Ahorrar, resistir y triunfar

Poquito a poquito, como si no quisieran hacer mucho ruido, nos han lanzado una avalancha de medidas para apretar el infame cerco que tiene más de medio siglo. Y aunque nos han complicado la vida, aquí seguimos, con un poco más de estrecheces que nos han hecho apelar al ahorro como fuente de recursos, algo que pidió Raúl Castro hace algunos años.

Porque ahorrar es la palabra de orden, pero no significa dejar de gastar, sino ser eficientes en lo más imprescindible. Significa que ahora que vamos al horario normal, las luces del alumbrado público se apaguen cuando no son necesarias. O que haya un retorno fluido de las casillas y ferrosilos que mueven las cargas en el transporte ferroviario.

Estados Unidos se ha empeñado en torcernos el brazo y parece que no se va a detener en ese objetivo. Del lado de acá, nosotros nos negamos a entregar la soberanía nacional y seguimos resistiendo, pero sobre todo llevando adelante nuestro plan de desarrollo que tiene la mira puesta en el 2030.

La única manera de derrotar las pretensiones del enemigo histórico es trabajar para cumplir lo que demanda la economía nacional, que ha pasado a ser un elemento de resistencia y desarrollo.

Por eso no se puede renunciar a las intenciones de hacer crecer la economía, aunque sea modestamente, lo que sería un tremendo éxito en estos tiempos de hostilidad recrudecida.

Aun cuando mejore la llegada de combustible al país o la caja registradora nacional se llene de dinero, la fórmula de resistencia pasa por el ahorro para triunfar.

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