Optimismo en América Latina por acuerdo de paz en Colombia

Los colombianos tienen grandes expectativas sobre una avenencia que está enfilada a silenciar  los fusiles, el abandono de armas y el desarme de los rebeldes.

Las dos delegaciones consiguieron también en La Habana conciliar posiciones sobre las garantías de seguridad para los ahora combatientes, durante la venidera etapa de desmovilización y reintegración a la vida civil. Además, abordaron el enfrentamiento a organizaciones criminales, incluyendo las sucesoras del paramilitarismo.

Si bien queda camino por recorrer hacia la paz definitiva, se dará desde ahora un paso trascendental y hay razones para que las víctimas del conflicto armado, sus familiares y la población en general alberguen esperanzas.

La violencia, acompañada siempre de despliegue de fuerza, es la causa de los desplazamientos masivos en América Latina, y Colombia es el país con mayor número de personas en esa condición desesperada, incluso por encima de Siria.

Esta nación ha vivido en la zozobra en el siglo XX y durante lo avanzado del XXI, el fenómeno quedó arraigado en la memoria histórica.

De acuerdo con cifras oficiales, la cantidad de desplazados en la región llega a más de siete millones y nada menos que 6,9 millones proviene de la tierra colombiana. Lo que es lo mismo, 12 por ciento de la población se ha visto obligada a trasladarse internamente.

De acuerdo con el representante en ese país de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados, Martin Gottwald, la violencia se manifiesta particularmente en las zonas rurales y en los territorios donde el Estado está ausente.

Más allá de los efectos económicos y sociales del desarraigo forzado, provocado por el terror, están los psicológicos, con traumas en las familias.

Es oportuno recordar que la violencia en Colombia se genera por los enfrentamientos entre las partes beligerantes, y por la acción de grupos paramilitares y delincuentes que intentan pescar en río revuelto.

Ahora bien, los organismos especializados destacan que con la marcha de las negociaciones de paz en La Habana, los índices de violencia disminuyeron, aunque lógicamente, aún lejos de las aspiraciones.

Con el acuerdo alcanzado en la capital cubana, los colombianos esperan el inicio de un viraje para que la intimidación y los sobresaltos generados por el conflicto interno, con 260 mil muertos y 45 mil desaparecidos, comiencen a ceder de forma más pronunciada.

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