¿Por qué Venezuela?

Una derecha beligerante y feroz ha aparecido en las calles de Caracas y de otras ciudades venezolanas, donde de las llamadas guarimbas, se ha pasado a un plan destructivo que incluye los saqueos y la quema de hospitales y ómnibus.

En ese oscuro programa, el incendio a la casa natal de Hugo Chávez confirma el malsano deseo de borrar hasta los símbolos de un cambio político que significó el inicio de una transformación social.

Aunque desde el gobierno de Nicolás Maduro se han lanzado varios llamados a la solución pacífica, incluso con la convocatoria a una Asamblea Constituyente, lo cierto es que la oposición ha hecho oídos sordos y lejos de apaciguarse ha pisado el acelerador de la violencia.

En Venezuela vemos un remake de la brutal película subversiva que se estrenó en Libia. La desestabilización del país, en función de crear condiciones para una intervención militar disfrazada de humanitaria, parece ser el fin último de una derecha que si toma el poder va a arrasar con la herencia chavista.

Golpear a Venezuela, gestora de programas como el ALBA, PetroCaribe o la CELAC, es resquebrajar un proyecto mayor centrado en la integración y la complementariedad de la región.

Destruir a la Revolución Bolivariana es una macabra carambola contra los gobiernos populares de Bolivia, Ecuador  y Nicaragua y también contra Cuba, que es la espina atravesada desde hace medio siglo.

Es por eso que el politólogo argentino Atilio Borón ha dicho de manera muy acertada que hoy en Venezuela está el Stalingrado de América Latina.

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