Por la naturaleza. Día Mundial del Medio Ambiente 

¿Hacia qué final catastrófico nos dirigimos? Las actuales políticas del Capitalismo Neoliberal, caracterizadas por la irracionalidad, nos conducen a un punto sin retorno del que nadie se podrá librar. La búsqueda de riquezas a toda costa tiene el rostro de un Rey Midas “al revés”, quien trastoca en desolación y muerte todo cuanto llega a sus ambiciosas y despiadadas manos. ¿Quién pudiera revelar dónde quedó confinado el sentido común? 

Todo apunta hacia una nueva – probablemente irreversible –  extinción de las formas de vida planetaria. Las fuentes no renovables de recursos naturales se agotan, y con ello se imponen destrucciones en extremo bruscas de los hábitats en todas las latitudes de la Tierra. 

La protección del medio ambiente es en este momento el reto más desafiante. Nuestra aldea planetaria – casa común – se derrumba a pedazos, y la ola expansiva destructora no sabe de exclusiones. La contaminación incluye a la atmósfera, todas las capas del suelo terrestre, ríos y océanos. Sus nefastas consecuencias parecen ser tan incontrolables como las causas que las engendran. 



Téngase presente que, tanto como los bosques, las plantas marinas producen más de la mitad del oxígeno de la atmósfera. Un solo árbol sobre el suelo terrestre es capaz de absorber 22 kilogramos de dióxido de carbono y aporta oxígeno a cambio. 

Desde hace varias décadas se advirtió sobre el aumento de la polución  provocada por equipos automotores y residuos industriales lanzados a  la atmósfera. Le siguen en gravedad los que se derraman en fuentes  fluviales o son enterrados en las profundidades del subsuelo. Otra  secuela terrible es la dejada por los ensayos nucleares en los fondos  marinos. Millones de especies comestibles contaminadas que luego van a  parar a las mesas de incontables hogares.  

Desertificación, sequías, lluvias desproporcionadas y temperaturas extremas agreden sin piedad a especies vegetales y animales que no excluyen a los seres humanos. Los cambios genéticos aparecidos como consecuencia, dan lugar a nuevas enfermedades incurables, la aparición de bacterias y virus patógenos de alta mortalidad (ej. la Covid-19), el renacer de otros ya extinguidos, y todos cuanto puedan aparecer cuando menos los esperemos. 

Las temporadas de huracanes se exacerban y sus consecuencias imponen desolación y hambre. Los casquetes polares se derriten, y con ellos se extinguen especies animales y vegetales. Los bosques – pulmones del planeta – reducen sus áreas debido a la tala indiscriminada; otros arden debido a las temperaturas extremas, llevándose consigo su fauna y los recursos de supervivencia, incluso para seres humanos. La humanidad no puede permitir, por ningún concepto, la ruptura del equilibrio biológico. 



Cuba es parte de este mundo. Su Estado y Gobierno conocen la magnitud de los daños globales – mayoritariamente ajenos a nuestra voluntad -, y desde una perspectiva edificante se ejecutan acciones para coadyuvar a revertir los daños. La Tarea Vida instituida en nuestro país, refleja la expresión racional y consciente que evidencia la voluntad política y el accionar cubanos en pro de salvaguardar el medio ambiente. Junto a esta posición de principios, somos abanderados de la información, educación y accionar comunes en pro de toda índole de soluciones. 

Sin una Naturaleza sana, careceremos de todo. Lo más grave de este desafío es que, menos que sana, nos encaminamos a la extinción misma, y con ella de toda forma de vida. Desde esta perspectiva hacemos nuestro el llamado de la Organización de las Naciones Unidas para este 2020 que tiene como lema “Por la Naturaleza”. Convocatoria a cada ciudadano del mundo para que sea parte de la solución.   

Cuba reflexiona, clama, se proyecta y actúa por la salvación del medio ambiente que es, en definitiva, garantía de supervivencia del género humano. Se trabaja de manera sistemática en un modelo de desarrollo sustentable basado en el aprovechamiento de fuentes energéticas limpias y renovables, como la eólica  y la solar, así como en la fertilización de los suelos a partir de compuestos orgánicos que no dañen la diversidad biológica y produzcan alimentos libres de contaminantes. 

Nuestra política al respecto parte del principio de fortalecer, en toda nuestra sociedad, la defensa de valores que nos identifican como nación, mientras reconocemos el vínculo de nuestra biodiversidad con la salud y el medio ambiente en general.  

Es este un nuevo y perentorio llamado al mundo, máxime en estos meses de pandemia provocada por el SARS-Cov-2, engendro directo de un planeta enfermo que clama por un auxilio inmediato. 

El futuro de la humanidad y de cuanto vive galopa en cuenta regresiva. Cada ciudadano y ciudadana tiene el deber de contribuir – desde su realidad inmediata – a detener  y, en la medida de sus posibilidades, revertir el holocausto autoinducido impuesto por el Neoliberalismo y su implacable culto al enriquecimiento de unos pocos a costa de grandes mayorías agonizantes. 

Que el ser humano deje de ser el mayor depredador de su entorno. Cuidemos la Naturaleza y todos sus espacios, en primer lugar las especies de flora y fauna que aún sobreviven. Repensemos nuestros hábitos de consumo. Desarrollemos las vías más eficaces para recuperarnos de la adversidad, medios permitan establecer proyecciones sensatas de futuro, y que rescaten la salud del medio ambiente como prioridad fundamental. 

Mientras trabajamos para reconstruir mejor, pongamos a la naturaleza en el lugar que le corresponde: en el centro de nuestras decisiones.”  

(2) Mensaje de Antonio Guterres, Secretario General de la Organización de Naciones Unidas con motivo del Día Mundial del Medio Ambiente 2020 Fuente: https://www.un.org/es

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