De las «virtudes» imperiales

En cierta oportunidad el Secretario de Estado Adjunto para América Latina de Estados Unidos, Arturo Valenzuela, manifestaba que «todavía hay una situación difícil entre Cuba y Estados Unidos, por la valoración sobre el respeto a los derechos humanos, la vigencia de libertades públicas y la democracia, temas ´donde nosotros, obviamente, tenemos principios muy fuertes y valores muy fuertes». ¡Ya usted puede imaginar qué clase de principios y valores!. Not comentary.

Otro buen señor de nombre Philip J. Crowley, portavoz del Departamento de Estado, afirmó, con el estilo prepotente y amenazante que los caracteriza, que «el gobierno de Estados Unidos está listo para responder a pasos específicos que dé Cuba. Además, estamos vigilando de cerca los acontecimientos en Cuba. Y veremos qué pasa».

Ya lo sabemos, si la isla no obedece sus designios ni acata su sistema de valores democráticos y derechos humanos deberá atenerse a las consecuencias, no otras que la continuación del hostigamiento, el bloqueo criminal y muchas otras medidas de fuerza muy conocidas. En palabras más simples: el agresor exige al agredido que se someta y no utilice ninguna medida en defesa propia, como único modo para poder «disfrutar de las ventajas» que le ofrece el amo redentor de los oprimidos.

Son múltiples los ejemplos de antidemocracia y derechos inhumanos que el imperio practica. No obstante, me referiré solo a dos: en el Congreso de Estados Unidos actúan, de manera muy natural, miles de lobbistas que disponen de millones de dólares y que actúan como elementos de presión para lograr votos, bien en contra o a favor, de determinada ley.

En esencia, son parásitos políticos que viven a las órdenes de las grandes transnacionales, las que en definitiva determinan el curso de los acontecimientos que, en la mayoría de los casos, tienen repercusión a nivel global. Es la simple lógica del capital perverso. ¡Por algo constituyen un Imperio! ¿No? Es también la razón por la cual los pobres del mundo deben seguir siendo más pobres y los ricos más ricos.

Y qué decir del monstruo engendrado por el partido Republicano, el Tea Party, movimiento cavernícola, ultraconservador, enemigo del Estado y, para colmo, defensor de las armas, de enorme pujanza que actúa libremente en contra de los legítimos intereses del pueblo norteamericano. ¡Y pensar que esos son los modelos de democracia y respeto a los derechos humanos que se le quiere imponer a este sufrido mundo!.

Millones de cubanos tenemos el orgullo de sentirnos libres, soberanos, independientes, que no aceptamos imposiciones ni tutelajes. Preferimos ejercer nuestra democracia y los derechos humanos al estilo cubano, sin ansiar un alimento putrefacto en bandeja de plata.

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