Abulia e impunidad

Mientras el gobierno imperial disfruta de impunidad ante los crímenes de lesa humanidad que comete en el mundo, entiéndase bloqueos, intervenciones militares, sabotajes, crear golpes blandos para derrocar gobiernos de izquierda y cuanta fechoría podamos imaginar; otros, sentados cómodamente en su poltrona no quieren oír, ni ver, ni saber absolutamente nada de guerras, muertos, y situaciones que puedan limitar o impedir sus vacaciones mentales permanentes. Esos son los abúlicos que duermen o danzan sobre las nubes. Ellos son aliados perfectos del crimen que carecen de sentimientos humanos, en cuyo sindicato se agrupan hasta presidentes e instituciones internacionales variopintas que reciben jugosos beneficios por sus silenciosos crímenes y silencios.

Y no os asombréis: ¡hasta personajes de la más rancia monarquía y ¿creyentes?, solo piden que haya paz, pero sin comprometerse a ser parte de los que claman justicia.

Ese, y no otro, es el mundo en que vivimos, unos pasivos ante el dolor ajeno, y otros hasta entregando sus vidas por lograr que haya verdadera justicia en esta humanidad que, incluso, puede estar al borde del abismo; unos no se cansan de mirar sus joyas amasadas en la espalda de los pobres, y de otra parte, aquellos que únicamente piden pan para sus hijos, atención médica y escuela.

Un monarca muere y se produce una consternación fingida, los grandes medios lloran junto a los familiares, llueven las muestras de condolencias, tal como si el mundo se fuera a acabar. Pero nadie se entera –o no quieren- de aquellos niños que mueren de hambre, por enfermedades curables o víctima de alguna bestia que los hace trabajar por unos centavos o lo prostituye. Y además, suman millones.

Es decir, hay un mundo que agoniza por el egoísmo humano, y hay otro que no tiene reparo en aumentar su bolsillo. Unos lloran por la desesperación de ocupar un simple lugar en este mundo, y un mínimo derecho a sus derechos. Aquellos se burlan de ellos, y estos siguen esperando que algún día mejore su vida.

Ahora, viene a mi mente el fabuloso poema de nuestro Martí, “Los dos príncipes” y comparto con usted solo unos pocos fragmentos:

“Todo el mundo fue al entierro con coronas de laurel. ¡El hijo del rey se ha muerto!, ¡Se le ha muerto el hijo al rey! ¡

“Una caja larga y honda está forrando el pastor! Entra y sale un perro triste: canta allá adentro una voz- “Pajarito yo estoy loca. Llévame donde el voló”. El pastor coge llorando la pala y el azadón: abre en la tierra una fosa; echa en la fosa una flor: ¡Se quedó el pastor sin hijo! ¡Murió el hijo del pastor!

De la muerte del hijo del pastor nadie se enteró, los medios nada dijeron y mucho menos por que murió; los jerarcas imperiales y sus cancerberos simplemente no les importa.

¿Hasta cuándo continuara el desenfreno de los abúlicos y los impunes?

R: Hasta donde lo permitan las fuerzas más honestas de este mundo. No hay fórmulas intermedias. Porque el dolor por la muerte de un niño es terrible, bien si era hijo de un rey o de un pastor. Pero peor aún si el hijo de un humilde muere por hambre o carencia de una simple medicina. Quien se resigne es un malvado potencial; quien luche para que no haya niños ricos ni niños pobres debe merecer la gloria.

“La amapola más roja y más leve crece sobre las tumbas desatendidas”. “El árbol que da mejor fruta es el que tiene debajo un muerto”

José Martí (discurso “Los Pinos Nuevos”)

Autor

  • Silvio José Blanco Hernández

    Silvio José Blanco Hernández. Colaborador del Portal de la Radio Cubana. Destacado y multipremiado periodista, escritor, asesor y analista de información. Es autor de libros como "La radio, técnica, arte y magia", y "Los programas informativos de la radio... Y algo más", entre otras obras y materiales investigativos con importantes aportes metodológicos al medio radial.

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