusión a favor en un contexto de guerra no convencional contra Venezuela es encabezada por el Departamento de Estado, así lo muestra la Justificación Presupuestaria del Congreso (Congressional Budget Justification o CBJ, en inglés), presentación anual que hace esta dependencia al Congreso de los EEUU sobre sus operaciones en el extranjero.
Al financiar los medios de comunicación venezolanos, Estados Unidos fortalece una de las armas más poderosas contra el chavismo.
Mark Weisbrot, un economista del Centro para la Investigación Económica y Política (Center for Economic and Policy Research, en inglés), un think-tank (tanque de pensamiento) de Washington, afirmó que «en un número de países, incluyendo Venezuela y Bolivia, la Usaid está actuando más como una agencia implicada en acción encubierta, como la CIA, que como una agencia de ayuda o desarrollo».
Los nombres de las organizaciones extranjeras específicas que reciben estos fondos son secretos de Estado, exactamente como en el caso de la CIA.
En los casos donde se solicita información sobre las organizaciones receptoras, la USAID responde que no puede «confirmar o negar la existencia de antecedentes».
Canales cruzados, financiamiento eficiente y directo
Entre 2007 y 2009, el Departamento de Estado canalizó por lo menos 4 millones de dólares a periodistas en Bolivia, Nicaragua y Venezuela a través de la Fundación Panamericana para el Desarrollo (Fupad, o PADF en inglés) con sede en Washington, creada por el Departamento de Estado en 1962 y «afiliada» a la OEA.
Según el periodista Jeremy Bigwood este monto se concentró en el pago a lo mejor de los medios informativos venezolanos y el reclutamiento de jóvenes periodistas.
Los hallazgos de Bigwood dieron con un documento del Departamento de Estado llamado «requisitos» que ya está fuera de línea, ahí se nombra a las ONGs Espacio Público e Instituto Prensa y Sociedad (IPYS).
Un informe publicado en mayo de 2014 por el think-tank europeo de centroderecha Fride (también retirado del sitio web poco después de que fue publicado) reveló la financiación estadounidense del periodismo venezolano, desde 2002 los Estados Unidos han invertido entre 3 y 6 millones de dólares cada año en «pequeños proyectos con partidos políticos y ONGs».
Según un reporte aún no concluido de la USAID, el financiamiento a ONGs, partidos y medios venezolanos cayó de 14 millones en 2009 a 5,1 millones de dólares en 2016, 4 de estos últimos destinados a gobernanza y 1 a otros.
Este monto es poco más de la mitad del promedio de lo aportado en los últimos 15 años. Aquellos fondos, que seguramente fueron dilapidados por la clase política opositora, han sido enfocados en el ataque mediático, que es el que ha generado más resultados.
Mentiras potenciadas y aumentadas
Una de las metas en 2016, según el CBJ, fue la de financiar «medios independientes, libres y profesionales, potenciados y aumentados».
Durante ese año y el anterior fue notable tanto la aparición de nuevos medios digitales como el fortalecimiento de otros ya existentes cuyo despliegue sigue siendo notorio y creciente dentro de las redes sociales, como El Pitazo, Caraota Digital, Efecto Cocuyo y El Estímulo, todos, en menor o mayor medida, utilizando la coartada de ser «medios independientes».
El Departamento de Estado afirma que sus actividades en Venezuela buscan «de manera no partidista» promover los valores de la democracia representativa y los derechos humanos, además de defender estos mejorando el acceso del público a la información. Como veremos más adelante estos medios producen noticias falsas (o fake news).
El circuito de elaboración de la noticia falsa comienza con la deformación de un hecho que inmediatamente es replicado por medios internacionales, la nota es borrada en un lapso de una a cuatro horas pero la información sigue rodando por redes sociales.
Cuando se conoce la versión real ya ningún medio internacional la corrige, por lo menos con la misma vehemencia. Así ocurrió con varias muertes ocurridas durante las guarimbas aún en curso atribuidas a «colectivos chavistas» (llamados «paramilitares» por operadores políticos).
La línea editorial de las noticias falsas la define el Departamento de Estado: armar un expediente de terrorismo de Estado y crímenes de lesa humanidad contra el Gobierno venezolano (haciendo uso de la matriz de «los colectivos paramilitares»), para de esta formar agudizar el asedio diplomático y financiero en su contra. Como se aplicó contra Nicaragua, Haití, Siria y Libia.
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Sobre este caso el Ministerio de Interior y Justicia dictaminó que el responsable de su muerte fue un militante de Vente Venezuela de nombre como Iván Alexis Pernía Pérez. Este partido político opositor es dirigido por María Corina Machado. La joven no participaba de las protestas, como intentó vender Efecto Cocuyo.
El Pitazo no se quedó atrás y formando parte de la operación de propagando le agregó el morbo que tanto esperaba su adudiencia.
De igual forma medios como El Estímulo también han generado contenidos desinformativos en esta misma línea, asegurando sin más pruebas, testimonios no comprobables y poco claros, que dichas organizaciones «reprimen» las manifestaciones pacíficas de la oposición.
En este caso, juegan con el factor sensibilidad que encarna una mujer. Hasta los momentos ni El Estímulo ni las «atacadas» en cuestión han presentado pruebas de esto.
O con el caso Roberto Enríquez, con el que todos los medios arriba especificados construyeron la falsa noticia de que estaba detenido, cuando realmente se encontraba clandestino solicitando asilo político en la embajada de Chile en Caracas, por estar involucrado en la preparación de actos terroristas.
De igual forma, en el contexto de las protestas violentas ocurridas en El Valle el pasado 20 de abril, luego de una convocatoria de la MUD, estos mismos medios intentaron blanquear a los grupos violentos que generaron el caos, y sobre todo, a sus artífices políticos.
Una faceta no menos efectista es el tratamiento y posicionamiento de imágenes de otros lugares, sitios o fechas, para así anular la capacidad de reflexión de los receptores, atemorizarlos y generar centrífugas de neurosis mediática.
Como por ejemplo, Caraota Digital, que para dar cuenta de «la represión» en El Paraíso utilizó la misma fotografía que el portal Dólar Today publicó para responsabilizar a «los colectivos» de causar destrozos en Prados del Este, donde grupos violentos identificados con la oposición estaban apostados desde horas de la tarde.
La instrumentación de las noticias falsas como arma de guerra psicológica y mediática, les ha servido, entre otras, para forzar escenarios de intervención contra Libia y Siria, como el supuesto bombardeo a la Plaza Verde de Trípoli en 2011 o el «ataque químico» del gobierno sirio este mismo año.
En Venezuela utilizan el mismo formato buscando obtener los mismos resultados.